La salud divide Europa en dos
Los países del Este van más regazados que los del Oeste Las españolas son las europeas más longevas Los factores ambientales originan hasta el 20% de las enfermedades, según la OMS
Las españolas son las mujeres más longevas de Europa. Su esperanza de vida al nacer es de 85 años, por encima de los 84,8 de las francesas u 84,5 años de las italianas. Las europeas que menos viven son las moldavas (73,5) y las ciudadanas de Kyrgikistán (73 años). Una brecha de 12 años que se muestra el último Informe Europeo de la Salud 2012 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). No es la única desigualdad. El salto es aún mayor entre los hombres: los israelíes —los más longevos— tienen una esperanza de vida de 80,1 años frente a los 62,1 de los rusos. Y este es solo uno de los indicadores que ilustran los grandes desequilibrios que perviven entre los 53 países de Europa. El Este sigue teniendo peores cifras de mortalidad, de incidencia de enfermedades cardiovasculares o incluso de acceso al agua potable. Elementos que dibujan un continente con dos caras.
El cáncer supera a las cardiovasculares como causa de muerte prematura
A pesar de ello, en Europa se vive cada vez más. La expectativa de vida ha aumentado cinco años, de media, desde 1980. La prevención de las patologías del corazón —a las que ya ha superado el cáncer como causa de muerte prematura—, la reducción de mortalidad infantil y la mejora en el acceso a los servicios sanitarios han logrado aupar las cifras. Sobre todo las masculinas. “La brecha entre sexos se está acortando. Los hombres están dejando de fumar y están ganando años de vida”, indica Enrique Loyola, de la división de Evidencia, Investigación e Innovación de la oficina europea de la OMS y uno de los expertos que han elaborado este estudio trianual que se dio a conocer ayer en Londres.
En España, por ejemplo, esa diferencia era de 7 años en el 2000 y de 6,2 en 2010. La entrada más lenta de la mujer en el mercado laboral y la incidencia menor (aunque aumentando) de las enfermedades relacionadas con el tabaco y el alcohol aún se dejan notar. De hecho, los españoles —mujeres y varones— son de los europeos más longevos. Algo en lo que, según Loyola, tiene mucho que ver la herencia de la dieta mediterránea y que el alcohol más consumido sea de baja graduación. “Pero aunque en toda Europa las mujeres viven más años, no siempre lo hacen con mejor salud”, resalta el experto de la OMS. Un dato que, dice, debe servir para desarrollar programas que atajen el desequilibrio.
Pero una de las claves para mejorar los indicadores es apostar por las políticas de salud pública. Los factores medioambientales pueden ser responsables del 13% al 20% de la aparición de enfermedades en Europa, señala el informe. Como la contaminación ambiental —con Turquía, Bosnia o Rumanía con las peores cifras de partículas en suspensión (PM10), que proceden en gran parte de la combustión de los motores—, el acceso a agua potable y servicios sanitarios higiénicos, las condiciones del hogar, el entorno de trabajo o la exposición a condiciones meteorológicas extremas.
El informe trianual aún no refleja los efectos de la crisis en la sanidad
Factores que son, según Antoni Trilla, profesor de Salud Pública de la Universidad de Barcelona, “decisivos”, junto a la genética y el sistema sanitario. Y que contribuyen, junto con los determinantes económicos y sociales —las llamadas “causas de las causas” de la enfermedad— también a la brecha entre los 900 millones de europeos. Dentro y fuera de las fronteras de sus propios países: mientras el 96% de la población urbana tiene agua corriente en casa, esa tasa cae al 75% en las zonas rurales, según los datos de 2008. Y esas diferencias golpean con más fuerza a los más vulnerables: solo en el interior de la UE hay 80 millones de personas que viven en relativa pobreza; muchos de ellos en casas con humedades, sin suficiente calefacción y sanitarios poco adecuados.
En el informe de la OMS aún no se ven los efectos de la crisis en la salud. El documento, apunta Trilla, analiza datos de 2009 y 2010, un momento en el que la reducción de la inversión sanitaria que han llevado a cabo países como Irlanda, Grecia o España —el tijeretazo comenzó en 2010— no se había iniciado. Recortes que preocupan a la OMS. “Si no se hacen con sumo cuidado pasarán factura”, dice Loyola.
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