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El ‘chemsex’, una de las causas por las que no bajan los infectados por VIH

El Hospital Clínic de Barcelona despliega un programa de atención al consumo problemático de drogas para tener sexo

Jessica Mouzo
Un usuario es atendido en las instalaciones de BCN Checkpoint.
Un usuario es atendido en las instalaciones de BCN Checkpoint.CARLES RIBAS

El fenómeno del chemsex, una práctica que se caracteriza por consumir varios tipos de drogas con el objetivo de mantener relaciones sexuales durante un largo período de tiempo, ha puesto en alerta a los profesionales sanitarios que atienden las infecciones por VIH. Pese a que los expertos insisten en que se trata de un fenómeno muy residual —no hay datos que lo evalúen—, la experiencia en las consultas y en los centros comunitarios que asisten a los potenciales usuarios de estas prácticas (sobre todo hombres que tienen sexo con hombres), avisan de no bajar la guardia. El hospital Clínic de Barcelona ha advertido de que el auge del chemsex (acrónimo de la expresión inglesa chemical sex) es uno de los motivos por los que las cifras de nuevas infecciones por VIH no logren reducirse. El retraso diagnóstico y la banalización de los riesgos, según los expertos, tampoco ayudan a rebajar las cifras de incidencia. 

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"Cada año tenemos más de 3.000 casos nuevos en España, es una constante desde hace 15 años. La mortalidad ha bajado, sí, pero la infección sigue igual. Tenemos tratamientos muy buenos, controlamos la carga viral, pero se nos continúan infectando igual las personas", lamenta el doctor Josep Mallolas, jefe de la Unidad de VIH-SIDA del Hospital Clínic. El último estudio epidemiológico del Ministerio de Sanidad estima que, en 2017, la tasa de incidencia fue de 8,82 casos por 100.000 habitantes (más de 4.000 nuevas infecciones) y la mayor incidencia se daba entre los hombres que tienen sexo con otros hombres (54%).

El Clínic ha puesto el foco en una de las potenciales causas de ese estacamiento en la cifra de incidencia: el chemsex. Este fenómeno ya ha sido tomado como un problema de salud pública por parte de los Ayuntamientos de Madrid y Barcelona porque, pese a ser minoritario, tiene importantes efectos negativos para la salud, como la posibilidad de generar dependencia a determinadas sustancias para mantener relaciones sexuales, desarrollar problemas de salud mental o aumentar las infecciones de transmisión sexual. "Hace 30 años, la transmisión de las infecciones era sobre todo por vía parenteral, pero ahora es por vía sexual. En este contexto ha aparecido una conducta sexual, el chemsex, que cada vez va a más, y teníamos que ver dónde estábamos", apunta Mallolas. Un estudio del centro comunitario BCN Checkpoint constató que el riesgo de infección de VIH entre los hombres gays que practican chemsex es tres veces mayor. La investigación señalaba, no obstante, que no era extrapolable a toda la población homosexual, aunque sí orientativa.

El Clínic comenzó el año pasado una encuesta anónima a las personas que visitaban el servicio de infecciosas para conocer la implantación de este fenómeno entre la población más vulnerable o con más riesgo de infección. Los resultados han arrojado que el 43% de los 1.150 usuarios que respondieron al cuestionario, manifestaban tomar drogas (alcohol, cannabis, cocaína, metanfetamínas, etc.) en contextos sexuales. "Lo que nos llamó la atención es que cada vez tiene más penetración las drogas de síntesis, como la mefedrona, la metanfetamina y el GHB", apunta Mallolas. Estas tres sustancias son las que tradicionalmente se vinculaban al chemsex, aunque un estudio de la entidad Stop Sida, advirtió de que, en Barcelona, por ejemplo, el consumo era más variado (también cocaína, éxtasis, ketamina e incluso viagra).

El médico del Clínic señala que la percepción del riesgo entre los usuarios del chemsex es muy bajo. "Muchos no lo consideran un problema, pero la probabilidad de infectarte aumenta de forma exponencial y, además, estas drogas tienen una importante capacidad adictiva. Los usuarios no conocen los problemas psicológicos y orgánicos que puede acarrear", apunta. Entidades como Stop Sida o centros comunitarios como BCN Checkpoint, que hacen control y atención a las infecciones de transmisión sexual (ITS) en el colectivo gay, hace tiempo que abordan este problema, e incluso cuentan con profesionales que atienden los casos de consumo problemático de drogas en contextos sexuales (no todos los usuarios de chemsex manifiestan problemas de salud o dependencia a sustancias para mantener relaciones sexuales).

En este sentido, el Clínic también ha desplegado un programa de atención al chemsex para reclutar personas que realicen esta práctica y poder hacerles un seguimiento multidisciplinar. "A partir de distintos focos —personas que han tenido un contacto sexual de riesgo, que llegan a urgencias con una sobredosis por alguna de estas sustancias, que entren a cirugía por lesiones anales o perianales—, cuando detectemos que es usuario de chemsex, le decimos que puede ser problemático y se les recluta para un programa de seguimiento", apunta. Esta unidad, que apenas lleva unos meses en funcionamiento, ya ha atendido a un centenar de personas. 

Con todo, Mallolas matiza que el chemsex no es, ni mucho menos, el único causante de que el VIH siga en boga. "Es cierto que cada vez va a más, pero no es lo único ni lo más importante. Se calcula que entre el 20% y el 25% de los infectados no lo saben y no es necesario que practiquen chemsex para ser un foco de más infecciones", señala el médico, que aboga por favorecer la detección precoz y el tratamiento inmediato de las nuevas infecciones para cortar cualquier eventual transmisión. El facultativo señala también que la profilaxis pre-exposición (PrEP), que consiste en tomar antiretrovirales antes de tener relaciones sexuales desprotegidas para evitar el contagio, es otra medida preventiva importante "para las personas que saben y asumen que tienen conductas de riesgo". 

El PrEP·Point asiste a 800 personas que toman la pastilla preventiva contra el VIH

Hace un año que el centro comunitario BCN Checkpoint, puso en marcha el PrEP·Point, un dispositivo especializado para atender exclusivamente a los chicos gais que toman la pastilla preventiva contra el VIH. La PrEP es una terapia que consiste en administrar antiretrovirales a colectivos con alto riesgo de infección por VIH (chicos gais o transexuales que tienen relaciones sexuales sin condón) para evitar los contagios. La Agencia Europea del Medicamento dio el visto bueno al antiretroviral Truvada con indicación preventiva, pero España no ha negociado su precio con la farmacéutica Gilead, que es quien la fabrica, para esta indicación y todavía no se dispensa en farmacias. Las personas que quieren tomarla han de entrar en ensayos clínicos o comprarla en el extranjero. 

En este contexto de limbo legal nació el PrEP·Point y, en su primer año de vida, el centro ha dispensado la pastilla a 492 personas a través de su incorporación en ensayos clínicos. También ha hecho controles y seguimiento a otras 293 personas que consumen la PrEP previa compra por internet en algún país donde se comercializa. Ferran Pujol, director de BCN Checkpoint, ha asegurado que, en este año, solo tres de las 785 personas bajo control se infectaron con el VIH. El riesgo de infección se redujo un 82% entre los usuarios de la PrEP.

Pujol reclamó un despliegue de la PrEP y celebró que el Ministerio de Sanidad ya ha empezado a dar los primeros pasos para desencallar una cuestión que ha estado parada en los últimos años. El direcor de BCN Checkpoint puso también en relieve el papel de los centros comunitarios, entidades de proximidad para los colectivos demandantes, como un eventual punto de dispensación y control de la PrEP.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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