Cazadores de tormentas
A bordo de todoterrenos o con una mochila a cuestas, algunos meteorólogos aficionados salen al encuentro de tormentas, granizadas y tornados para fotografiar y registrar todo cuanto ocurre en esas manifestaciones de la naturaleza.
Hay gente que se pasa la vida mirando al cielo, con la cabeza literalmente en las nubes, intentando atrapar con sus cámaras, sus ordenadores y sus instrumentos meteorológicos los fenómenos más espectaculares que se dan en el gran escenario del cielo y a los que muchas veces el común de los mortales no prestamos la suficiente atención. Son los cazatormentas.
En España muchos se articulan alrededor de la página web Cazatormentas y en torno a la Asociación de Cazatormentas y Aficionados a la Meteorología (ACAMET), con sede en la ciudad malagueña de Ronda y formada por iniciativa de Daniel Díaz, Pedro C. Fernández y José Antonio López, donde más 5.500 usuarios participan activamente en sus foros digitales. Se interesan por la meteorología en toda España, en especial en el seguimiento de huracanes en la cuenca del Atlántico Norte, sobre todo durante temporadas muy activas, como la de 2005 o como lo está siendo la de 2011.
La pieza mayor de esta caza meteorológica es la gota fría
"Es una forma de vida, para nosotros todo está condicionado a esta ciencia. Nos levantamos y miramos el cielo, consultamos el satélite Meteosat o modelos meteorológicos y si viene algo interesante, nos movilizamos", explica el vicepresidente de ACAMET, Pedro C. Fernández. La asociación no está formada solo por meteorólogos de formación, sino por cualquier persona que esté lo bastante interesada para vivir pendiente de las nubes, para cada mañana levantar la mirada hacia el cielo y desplazarse hasta donde la atmósfera esté cociendo algo importante.
"Nos interesan los fenómenos meteorológicos extremos: las bolsas de aire frío en las capas altas de la atmósfera que provocan tormentas y fuertes lluvias (gota fría), las ciclogénesis explosivas en verano o las grandes nevadas en invierno", dice Fernández.
En sus andanzas siguiendo estas manifestaciones de las nubes y el viento, muchas veces viven situaciones en las que la adrenalina se dispara: "estar cerca de un tornado se lleva la palma, claro, aunque la tormenta eléctrica también tiene bastante riesgo, ya que el rayo es impredecible y no sabes dónde puede caer". Luego están los fenómenos como el reciente huracán Irene, que iba a asolar la costa oeste de Estados Unidos. "Fenómenos como Irene tienen enorme interés", explica Fernández, "son muy violentos pero a la vez extremadamente delicados. Son muy dependientes del entorno y necesitan un ambiente meteorológico tranquilo para mantenerse, como se vio en Nueva York, cuando fue menos fuerte de lo esperado. Aunque en meteorología no hay recetas válidas, es una ciencia bastante inexacta, donde dos más dos no siempre son cuatro".
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