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Los suplementos alimenticios: un negocio millonario en entredicho

La comunidad científica pide una regulación más estricta de productos como los quemagrasas, que la semana pasada causaron la muerte de una joven en Badajoz

Javier Martín-Arroyo
Un joven pasa frente a una tienda de suplementos alimenticios en Sevilla.
Un joven pasa frente a una tienda de suplementos alimenticios en Sevilla.PACO PUENTES

“Me obligué a perder 12 kilos desde enero y contraté un preparador profesional, porque me daba miedo guiarme por los consejos que me daban en el gimnasio. Tomo bastantes suplementos, hacía mucho deporte y ahora compito en categoría biquini de fitness”. María Hidalgo, maestra de inglés de 37 años en Sevilla, gasta 100 euros al mes en ocho botes de pastillas para completar su duro entrenamiento. Esta mujer, que mide 1,65, ha bajado en menos de un año de los 64 kilos a los 52 que pesa ahora. Entre su gama de comprimidos coloreados figura el ácido alfa lipoico, utilizado como quemagrasas y que la semana pasada provocó la muerte a una enfermera de Badajoz, que se había excedido en la dosis, según contó el entorno de la joven.

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Este es solo uno entre los cientos de suplementos alimenticios cuyas ventas millonarias se han multiplicado en la última década en Internet, supermercados, farmacias, tiendas especializadas y herbolarios. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición ha desaconsejado el ácido alfa lipoico porque no hay pruebas de que mejore la salud. El sector acumula las críticas de la comunidad científica por la escasa calidad de los productos o la ausencia de ensayos clínicos que demuestren los supuestos beneficios.

En España, tres reales decretos regulan estos productos, en cumplimiento de una directiva europea de 2002. En el último de ellos, de 2018, se fijan las cantidades máximas diarias que se pueden consumir de las 53 principales sustancias utilizadas en la fabricación de complementos alimenticios. Entre ellas no está el ácido alfa lipoico.

La joven que falleció en Don Benito (Badajoz) tenía 28 años. Sufrió un fallo multiorgánico antes de salir a correr y después de tomar una dosis más alta de la recomendada, según fuentes de su entorno familiar, una circunstancia que ahora deberá aclarar la autopsia. Tras su fallecimiento, una portavoz del Ministerio de Sanidad se ha limitado a expresar la “preocupación” del Gobierno. Pero no aclara si prevé tomar nuevas medidas para una regulación más estricta del sector, como reclama la comunidad científica.

“Hay demasiada gente desinformada y todo este mundo mueve mucho dinero”, censura Emilio Martínez, catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada. Él es miembro del comité científico de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) y, por tanto, ayudó a fijar las cantidades máximas recomendadas. La Aecosan también ha lanzado un decálogo sobre estos suplementos para instar a los consumidores a “desconfiar de los efectos increíbles y soluciones milagro de sus problemas” de salud.

Este es un mercado con ventas al alza debido a la búsqueda obsesiva de un cuerpo estilizado. Los suplementos alimenticios —sin necesidad de receta— mueven cada año unos 1.000 millones solo en las farmacias, según la patronal de laboratorios Anefp (Asociación para el Autocuidado de la Salud). “Desde 2013 es el mercado que más crece dentro del autocuidado, muchos años el doble que el resto [cosméticos, medicamentos sin receta y productos sanitarios]”, destaca el director general, Jaume Pey. Sin embargo, la cifra no incluye las compras online, los herbolarios y las grandes superficies, que acaparan la mayoría de las ventas. Se niegan a detallar su volumen de negocio.

Un sector al alza

A pesar de que la patronal de los laboratorios fabricantes Farmaindustria carece de cifras globales, hay ejemplos que demuestran la curva ascendente del sector. El Corte Inglés vende más de 700 productos como complementos alimenticios en una sección que creció un 12% el último año, principalmente gracias a la web, matiza una portavoz.

Entre la comunidad científica proliferan las voces críticas. El especialista en endocrinología y nutrición Antonio Escribano es tajante: “No existen los quemagrasas, es todo mentira. No hay un solo trabajo científico que lo defienda. Lo único que vale es una dieta ordenada y hacer ejercicio. Cuando la gente quiere adelgazar busca una puerta falsa y cree que el cuerpo puede quemar grasa por sí solo, y no es así. La grasa es además una cuenta corriente para sobrevivir. No se puede vaciar”.

“La comunidad científica clama por una regulación más estricta porque algunos suplementos se venden en todo tipo de establecimientos y tienen propiedades no autorizadas”, indica Gregorio Varela, catedrático de Nutrición de la Universidad CEU San Pablo de Madrid. “Ante las clínicas de adelgazamientos como chiringuitos se actuó, ahora hay que controlar la publicidad y compra online. La UE le da vueltas pero no hay legislación específica”, dice.

Los herbolarios como Sattva, situado en el centro de Sevilla y con 40 años de trayectoria, tienen una postura totalmente opuesta. “La evidencia científica es que traen el bagaje de siglos de utilización, la tradición. Las investigaciones son sobre plantas y los tests de los grandes laboratorios son carísimos y no hay que cumplirlos para vender”, arguye su propietario, Gonzalo Álvarez de Toledo.

La escasa o nula fiabilidad científica no ha frenado la expansión de estos productos entre quienes persiguen bajar peso a toda costa guiados por la fe, la fuerza de la publicidad y los consejos de amigos. Y las secciones de suplementos en farmacias y grandes supermercados acaparan cada vez más espacio, con pastillas basadas en el té verde o el cartílago de tiburón, entre otras fórmulas. Los mensajes van desde “controla tu peso por su acción quemagrasa” a “bloquea la absorción de grasas de los alimentos”.

El perfil más habitual de los clientes en las farmacias son mujeres entre 35 y 55 años, según los boticarios. “En primavera se disparan por la Operación Biquini”, alerta el farmacéutico sevillano Javier Rodríguez. Él es partidario de las dietas sin productos. “Y si hay, al menos que no se absorban, que sean de los que dan sensación de saciedad. Pueden ser eficaces, pero cuando se acaba la caja recuperas el peso”, añade. “El mercado de productos dietéticos y complementos alimenticios presenta una fuerte estacionalidad y el 70% de las demandas se concentra en los meses antes del verano o en el propio periodo estival”, coincide un informe de 2018 de la empresa pública Mercasa.

Junto al deseo de bajar michelines, la obsesión por cincelar un cuerpo 10 provoca que a veces los aficionados al deporte consuman suplementos a ciegas y guiados por los consejos que leen en la Red. “Es un terreno peligroso, hablamos de salud, hay que aplicar el sentido común, guiados por un nutricionista”, aconseja la entrenadora Isabel del Barrio, con 61.000 seguidores en Instagram. Cada semana rechaza ofertas de marcas de suplementos alimenticios.

Juan Carlos Costa dirige en la capital andaluza Rhino Force, una minúscula tienda especializada y atestada de botes. Costa ha visto cómo entre sus clientes han aumentado las mujeres de 25 a 35 años. “Antes dudaban más. Ya no, ahora cada vez hay más”.Un vendedor de otro establecimiento, que pide el anonimato, comenta: “Los profesionales y deportistas serios tienen una meta: la perfección del cuerpo. Los que vienen pidiendo ayuda es porque no pueden hacer una dieta saludable y llega el verano y quieren un cuerpo fino para lucir tipo. Lo hacen por el físico, no son deportistas”.

Unas 350 sustancias sin control accesibles en Internet

Al margen de las vitaminas y minerales, el mercado de los suplementos alimenticios incluye "más de 400 sustancias y nutrientes" utilizadas en la fabricación de estos productos, según la estimación oficial recogida en el Real Decreto del 28 de marzo de 2018, que define este mercado como "muy heterogéneo".

El Ministerio de Sanidad solo recoge 53 de esas más de 400 sustancias en un anexo en el que especifica la cantidad máxima diaria y las advertencias de los expertos del comité científico de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, como la prohibición de su ingesta para embarazadas o niños. La regulación del resto de sustancias (347) "ha quedado a la espera de una posterior armonización europea", se reconoce en el real decreto. Sin embargo, todas ellas se pueden comprar, a golpe de clic, en cientos de páginas webs con un nivel de seguridad "muy relativo", censuran los expertos consultados, que desconocen casos previos de muertes en España por una mala ingesta de suplementos alimenticios. El etiquetado, presentación y publicidad de estas píldoras debe indicar de manera expresa que no pueden "utilizarse como sustituto de una dieta equilibrada", según la norma.

Sobre los controles para certificar que el etiquetado es correcto, el portavoz de la asociación de consumidores Facua, Rubén Sánchez, censura los "lamentables" protocolos de inspección: "El principal problema es que no hay voluntad política para establecer controles serios y retirar del mercado productos que se atribuyen propiedades adelgazantes. Habría que perseguir al que engaña de forma sibilina, pero si lo zafio no se persigue, lo otro es casi utópico".

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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