Las universidad, al rescate del trabajador obsoleto
La innovación y la formación en todas las etapas de la vida son los grandes retos de los campus, defienden expertos reunidos en Madrid
“Las universidades no van a desaparecer, son darwinianas, de naturaleza adaptativa”. Algunos altos responsables de la Universidad, como Juan Romo, rector de la Carlos III de Madrid, están convencidos de la supervivencia de la institución. Creen que el tsunami tecnológico no las borrará del mapa. “El nuevo conocimiento también está naciendo en la Academia, Facebook se creó en un campus”, argumenta Romo. Otros, son menos optimistas. “En los próximos años se perderán millones de empleos y las universidades no estamos dando respuesta”, apunta José Escamilla, director general del Tecnológico de Monterrey (México). Esas opiniones en torno al futuro de la educación superior se escucharon ayer en la segunda jornada de EnlightED, un evento impulsado por Fundación Telefónica, IE University y South Summit en Madrid para abordar los retos de la tecnología y la transformación del sistema educativo.
Escamilla, del Tecnológico de Monterrey, criticó que el modelo de investigación de las universidades ha evolucionado poco, y que la tecnología se puede vivir como una “amenaza” o como “una ayuda para evolucionar”. “Muchas veces se hacen investigaciones para cumplir con un indicador y salir bien posicionados en los rankings: el número de papers publicados y su impacto”, aseguró. Esos indicadores, continuó, pueden ser “perversos” y las investigaciones no siempre tienen un impacto que ayude al progreso de la sociedad. “El modelo de formación de los investigadores, el del doctorado, es muy antiguo y se basa en la idea del experto y el aprendiz, aprendes el oficio: el lenguaje que hay que usar, cómo funciona el sistema de puntos… me pregunto si hay que hacer una disrupción”, señaló en declaraciones a EL PAÍS.
Más allá de las críticas, gran parte de los expertos concentrados ayer en La Nave de Madrid coincidieron en una necesidad acuciante para la Universidad: convertirse en el centro de referencia para el aprendizaje durante toda la vida. “La inteligencia artificial va a acabar con el 70% de los puestos de trabajo en 20 años –según estimaciones del Banco Mundial-. Todos vamos a estar obsoletos y el aprendizaje tiene que ser para toda la vida, pero la educación superior no lo ha incorporado”, aseguró Joseph Aoun, presidente de la Northeastern University Boston.
El aprendizaje para toda la vida requiere formación en tres campos esenciales, explicó Aoun: la computación, la analítica de datos y el análisis de qué pueden hacer los humanos que las máquinas no pueden replicar. “La creatividad y la innovación no se aprenden leyendo libros, sino con actos, hay que hacerlo”, dijo en relación al aprendizaje basado en experiencias, la clave de la educación del futuro en opinión de los expertos.
Para ello, reclamaron nuevos modelos de enseñanza, diseñados para los que ya trabajan y no tienen tiempo de volver a matricularse en la universidad. “La educación para toda la vida es vista por la universidad como un tema de segunda, no es un asunto prioritario. No te puedes reinventar con grados, sino con otros formatos. Hay un trabajo pendiente, si no empezamos ahora no estaremos listos cuando llegue el boom de personas que tendrán que aprender nuevas habilidades por la robotización y la inteligencia artificial”, detalló Escamilla.
Algunas universidades, como el Massachusetts Institute of Technology (MIT) ya se ha puesto en marcha con el lanzamiento de los llamados micromásteres, asignaturas de un máster que se imparten de forma independiente y online, que permiten a cualquier persona matricularse, sea o no graduado universitario. El objetivo es democratizar el acceso a la educación superior y ofrecer una plataforma para adquirir competencias de forma más rápida.
“Nos preguntaron por qué ofrecemos contenidos de forma gratuita. El valor del MIT no es el conocimiento, sino nuestra forma de crear experiencias. Creemos que si los ciudadanos se forman, harán del mundo un lugar mejor”, aseguró Sanjay Sarma, vicepresidente del Opening Learning del MIT.
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