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La igualdad de género es una quimera en los hogares de Argentina

Las mujeres que realizan tareas domésticas y de cuidado doblan a los hombres, según la Universidad Católica Argentina. La brecha por género no disminuye en las nuevas generaciones

Protesta contra la discriminación de las empleadas domésticas, el pasado enero.
Protesta contra la discriminación de las empleadas domésticas, el pasado enero.Télam

El 7 marzo de 2018, en la víspera de la primera huelga internacional de mujeres, la socióloga argentina Dora Barrancos pedía que la protesta incluyese a los hogares. "Espero que ese día las mujeres dejen de lavar, de cocinar, no hagan las camas, no realicen trabajos de cuidados porque eso sí va a ser remarcable. El 85% de todas las actividades de cuidados y domésticas están realizadas por mujeres y significan una economía extraordinaria", declaraba Barrancos a EL PAÍS. Un estudio del Observatorio de la deuda social de la Universidad Católica Argentina (UCA) confirma la brecha de género en los hogares argentinos, incluso entre las nuevas generaciones: en promedio, las mujeres que realizan trabajos no remunerados doblan a los hombres. En el conurbano bonaerense, que engloba a las localidades periféricas de la capital argentina, la desigualdad es aún mayor: nueve de cada diez mujeres realiza tareas domésticas, frente a 4 de cada diez hombres.

"El empleo en el mercado de trabajo tiene un reconocimiento social y económico. El no remunerado no tiene ningún reconocimiento", subraya Agustín Salvia, director del Observatorio y coordinador del informe Empleo y trabajo no remunerado. Una mirada en profundidad sobre la distribución del trabajo no remunerado en el conurbano bonaerense 2017-2018 realizado a partir de una encuesta a 5.760 hogares. En el mercado de trabajo, la tasa de actividad masculina es superior: el 78,5% frente al 50,1%. En los hogares, el orden se invierte: el 86,3% de las mujeres frente al 41% de los varones. Pero hay un dato aún más significativo: casi la totalidad de las argentinas que trabajan fuera de casa también lo hacen dentro. En los hombres, esas jornadas dobles son menos frecuentes: el 73% está ocupado en el mercado de trabajo, pero desciende al 41% el que trabaja cuando cruza la puerta de su vivienda.

"Las mujeres trabajan más que los hombres", asegura Agustín Salvia al sumar ambas cargas laborales. La igualdad entre géneros exigida en las movilizaciones feministas de Argentina en los últimos años se impulsa también desde muchas escuelas y ha crecido el reparto equitativo de las tareas domésticas y de cuidado entre las parejas de las clases medias. Pero los datos advierten que aún son una minoría, incluso entre los 18 y los 34 años: la tasa de trabajo no remunerado entre los varones de esa edad es del 36,6%, 2,3 veces menos que el 83,3% de las jóvenes.

La desigualdad crece aún más en los hogares más pobres y se amplía con la edad. El 95,5% de las mayores de 18 años de familias con bajos ingresos realiza tareas sin remunerar, frente al 39,5% de los hombres de las mismas familias. Tras superar la edad de jubilación -60 años para las mujeres y 65 para los hombres-, sólo cuatro de cada 100 mujeres quedan exentas de todo tipo de trabajo, ya sea dentro o fuera de casa. Entre los hombres, gozan de ese privilegio 34 de cada 100.

Al hacer zoom en el tipo de tareas no remuneradas, salta a la vista que las tareas cotidianas de la casa -limpiar, lavar, cocinar y planchar- son las que menos repartidas están: la tasa femenina casi triplica a la masculina. Los cuidados a menores, enfermos y ancianos también recaen de forma generalizada sobre las espaldas de las madres y las abuelas y sólo uno de cada cuatro varones trabaja a la par que ellas en este ámbito. Por el contrario, sí hay prácticamente igualdad en tareas ocasionales, que incluyen hacer las compras para el hogar o reparaciones.

¿Tiene consecuencias esa sobrecarga laboral en la población femenina? El estudio del Observatorio muestra su impacto sobre la salud psicológica de las bonaerenses. Una de cada cuatro mujeres encuestadas -frente a uno de cada seis hombres- presenta síntomas de depresión y ansiedad, pero el malestar psicológico se desploma hasta una de cada diez entre las que tienen un empleo remunerado. "Hay muchas líneas explicativas en el mundo académico de por qué el ser mujer produce un mayor malestar o infelicidad y muchas veces queda subsumido en la condición de sexo, parece un estado biológico. Se pierde de vista que es una condición social y que las relaciones de género tienen mucho que ver con la desigual distribución de las tareas", subraya Salvia.

"El mercado de trabajo tiene un fuerte papel de inclusión social, no sólo desde lo económico sino también desde el punto de vista psicológico. Aunque no sea un buen trabajo es mucho más curativo que estar diariamente encerrada en el hogar realizando tareas no remuneradas ni reconocidas socialmente", continúa el coordinador del estudio.

Para reducir esta importante brecha social, desde el Observatorio piden campañas públicas centradas en el reparto equitativo de las tareas no remuneradas, más instituciones públicas dedicadas a tareas de cuidados y una mirada de género en los planes estatales de trabajo con la idea de redirigirlos hacia estos ámbitos.

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