Todos los rectores se alzan contra el “deterioro irreparable” de los campus
Los responsables de las universidades públicas leerán simultáneamente un manifiesto en el que alertan del daño de la “asfixia económica” a la I+D+i
Los rectores de las 50 universidades públicas de España plantearán el lunes públicamente la misma petición: una financiación “suficiente y sostenible”. La CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) ha aprobado un comunicado conjunto en el que denuncia el “deterioro irreparable” en investigación y docencia que supondrán los mermados presupuestos del Estado y de las autonomías. Las universidades quedan “en una situación cercana a la asfixia económica”, alertan. “No perderán solamente las universidades, sino que perderemos todos”, advierten.
Hace años que los campus denuncian precariedad a todos los niveles. Lo novedoso es que los rectores en pleno hagan un gesto público ante la “gravedad” de la situación, según señalan en el comunicado al que ha tenido acceso este periódico. Tras plantar en mayo al ministro de Educación, José Ignacio Wert, por negarse a debatir con ellos los recortes, salen a la palestra ante la inminente aprobación de unas cuentas que rebajan un 18% el dinero destinado a Educación Superior (el gasto educativo en Universidades ascendía a 10.000 millones en 2010, según los últimos datos oficiales) y recortan el 80% en los gastos no financieros en I+ D+i.
Estas reducciones “puede perjudicar a la Universidad española tal y como la conocemos hasta ahora, impidiendo el desarrollo de actividades esenciales”. Critican la “congelación de las plantillas de recursos humanos” que llevará a España a perder el “tren del desarrollo tecnológico, hipotecando la investigación y los mayores avances en la frontera del conocimiento”.
Los ajustes no permiten poner en pie “actividades esenciales”, alertan
“Hay una clara incongruencia entre el discurso político a favor del progreso en el conocimiento y los recortes que ejecutan”, critica Manuel Palomar, rector de la Universidad de Alicante, quien reclama que se fijen las prioridades científicas “porque se están perdiendo puestos y no se puede garantizar la continuidad de los proyectos”.
“Estamos bajo mínimos, en caída libre y esperando que pare”, alerta Francisco Lorenzo, titular de Filología y Traducción de la Facultad de Humanidades de la Pablo Olavide (Sevilla). “No se pueden organizar equipos de investigación sin personal extra y, ni tenemos recursos ni se publican convocatorias”. Lorenzo dirige el servicio de idiomas de su facultad, que ha perdido “entre un 10% y un 20%” de su presupuesto justo cuando los alumnos deben acreditar, al menos, un nivel B1 en otros idiomas. “La paradoja es que tendríamos que hacer un esfuerzo extra por la convergencia europea y la asunción del nuevo modelo y se hace justo lo contrario”.
“Nos faltan las herramientas básicas para trabajar”, explica Juan Varela, profesor de Filología Italiana de la Complutense. “No podemos comprar libros ni garantizar la apertura de las bibliotecas y eso, en filología, equivale a no tener material de laboratorio en Química”. Varela protagonizó hace una semana, con otro centenar de colegas, una protesta para denunciar la precariedad de la Complutense: sacaron las clases a la calle. Planean repetir en marzo con el resto de universidades públicas madrileñas.
“Estamos bajo mínimos y en caída libre”, dice un docente
La plantilla de la Complutense ha perdido 250 profesores con los ajustes. Varela calcula que se sumarán otros 200 más en dos años al no renovar a los ayudantes doctores. Son docentes que investigan y dan clases con fondos públicos durante al menos cinco años antes de alcanzar la titularidad. “Se ha frenado esa opción, los están echando a la calle después de formarlos”.
El retraso en los pagos en la Universidad de Valencia ha llevado a otra situación perversa: tres millones de euros invertidos en nada. La Generalitat, según fuentes del rectorado, ni siquiera afronta pagos comprometidos en el presupuesto. Y el campus se ve obligado a incluir en sus cuentas oficiales una partida para hacer frente a los intereses que generan las pólizas de crédito contratadas para suplir los retrasos del Gobierno regional. “Es frustrante hacer esfuerzos y luego perder ese dinero”, comentan desde el rectorado. La única partida que no ha bajado este año es la de becas. La Universidad ha multiplicado por cuatro el dinero que destina a ayudas a los estudiantes. En total, serán 900.000 euros, tres veces menos que el dinero que se esfuma pagando intereses.
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