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Un carnicero, condenado a casi cuatro años de cárcel por dar caballo en lotes de vacuno

Deberá indemnizar con 932.000 euros a la empresa mayorista que fue advertida por pequeños clientes del engaño

Un carnicería en México.
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La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Castellón ha condenado a tres años y nueve meses de prisión por un delito de estafa a un carnicero que camufló carne de caballo entre los lotes de vacuno que vendió durante un año a una empresa distribuidora con sede en la localidad valenciana de Torrent. El mayorista afectado se dio cuenta del fraude cuando se lo comunicaron algunos de sus clientes, a quienes tuvo que compensar, tras las oportunas reclamaciones y demandas, con más de 465.000 euros, según recoge la sentencia hecha pública este lunes por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.

El procesado deberá indemnizar además a la empresa con casi un millón de euros: 465.000 euros por los pagos derivados de las quejas de los clientes y 467.000 euros en concepto de lucro cesante. El fallo impone también al hombre una multa de 2.400 euros. Contra la sentencia cabe recurso de casación, según han indicado desde el TSJ valenciano.

El acusado tenía una sala de despiece en el polígono industrial Los Cipreses de la ciudad de Castellón. Compraba canales completos de ganado vacuno, equino y de ciervo que luego despiezaba en sus instalaciones. A partir de ahí elaboraba lotes de carne deshuesada que vendía a distribuidores al por mayor, que a su vez los revendían a firmas minoristas.

La sentencia considera como hechos probados que durante casi un año, entre mayo de 2012 y febrero 2013, el carnicero, “tratando de enriquecerse de forma ilícita”, introdujo de forma clandestina parte de carne de caballo despiezada en sus instalaciones, de menor valor que la de vaca, en los lotes de vacuno que vendía a una empresa mayorista de Torrent.

Para acometer la estafa, el procesado alteró “con especial argucia” los documentos mercantiles consistentes en las etiquetas que acreditaban la trazabilidad de los lotes de carne de vacuno. Estas debían contener por disposición legal, entre otros datos, el tipo de carne, la fecha de sacrificio, el país de nacimiento y el de crianza. Se adjuntaban a los albaranes correspondientes a dichos lotes, y en ellas se especificaba que la carne suministrada era íntegramente de vacuno. Un dato que ignoraba la empresa receptora “hasta que fue advertida de ello por sus clientes”, reza el escrito.

La mercancía que llegaba a los locales de la firma de Torrent no era objeto de ningún análisis específico, sino solo de un control visual, “por lo que al llegar despiezada totalmente la carne magra, no era identificable que en el vacuno llegara también carne de caballo”.

Los lotes de carne afectados por este fraude habían sido distribuidos también entre esos clientes minoristas sin manipular y con el mismo formato con el que venían desde la empresa del condenado, salvo una modificación del etiquetado. En total, media docena de pequeñas firmas a las que se distribuyó carne de equino camuflada.

Según el tribunal, la presencia de carne de caballo en esos lotes de vaca “generó una alarma entre los consumidores y los eslabones intermedios de la cadena alimentaria que pusieron en entredicho la existencia de los controles oficiales que deben velar por garantizar la seguridad alimentaria en la sociedad”.

Los productos susceptibles de llevar carne de caballo entre sus ingredientes y que estaban a disposición del consumidor final fueron finalmente retirados del mercado.

La sala impone al carnicero castellonense una pena de tres años y nueve meses de prisión “dada la gran cantidad de acciones individuales realizadas, el gran perjuicio final que se ha causado, la gran repercusión que han tenido estos hechos y la especial argucia llevada a efecto por el acusado alterando también la información dada en las etiquetas de trazabilidad”.

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