Global Village, la otra conferencia sobre el sida
Cientos de activistas intercambian información y experiencias en un espacio alternativo al congreso
“Arriba está el negocio, abajo estamos los activistas, los que queremos ayudar a los enfermos porque muchos de nosotros lo somos. La gente nota esa diferencia, siente que en la otra parte hay gente haciendo negocio, vendiendo sus productos”, proclama Tiffany Right, de la Fundación Afroamericana del Sida, que participa estos días en las actividades alternativas que se desarrollan de forma paralela a la Conferencia Internacional sobre el Sida en Washington bajo la denominación de Global Village. Un cúmulo de actividades artísticas que difieren mucho de las sesiones científicas oficiales y que se desarrollan en un ambiente que sin duda huele a reivindicación.
Baile, música, asambleas, actuaciones y muchos puntos de encuentro que ayudan a los visitantes –a esta zona puede acceder cualquier ciudadano que lo desee, es gratis– a intercambiar experiencias y conocimientos. “Hay gente que no se puede pagar un congreso tan caro como este”, afirma Right. Dos pabellones enteros de información donde abundan las banderas multicolor, los rincones de debate y las pegatinas.
Se trata de un espacio vibrante y lleno de vida donde todos los visitantes comparten y aprenden de los demás, una oportunidad para todas las organizaciones que luchan contra el sida de encontrar una aplicación útil a sus recursos. “Necesitamos revitalizar el activismo en la lucha contra el sida, es necesario. Muchos jóvenes, sobre todo, no tienen una percepción correcta del peligro que corren. Creo que hemos fracasado, tenemos que volver a movilizarnos”, dice indignado Faisán Regueiro, de la Red Argentina de Ayuda al Sida.
“Estamos aquí en el Global Village y siento que no estamos haciendo suficiente, poca gente habla español en esta conferencia. Queremos ayudar pero el idioma es una barrera, quién lo iba a decir. Pero reconozco que es una buena red que permite a muchos actuar de forma conjunta. Aquí se ve el poder de la gente, de la sociedad civil”, añadió Regueiro.
También es un espacio que invita a los distintos delegados participantes en la conferencia a descubrir cómo “su ciencia” se transforma en acción comunitaria e intervención. Bambi Gaddist, presidenta del concilio por el VIH en el Estado de Carolina del Sur, se muestra preocupada: “Las historias y experiencias que he visto en este espacio me han hecho darme cuenta de que no es la gente la que necesita ser evaluada, sino el liderazgo”.
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