“Preferimos tener mucho trabajo”
La enfermera habla del récord de la ONT: 36 órganos hallaron una segunda vida en 24 horas
No oculta su orgullo Itziar Martínez por la labor que lleva a cabo la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) en general, y ella en particular. Esta enfermera madrileña de 39 años es coordinadora de trasplantes, la encargada de asegurarse de que la voluntad del donante y la necesidad del receptor se encuentran.
La mañana está tranquila. Cuatro profesionales comparten el despacho, en el que un mapa con chinchetas de colores y una atención telefónica de 24 horas son las principales herramientas del trabajo. “Esta calma es lo normal. Las pruebas médicas se encargan a primera hora, y los resultados que determinarán si un donante es apto y para qué llegan a mediodía. Por eso los donantes suelen llegar a partir de la una”, explica.
“Ese día” también ocurrió así. Lo dice de carrerilla, con precisión germánica. Casi se echa en falta un poco de emoción por el que fue el segundo récord de la ONT en el año. “Ese día” —así, sin más apelativos— fue el 26 de junio. A las 12 llegó el aviso de un posible donante, pero el asunto se disparó. Nunca antes en el plazo de 24 horas se habían practicado tantas intervenciones (36), ni se habían registrado tantos donantes (14 personas fallecidas y otras cuatro vivas) ni se habían visto implicados tantos hospitales al mismo tiempo (27 centros de ocho comunidades autónomas). “Por cada donante hay que pone en marcha la cadena como si fuera el único. Pero en vez de las dos que estábamos de guardia, acabamos trabajando cuatro en la coordinación”. “Fueron 24 horas seguidas, donde además de las dos que estábamos de guardia, otra compañera vino 12 horas y otra se quedó voluntaria. Nos decía: ‘Con la que tenéis liada, ¿cómo me voy a ir?’ Lo aguantamos porque esto es muy vocacional. Y, la verdad, ojalá hubiera muchos días así. Preferimos tener mucho trabajo. Cuando están en ello, no eres consciente de las horas que llevas ni de las que te quedan por estar”.
"Fueron 24 horas seguidas. Lo aguantamos porque es muy vocacional"
Martínez habla casi con frialdad, aunque la cara se le ilumina cuando piensa en el impacto de su trabajo. “Soy enfermera vocacional. Mi padre era médico, mi madre, enfermera, y yo siempre tuve claro que esto es lo que quería ser. Estar en la ONT es otra manera de cuidar de los pacientes”.
De hecho, es tan distinta que parte de su tarea de auxilio es coordinar vuelos. “Es de lo más complicado. Cuando van por tierra, el propio hospital pone los medios, pero si no, hay que montar toda la infraestructura”, dice. Pero cree que la elección de su perfil profesional (en el centro de coordinación trabajan todo enfermeras) es el correcto. “Las enfermeras tenemos muchos recursos”.
En su trabajo, el tiempo juega en su contra. “Para un pulmón o un corazón, que son los órganos más delicados, no pueden pasar más de cuatro horas desde la extracción al trasplante”, explica. Pero el reloj no empieza a correr desde el fallecimiento. Empieza mucho antes. “La comunicación con la familia del fallecido es fundamental. Cuando esta ha ido bien, es mucho más fácil conseguir la donación. Hay que tener en cuenta que se parte de una pérdida, y nuestro trabajo es convertirla en algo positivo”, dice.
Martínez, por eso, no solo coordina los trasplantes. También da cursos de comunicación a profesionales sanitarios. Es la manera de sembrar para luego recoger. “En España, cada uno aprende a comunicarse con las familias y a dar malas noticias como puede. Nosotros les damos herramientas”, indica. “Hay estudios que indican que las familias que donan luego llevan mejor la pérdida. Les consuela saber que han servido para alguien”.
No le ve final, de momento, a su trabajo en la ONT. “Me quita mucho tiempo, pero para lo que importa siempre se saca. Y compensa”, dice sonriente.
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