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El estrés de las plantas por calor

La vegetación de las zonas con clima semiárido de España, que han crecido un 6% en 40 años, sufre por las altas temperaturas

Esther Sánchez
Imagen de los Monegros en Aragón, en el valle del Ebro.
Imagen de los Monegros en Aragón, en el valle del Ebro.Getty

Las zonas más afectadas por el incremento de clima semiárido en España se encuentran en Castilla-La Mancha, el valle del Ebro y el sureste peninsular, según el informe presentado ayer por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y el Ministerio para la Transición Ecológica con los impactos del cambio climático en 40 años. Una de sus conclusiones, apunta a que el clima semiárido escala puestos y ha aumentado un 6% en España en ese periodo.

“Se están viendo afectadas áreas limítrofes de lugares que ya eran muy secos, por ejemplo, los Monegros (valle del Ebro) donde llueve entre 300 y 350 mm anuales, o en los bordes de Murcia, Albacete, Almería", explica Patricio García-Fayos, director del Centro de Investigaciones sobre Desertificación. El proceso no se debe a que llueva menos, sino al aumento de la temperatura, añade el investigador. "A mayor calor, las plantas demandan más agua como nosotros cuando sudamos, por ese motivo aunque las precipitaciones sean las mismas, la cantidad no es suficiente. Nosotros vamos al grifo y bebemos, las plantas no pueden y eso provoca que se vuelvan más vulnerables y reduzcan su presencia”, concreta.

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Otra de las brechas por donde se cuela el clima semiárido son las áreas quemadas. “Tras un fuego, la vegetación se recupera siempre, pero si se tiene que enfrentar, además, a un periodo de sequía de varios años como ocurrió con los dos grandes incendios de Valencia de 2012 (afectaron a 21 términos municipales y 48.500 hectáreas) la recuperación es mucho más compleja”, describe.

Sergio Vicente, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en cambio climático, sostiene que no existen evidencias de que se estén produciendo más sequías en la zona del valle del Ebro. Otra cuestión, matiza, “es que se incremente su efecto por la demanda de agua por parte de la atmósfera al subir la temperatura”. En su opinión, bajo unas condiciones de precipitaciones sin cambios, es de esperar la vegetación de las zonas más áridas, en el centro del valle del Ebro, sufran consecuencias por el mayor estrés climático.

Esto no le ocurrirá a las especies que están adaptadas como el pino carrasco. “Yo no hablaría de desertificación, porque si vas a zonas de yesos muy pobres y cubiertas de romero, ves que la vegetación avanza”, describe. Porque, continua Vicente, “las plantas tendrán más sed, pero si el hombre no las está cortando ni quemando, se extienden. Las consecuencias se observarán en puntos concretos, por la presión de las modificaciones que introducen los hombres", puntualiza.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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