Escándalo en Alemania por el fraude en el etiquetado de productos orgánicos
Se sospecha de un engaño masivo con los huevos de gallina “bio”
Los escándalos alimentarios han saltado de la sección de congelados con carne de equino a las estanterías de alimentos “orgánicos” en Alemania, donde se sospecha de una fraude masivo en el etiquetado de los huevos de gallina bio. La etiqueta garantiza unos estándares de alimentación y de trato a las gallinas que, según los investigadores de la Fiscalía de Oldenburgo (Baja Sajonia), se defraudan en muchos casos. Un huevo bio es, de media, unos 10 céntimos más caro que un huevo normal. Supone entre un 30% y un 70% más. La ministra de Agricultura, Alimentación y Consumo Ilse Aigner se teme, por eso, “una estafa a gran escala” en el país.
Los fiscales de Oldenburgo creen que más de 150 granjas criaban en sus corrales más gallinas de lo permitido por la ley y después etiquetaban sus huevos como bio o, al menos, como puestos por gallinas criadas al aire libre y sin jaula individual. La investigación está a punto de finalizar, pero las autoridades no saben aún si desembocarán en un proceso judicial o en sanciones directas a las granjas sospechosas. La mayoría de los casos se concentran en la región sureña del land de Baja Sajonia, pero hay otras 50 granjas dudosas en todo el territorio alemán, donde habitan más de 36 millones y medio de gallinas.
La ministra socialcristiana Aigner (CSU), que está en Bruselas participando en una cumbre de ministros de Agricultura, quiere esperar a los resultados de la investigación antes de actuar, pero ha destacado el lunes que “la estafa no es sólo a los compradores, también afecta a las granjas que usan la etiqueta de manera honrada”. Su homólogo regional en Christian Meyer, de Los Verdes, cree que el caso puede extenderse a todo tipo de huevos, no solo a los bio, porque también hay sospechas de que las granjas investigadas crían más gallinas de lo permitido para cualquier tipo de producto. En una entrevista concedida el lunes por la mañana a la televisión pública, Meyer aboga por segregar la producción de alimentos orgánicos del resto. Su Ministerio está en contacto con los fiscales para estudiar medidas que dificulten este tipo de estafas en el futuro. También Aigner propone endurecer los controles sobre la producción de alimentos bio, que “tienen que cumplir condiciones muy estrictas, no solo sobre el papel”.
El buen trato a los animales que se comen es una de las motivos principales para que los consumidores de productos “bio” acepten gastar más por el mismo tipo de alimento. En el caso de los huevos, los granjeros deben cumplir una serie de requisitos que pasan por el espacio que dan a las gallinas (no más de seis por metro cuadrado), la calidad del pienso o el trato veterinario (nada de antibióticos ni hormonas). Este tipo de alimentos es cada vez más popular en Alemania, donde la venta de huevos “bio” representa ya el 7% del total. El crecimiento vertiginoso del sector dificulta el control y las garantías de estos alimentos, siempre más caros que los convencionales. En 2011, el total de alimentos “bio” en Alemania llegó casi al 4% del total.
La Asociación de Avicultores de baja Sajonia ha protestado el lunes por lo que consideran informaciones “sensacionalistas” sobre el caso. En una entrevista a la agencia alemana DADP, el jefe de la Asociación Wilhelm Hoffrogge protesta por la “exageración” del escándalo y asegura que los huevos producidos en Alemania son “de mejor calidad” que muchos de los importados. En la Asociación de Agricultores de la región , por su parte, se han dicho “sorprendidos” por la dimensión de la estafa y llaman a sus miembros a “seguir la ley”. El que no lo haga, ha dicho una portavoz, “tendrá que atenerse a las consecuencias”. No obstante, han garantizado a los compradores que, aún en el caso de haber sufrido una estafa con la etiqueta, el consumo de esos huevo no encierra ningún peligro.
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