La geoingeniería para enfriar la Tierra, una estrategia arriesgada
Un informe de la Royal Society británica concluye que las tecnologías de gestión de la radiación solar no pueden sustituir a la reducción de emisiones
Si la actividad humana está cambiando el sistema climático de la Tierra a una velocidad de vértigo, ¿no se podría hacer algo en la dirección opuesta? Contra el calentamiento, ¿no habrá alguna forma de enfriar el planeta? Sí que hay formas. De momento son solo ideas y las investigaciones al respecto no pasan, por ahora, de simulaciones en ordenador o experimentos de laboratorio. La formación artificial de nubes brillantes sobre los océanos o la inyección de partículas en la estratosfera (como hacen naturalmente los volcanes), incluso la colocación de espejos y pantallas en el espacio o la adecuación de grandes extensiones en la superficie terrestre plantando cosechas de coloración clara, son posibilidades de lo que se denomina Gestión de la Radiación Solar (GRS). El objetivo es rechazar parte de la luz y el calor del Sol que llega al planeta y, así, enfriarlo.
Los ensayos de campo deben evitarse si no hay un marco de gobernanza
Parecen tecnologías de ciencia ficción, pero pudieran llegar a ser viables y la Royal Society británica acaba de publicar un informe al respecto evaluando los efectos y la conveniencia no ya de ponerlas en marcha, sino incluso de empezar a investigarlas y probarlas. Su primera conclusión es que la geoingeniería no puede tomarse en consideración como una alternativa a la reducción de las emisiones de efecto invernadero que provocan el calentamiento ni a las medidas de adaptación al mismo.
“Las tecnologías de GRS tendrían efecto relativamente rápido y su coste podría ser comparativamente bajo, pudiendo reducir algunos de los efectos más significativos del cambio climático”, resume el informe de la Royal Society, elaborado junto con la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo (TWAS) y el fondo para la Defensa del Medio Ambiente (EDF). “Sin embargo, se comprenden mal, tienen el potencial de ser peligrosas y hay riesgos asociados no solo con su despliegue, sino también con su investigación a media y gran escala”, se recalca en las conclusiones del documento elaborado por 27 expertos de 17 países.
Domesticar el Sol
- Puede reducir muy rápido la temperatura global .
- Puede reducir (no eliminar) los cambios de temperaturas y precipitaciones regionales .
- Las tecnologías pueden desplegarse con un coste relativamente bajo.
- Solo enmascarará algunos efectos del aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera; no es alternativa a su reducción.
- Habría efectos secundarios imprevistos por la incertidumbre de su impacto.
- Sin caída de los gases, una actuación de GRS tendría que mantenerse a largo plazo y el cambio climático sería rápido y pronunciado si se interrumpe bruscamente.
La geoingeniería, entendida como “la manipulación a gran escala del medio ambiente planetario para contrarrestar el cambio climático”, según la definió la Royal Society hace un par de años, incluye también diversas tecnologías de captura de carbono, pero estas últimas plantean menos incertidumbres que la GRS, puntualizaron los expertos, y su efecto de reducción de las temperaturas es lento.
La GRS podría ser útil como complemento del control de las emisiones, pero no es una solución del problema y conlleva riesgos de gran alcance. La reducción de la luz solar creando nubes brillantes artificiales o mediante aerosoles pueden reducir la luz y afectar negativamente a la fotosíntesis de las plantas o incluso tener impacto negativo en la salud humana en la población de zonas afectadas. Se puede reducir la producción de energía solar y alterar los patrones climáticos a escala regional, por ejemplo, los monzones. La inyección prolongada de aerosoles reflectivos en la estratosfera sería efectiva para inducir un cierto enfriamiento, como lo son las grandes erupciones volcánicas, aunque solo enmascararía el calentamiento y podría afectar negativamente a la capa de ozono. Por no hablar del impacto tan negativo en la astronomía y los telescopios terrestres, así como en la observación de la Tierra desde el espacio. Aún así, algunas de estas estrategias podrían llegar a ser la única opción “en caso de una emergencia climática”, apuntan los expertos.
Pero los métodos de GRS y sus efectos se conocen mal y solo las investigaciones y los ensayos podrán aportar respuestas. “Ninguna de estas tecnologías debe ponerse en práctica sin una caracterización profunda de sus potenciales impactos sociales y medioambientales y bajo acuerdos de gestión apropiados”, señala la Royal Society. Estas tecnologías pueden ser “muy beneficiosas o muy peligrosas”.
Dado el nivel actual de conocimientos, los expertos consideran que, de momento, no se deben desplegar ensayos a gran escala de GRS, aunque podrían permitirse, con un marco apropiado de gobernanza, actividades de investigación que sean meramente observacionales o realizadas en laboratorio y en trabajos de campo solo si sus impactos son despreciables. Eso sí, hay que determinar antes qué significa “impactos despreciables”. En cuanto a la conveniencia de proponer una moratoria para este tipo de investigaciones, los expertos del comité no se han puesto de acuerdo.
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