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Las suizas salen a la calle en una jornada de paro nacional para reclamar la igualdad real

Miles de mujeres participan en las protestas para exigir el fin de la brecha salarial, medidas de conciliación y contra la violencia de género

Concentración en Lucerna durante la jornada de huelga de mujeres, este viernes en Suiza.
Concentración en Lucerna durante la jornada de huelga de mujeres, este viernes en Suiza.Alexandra Wey (AP)

Suiza no es país de grandes protestas, y mucho menos de huelgas generales. Pero este viernes, decenas de miles de mujeres se han lanzado a la calle para exigir la igualdad real, el fin de la discriminación salarial, medidas de conciliación y tolerancia cero ante la violencia de género. Veintiocho años después de que medio millón de mujeres protagonizaran el primer paro general para reivindicar sus derechos, muchas suizas se han visto cargadas de motivos para volver a la protesta, convocadas por organizaciones feministas y sindicatos.

Las primeras mujeres salieron a la calle cuando aún era de noche para despertar a la movilización con caceroladas y pitadas, mientras la catedral de Lausana se iluminaba en morado, y el símbolo feminista se proyectaba sobre la fachada de una torre de Basilea. “Las mujeres cambiamos la sociedad. Ahora”, anunciaba desde primera hora una gran pancarta en la Bundesplatz de la capital, Berna. En todo el país se han organizado actividades en plazas y parques a lo largo de la jornada, que ha culminado por la tarde en grandes manifestaciones en las principales ciudades, en las que los asistentes han reclamado más "sueldo, tiempo y respeto".

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"Nos hemos dado cuenta de que las cosas no han cambiado desde 1991. La igualdad es un derecho constitucional que no existe de manera real, material, efectiva, para las mujeres", ha criticado Tamara Knezevic, organizadora de una de las marchas que hoy ha vivido Zúrich. "Todavía hay muchas desigualdades que debemos cambiar. En Suiza hay mucho sexismo y prejuicios que sufren las mujeres frente a los hombres', ha afirmado en la manifestación de Ginebra Stephanie, de 25 años y educadora.

"El 14 de junio de 2019 entrará en la historia reciente de Suiza como la mayor manifestación política", ha asegurado a última hora de la tarde la Unión Sindical Suiza, que agrupa a 16 organizaciones de trabajadores y ha cifrado en varios centenares de miles las mujeres que participaron en acciones o la huelga a lo largo de la jornada.

La patronal de empleadores advirtió contra el paro, que consideró “ilegal” al no ser laboral y recordó que en las empresas con convenio colectivo prevalece el principio de la “paz social”, que impide las huelgas en favor de la negociación, según la normativa suiza. Algunas empresas han ofrecido el día libre a las empleadas que lo han pedido, en otros centros de trabajo se han realizado pausas largas o los hombres han cubierto a sus compañeras. Las organizaciones feministas y sindicales han llamado a las mujeres a terminar la jornada a las 15.24 para cobrarse por un día ese 20% de media que ganan menos que los hombres.

Los sindicatos esperan que la movilización desaliente posibles sanciones a las participantes que han optado por parar todo el día. En ello confía Natascha Wey, miembro de la dirección del sindicato de servicios públicos VPOD y copresidenta de la secretaría de mujeres del Partido Socialista Suizo, que considera necesaria la huelga. “No avanzamos”, afirma por teléfono desde Zúrich en vísperas del paro, antes de recitar una larga lista de razones que abonan el malestar: la brecha salarial, más mujeres en empleos peor pagados, el peso principal en el cuidado de niños y mayores, pensiones hasta un 37% más bajas que los hombres, el acoso sexual, y una violencia de género que no se visibiliza lo suficiente y deja una mujer asesinada cada dos semanas a manos de su pareja o expareja.

La igualdad de mujeres y hombres se introdujo en la Constitución suiza en 1981, pero una década después, apenas se habían producido avances, lo que llevó al primer paro general el 14 de junio de 1991. La ley de igualdad llegó cinco años después, la despenalización del aborto en 2002 y las 14 semanas de permiso de maternidad en 2005. En ese largo camino –el derecho al voto no se aprobó hasta 1971- se ha ganado en igualdad, pero no lo suficiente. “Hay una gran necesidad de recuperar terreno”, abunda Wey, de 37 años. “No tenemos permisos de paternidad, por ejemplo, y las guarderías son muy caras”. Las mujeres continúan llevando el peso de la crianza, de modo que seis de cada 10 trabajadoras, pero solo 1,8 de cada 10 hombres, tienen un empleo a tiempo parcial, según datos de la Administración federal. Eso conduce a pensiones más bajas, menos oportunidades de formación y de carrera profesional.

Suiza disfruta de un alto nivel de vida, con una renta per cápita de 82.411 dólares (unos 73.160 euros, según el FMI), pero no se distribuye de manera igualitaria, a juicio de los organizadores del paro. “La riqueza de un país también está relacionada con que las mujeres la compartan, que se vea en sus sueldos y patrimonio”, apuntaba Wey.

“Hay que organizarse, que entren más mujeres en política para cambiar la situación”, añade Wey, que confía en que la huelga tenga su reflejo en las elecciones generales que se celebrarán el próximo octubre. Las mujeres ocupan ahora el 31,7% de los escaños, frente al 47,4% en España. La izquierda tiene listas paritarias; los conservadores y populistas de derecha sitúan a menos mujeres en las suyas. El Parlamento ha interrumpido hoy las sesiones durante un cuarto de hora, en el que muchas diputadas han aprovechado para bajar a la calle y unirse a las mujeres concentradas ante el edificio. Desde el Gobierno federal también han llegado señales de apoyo a las reivindicaciones. Al contrario que la izquierda y los ecologistas, los partidos de derecha han rechazado el paro como instrumento de protesta, pero sus secretarías de la mujer han expresado su apoyo a las demandas de las manifestantes.

El movimiento feminista suizo ha recobrado impulso al calor de la ola del MeToo, y una revisión descafeinada de la ley de igualdad en el Parlamento en otoño pasado que agitó el debate y desembocó en la convocatoria de huelga feminista. Desde principios de año, se han creado multitud de colectivos para prepararla. Itziar Marañón, española de 42 años que emigró hace 11 a Suiza, acudió a un encuentro de mujeres convocado por Facebook en Berna y desde entonces no ha parado. “Aquel día éramos cinco o seis, pero el grupo ha ido creciendo y ahora hay unas 150 apuntadas”, cuenta por teléfono esta periodista de formación y ahora responsable de proyectos de integración en el Ayuntamiento de Berna.

“El movimiento feminista estaba bastante parado, faltaba un cambio generacional”, opina Marañón, que destaca también a la “inspiración” del 8-M español. Un coro de la ciudad que amenizará este viernes la jornada en Berna ha incluido en su repertorio la canción “A la huelga”, coreada por miles de manifestantes en Bilbao en el 8-M de 2018.

Las precursoras del paro de hoy, las mujeres que salieron a la calle el 14 de junio de 1991 “demostraron que cuando se presiona, se pueden conseguir avances”, destaca Kathrin Hilber, consultora autónoma de 68 años tras ser consejera regional en St. Gallen y diputada por el Partido Socialista Suizo. Hilber, entonces rectora de la Escuela Superior de Trabajo Social de St. Gallen, se recuerda a sí misma en aquella primera jornada de huelga feminista dando un discurso en la plaza del Mercado de la ciudad, haciendo “política desde abajo”, exigiendo, entre otras cosas, que entraran mujeres en el Gobierno. La primera lo logró en 1984. Y ha habido avances, pero la conciliación “no está resuelta” y las “mujeres pagan el precio”, entre otros problemas, por lo que Hilber tenía previsto estar hoy en el mismo sitio que hace 28 años, manifestándose por una igualdad real.

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