La huelga femenina viste de rosa a Suiza
Alrededor del 50% de las trabajadoras de Suiza secundó ayer la huelga general convocada por los sindicatos para exigir la igualdad salarial y el reconocimiento social de la mujer. Miles de mujeres salieron a la calle para protestar, el día que se cumplían los 10 años de la promulgación de la ley que reconoce la igualdad entre los sexos, porque aún hoy cobran un 30% menos que los hombres por el mismo trabajo. Esta discriminación persiste en otros campos.
Ginebra mostraba ayer una sobreabundancia de rosas, fucsias y violetas, la respuesta más visible e inmediata a la convocatoria de huelga general de mujeres en toda Suiza. Las posibilidades de la gama eran infinitas, y las mujeres las usaron a fondo: miles de enormes cintas flotando al viento, colgadas de los ventanales del Centro Ecuménico, coches pintados de rosa y emperifollados con papeles y pancartas, parejas monocolores con niño y cochecito incluidos, folletos -rosa- explicativos en los autobuses que reproducían el artículo constitucional por cuyo incumplimiento se protestaba.También iban del rosa al rojo las flores que dos agentes miembros de la Unión de Agentes de Ginebra repartían a los peatones en las cercanías de la céntrica plaza de Molard, en la ciudad vieja -por supuesto, después de haber solicitado respetuosamente el día libre-. "Esta es nuestra contribución a la huelga, que apoyamos porque otras mujeres están mucho peor que nosotras".
También se sumaron al paro las vendedoras. En Ginebra, cerca del 90% son frontaliers (que pasan todos los días la frontera desde Francia para venir a trabajar a Ginebra) o extranjeras, lo que hace muy difícil medir la participación en una huelga, siquiera de una forma simbólica. Un hito ha sido lo conseguido por las trabajadoras de la empresa Migros, una cadena de tiendas -propietaria de grandes superficies, que obtuvieron autorización para que las vendedoras y cajeras pudieran llevar ayer chapas con eslóganes de la huelga.
Solidaridad fucsia
Más modestos, otros establecimientos importantes, como algunos de la cadena La Plasette, han lanzado un mudo mensaje de solidaridad fucsia a través de sus escaparates.El color se notaba por la calle y en los autobuses, y era ya escandaloso en las concentraciones, picnis y manifestaciones que tuvieron lugar a lo largo del día.
Por otra parte, según informaba a mediodía la USS (Unión de Sindicatos Suizos) desde Berna, "todo el Valais es rosa" (el Valais es uno de los cantones suizos) y la jornada se estaba siguiendo de una y otra forma en todos los demás: marchas, alumnos que hacían el trabajo de las limpiadoras de sus colegios mientras los enseñantes las reciben con croissants, y también paros parciales en numerosas empresas de todo el país.
La ola rosa llegó también al Palacio de las Naciones y al resto de los organismos internacionales, aunque algo amortiguada. Muchos delegados de todos los países del mundo que asisten a la 78ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, que se celebra en estos días, y no sólo mujeres sino numerosos hombres, colocaron sobre sus chapas identificativas el adhesivo de la mujer fucsia con los brazos cruzados o los furibundos Ojos violeta, las dos imágenes de esta huelga convocada bajo el lema: "Mujeres con los brazos caídos, el país tropieza".
Hombres en la cocina
A mediodía, unas 200 mujeres y de 25 a 30 hombres de todos los organismos internacionales, marcharon desde la plaza de Nations hasta el barrio de los Strumpfs (los Pitufos, llamado así por el aspecto fantasioso de los edificios) para compartir al sol con sus activos vecinos la comida del mediodía. En diversas localidades los hombres respaldaron la acción cocinando y sirviendo ollas de huelga para sus compañeras o simplemente cuidando de los niños.Muchas ventanas tenían puesto el cartel en grève (en huelga) y otras resumían así su sensación de que la vida podría ser otra cosa: "Boulot, plumeau, marmot, dodó: C'est, pas du gateaux" ("el trabajo, la casa, los niños, y a mimir: esto no tiene gracia o esto no es moco de pavo"). Para Guy Chassagnon, representante de la Federación de Trabajadores de la Metalurgia y de la Relojería, el paro no fue secundado plenamente debido a que "las mujeres, desgraciadamente, no tienen un grado de militancia elevado que les permita realizar tales fantasías, y tienen miedo a ir al paro, ya que pueden ser despedidas" como, de hecho, han amenzado con hacer la mayoría de los empresarios suizos. En Suiza no está reconocido específicamente el derecho a la huelga.
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