El 'hacker del Pentágono', más cerca de ser juzgado en EE UU
El acusado podrá ser extraditado ya que Reino Unido ha rechazado su apelación.- Gary McKinnon accedió ilegalmente a los sistemas del Pentágono y la NASA
Un ciudadano británico buscado en los Estados Unidos por infiltrarse en las redes de la NASA y el Pentágono, en un caso que se conoció como el mayor hack (violación de sistemas de seguridad informáticos) de la historia, ha perdido hoy viernes una apelación contra su extradición, lo que hace más probable que sea juzgado en Estados Unidos, según informa Reuters. Gary McKinnon, de 43 años, lleva tres años embarcado en una batalla legal para intentar evitar la extradición, incluida una apelación al Tribunal europeo de derechos humanos, pero parece que se la acaban las salidas, ya que el Tribunal Supremo de Gran Bretaña ha desestimado hoy su última apelación.
El alto tribunal ha rechazado los argumentos de los abogados de McKinnon, que sostenían que la extradición de su cliente, al que recientemente se le diagnosticó el síndrome de Asperger (una forma de autismo), "tendría consecuencias drásticas pasa su salud", incluida una posible psicosis e incluso el suicidio. Los magistrados también han desestimado sus peticiones para una revisión judicial del caso. Sus abogados incluso han intentado que McKinnon fuera juzgado en Gran Bretaña para evitar la extradición.
McKinnon, cuyos abogados le describen como "excéntrico de los ovnis" que usó Internet para buscar vida extraterrestre, está acusado de provocar un apagón de 24 horas en toda la red del ejército estadounidense en Washington, compuesta por más de 2.000 ordenadores. Las autoridades de EE UU lo llamaron el mayor hack de toda la historia. Fue detenido en 2002, después de que la fiscalía estadounidense lo acusara de acceder a ordenadores ilegalmente, incluidos los sistemas del Pentágono y la Nasa, y de provocar daños por un valor de 700.000 dólares.
McKinnon señaló a Reuters en 2006 que sólo es un fánatico de los ordenadores que quería averiguar si existen los extraterrestres y se obsesionó con rastrear grandes redes de datos militares en busca de cualquier prueba que mostrase que existe vida alienígena. Empleó su propio módem de 56k desde su domicilio de Londres, sin ninguna clave de acceso y de alguna manera consiguió eludir todas las medidas de seguridad que había adoptado el ejército estadounidense. Si acaba siendo condenado por un tribunal estadounidense, podría enfrentarse a una pena de 70 años de cárcel.
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