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El exayudante de Joe Paterno, condenado de por vida por abusos a menores

Jerry Sandusky, de 68 años, es sentenciado a una pena de entre 30 y 60 años de cárcel por agredir sexualmente a menores durante más de una década en la universidad de Penn State

Yolanda Monge
Jerry Sandusky entra al tribunal antes de conocerse la sentencia.
Jerry Sandusky entra al tribunal antes de conocerse la sentencia.Patrick Smith (AFP)

Jerry Sandusky, asistente de uno de los entrenadores de fútbol universitario más famoso de la historia norteamericana -Joe Paterno-, pasará sin duda el resto de su vida en la cárcel después de que esta mañana haya sido sentenciado a entre 30 y 60 años de prisión tras ser encontrado hace tres meses culpable de abusar sexualmente de 10 niños durante un periodo de 15 años. La máxima sentencia a la que se enfrentaba Sandusky era de 442 años por los 45 cargos de los que fue hallado culpable pero el juez que le ha impuesto la sentencia –“de no menos de 30 años y no más de 60”- considera que ese tiempo es suficiente ya que “sin duda pasará el resto de su vida en la cárcel”.

Sandusky, 68 años, ha manifestado hoy la misma actitud desafiante que el lunes, cuando él mismo hizo pública una grabación que arremetía contra las víctimas y sus familias ante la inmediatez de la sentencia que estaba prevista para hoy. En la sala del tribunal donde se le ha leído la condena, Sandusky ha hablado durante 15 minutos para decir que se le puede seguir tratando como un monstruo pero que él no es culpable de los delitos que se le imputan. “No pueden quitarme mi corazón. En mi corazón yo se que no hice esos actos repugnantes que me atribuyen” “Mi esposa ha sido mi única pareja sexual”, ha declarado el asistente deportivo para puntualizar “y eso después del matrimonio”.

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El caso contra Sandusky conmocionó la conciencia nacional y puso en un triste primer plano de atención los abusos sexuales a niños. Las agresiones a los menores tuvieron lugar en las instalaciones de la Universidad de Pensilvania –conocida como Penn State- o durante los desplazamientos deportivos. El escándalo sacudió primero los cimientos de la prestigiosa universidad, que forzó el despido del legendario entrenador Joe Paterno, quien falleció el pasado enero a los 85 años de cáncer pulmonar. También fue destituido el rector de la universidad, Graham Spanier, quien en la actualidad sigue siendo un miembro del claustro de profesores.

Sobre la mesa quedaba el pacto de silencio que se vivió en Penn State durante casi dos décadas. El secretismo quedó roto por una reportera del periódico local de Harrisburg -The Patriot-News, localidad donde se encuentra el centro docente- que descubrió que había existido un gran jurado sobre los abusos sexuales que se habían cometido pero del que no se podía informar ya que en ese Estado las audiencias son secretas. Sara Ganim siguió investigando hasta que logró deshacer la madeja que hoy ha concluido con la condena de por vida a Sandusky. Ganim obtuvo este año el premio Pulitzer en la categoría de mejor reportaje local por su cobertura del escándalo Sandusky.

En medio quedó el testimonio de uno de los entrenadores de la Universidad que declaró en el juicio que en su momento informó a Paterno y al director deportivo haber visto a Sandusky sodomizar a un niño de 10 años en las duchas del gimnasio del campus. Pero nadie hizo nunca nada al respecto.

Hoy han hablado algunas de las víctimas directamente a Sandusky durante la lectura de la sentencia. “No le perdono y no sabré si alguna vez podré hacerlo”, le ha dicho el conocido como víctima número 4 al ayudante de Paterno. “Lo que quiero es pedir perdón a los que vinieron detrás de mí por no haber hablado antes”, ha declarado emocionado.

Las identidades de cada víctima se fueron haciendo públicas a medida que fueron accediendo al estrado para testificar en primavera pero la gran mayoría de los medios de comunicación rechazaron ponerles nombres y apellidos y se han referido a ellos siempre como Víctima Uno; Víctima Dos; Víctima Tres, etc… hasta Víctima Diez.

Uno de los momentos más emotivos durante el juicio fue cuando la madre de uno de los entonces niños –hoy la mayoría son hombres de hasta 28 años aunque hay algún adolescente de 18- declaró su impotencia ante lo que ahora vivía después de haber obligado repetidamente a su hijo a viajar e ir a clase con Sandusky a pesar de su insistencia en que no quería hacerlo –por motivos ahora de sobra conocidos-.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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