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El régimen de terror de los hermanos Sandulache

Condenados a más de medio siglo de prisión los dos proxenetas que maltrataron y obligaron a mujeres a prostituirse en Asturias

J. J. Gálvez
Los hermanos Sandulache y otros dos componentes de su clan, durante el juicio.
Los hermanos Sandulache y otros dos componentes de su clan, durante el juicio.EP

Jenica cuenta que pensó que solo quitándose la vida lograría huir del infierno que encontró en Asturias. Que solo tirándose por la ventana escaparía de los golpes, de las humillaciones, de las horas de trabajo forzado como prostituta y de las amenazas. Que así ya no tendría que escuchar los gritos de que iban a violarla o quemar a su abuela... Pero no pudo suicidarse. Temía demasiado las represalias que pudieran sufrir sus compañeras, supervivientes de un verdadero régimen de terror instaurado por el clan de los hermanos Sandulache en el club Delphos, el Models y tres pisos de las calles Rabanal, Ámsterdam y La Habana de Oviedo.

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"Obligaban [a sus víctimas], con violencia física y psíquica, a ejercer actividades de alterne y prostitución en distintos locales", subraya la Audiencia Provincial de Asturias, que acaba de condenar a estos dos proxenetas, Sebastián y Cristian Alin Sandulache, a más de 50 años de cárcel. Según los jueces, que también han fallado contra de otros dos componentes del clan, habían erigido desde 2010 una "estructura delictiva estable" para captar a mujeres de zonas pobres de Rumania y trasladarlas hasta España para prostituirlas. Para ello, simulaban que comenzaban con ellas una relación sentimental. O, aprovechándose de su precaria situación, las convencían de que una vez en su destino las ayudarían a encontrar un trabajo bien pagado.

Pero todo era mentira. Una vez en Asturias comenzaban los maltratos. Las palizas eran diarias. Las mujeres narran cómo el clan de los hermanos Sandulache las ponía en fila, por ejemplo, para que vieran cómo golpeaban y amenazaban a aquellas que se negaban a cumplir sus mandatos, a las que intentaban huir, a las que no sacaban el suficiente dinero en las extenuantes jornadas que arrancaban a las cinco de la tarde y se prolongaban más allá de las cinco de la madrugada...

A Nicoleta (nombre ficticio, al igual que el de todas las víctimas mencionadas en esta información) le dijeron que la iban a despedazar y a meter en una maleta —"Si quieres seguir viva tienes que obedecer las órdenes", le repetían—. A Ionela la obligaron a comer billetes de dinero cortados en trozos con agua. A Mihaela la forzaron a abortar. Y a Oana le pusieron una catana en el cuello, antes de golpearle con la espada en el brazo y hacerle un corte que la llevó al hospital. "[Otro testigo] relató que, en una ocasión, a una chica le cortaron la lengua", añade la sentencia de la Audiencia Provincial, que cifra en 1,2 millones de euros el importe que los dos hermanos rumanos, de 39 y 35 años, obtuvieron a través de la explotación sexual de sus víctimas.

Los magistrados han considerado probado que los dos acusados cometieron los delitos de trata de seres humanos, prostitución coactiva, contra los derechos de los trabajadores, blanqueo de capitales y lesiones. Han contabilizado, al menos, nueve víctimas. "Esta Sala no tiene duda alguna de que todas las mujeres han venido ejerciendo la prostitución contra su voluntad, sometidas a todo tipo de vejaciones y presiones psicológicas, viviendo una auténtica situación de sometimiento careciendo de la más mínima libertad", añaden los jueces, que detallan en su resolución el sistema montado por los Sandulache.

Una vez que las mujeres aterrizaban en España, el clan les quitaba toda la documentación y los teléfonos móviles. Les impedían comunicarse con sus familiares —solo podían llamarlos tras obtener permiso del clan y, muchas veces, en presencia de uno de los miembros— y no podían salir solas a la calle. Además, les comunicaban que ejercerían la prostitución para abonar 200 euros diarios destinados a saldar los gastos del viaje. Aunque nunca les decían cuál era el importe exacto al que ascendía la deuda contraída.

Vivir con "el alma en la boca"

El miedo nunca se va. Siempre sigue ahí aunque la policía desarticulara parte del clan de los Sandulache. Una de las víctimas narró en el juicio cómo, tras huir a A Coruña, otro de los miembros de la organización dio con ella para que cambiara su declaración. Desde entonces, vive con "el alma en la boca", dijo, aterrorizada por las represalias de un clan compuesto, según apunta la sentencia, por más familiares que participaron en el desvío de los beneficios obtenidos por los dos hermanos.

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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