Una ley para la esperanza pero dentro de tres meses
Una norma que convierte en donantes a todos los argentinos no será aplicable hasta abril, pese a la urgencia de muchos ciudadanos que necesitan un transplante
Los casi 6.000 argentinos que esperan el transplante de un órgano tienen un motivo más para la esperanza. Una ley que entra en vigor mañana convierte automáticamente en donantes a todos los mayores de 18 años que no hayan dejado constancia expresa de su negativa. Sin embargo, una última traba administrativa impedirá a los pacientes beneficiarse de momento de esta norma: la medida no será de aplicación hasta que concluya, dentro de tres meses, una campaña de concienciación que contempla la propia ley. Para muchos será demasiado tarde.
Nadine Clavero es una de ellos. Con sólo 11 años está internada en un hospital de la ciudad de Córdoba, sufre una severa cardiopatía y necesita urgentemente un transplante de corazón. No puede esperar tanto tiempo, según informa Clarín en su edición digital, que hoy difunde el dramático llamamiento de su tía y madre adoptiva, Antonia. "Que alguien se apiade de mi nena" afirmaba la mujer, de 31 años. "Mi hijita ya no da más. Yo sólo le pido a las familias que puedan donar un corazón que piensen en que pueden donar vida. Sé que es duro. Para mí también lo sería, pero por favor, ayúdenla a vivir", ruega a través del diario.
Y los médicos advierten de que no le queda mucho tiempo: según Ricardo Pieckenstainer, director del hospital donde está ingresada, la niña padece una "insuficiencia cardiaca crónica terminal". El médico ha adelantado que "si Nadine sufre un paro cardíaco es muy probable que no hagamos reanimación. Es que ese corazoncito está tan dañado que un paro sería el final natural de la enfermedad".
La demora en la aplicación de una ley en vigor ha provocado la polémica, máxime cuando deja al descubierto casos tan dramáticos como éste. También desde las páginas de Clarín, Alberto Amato se queja de esta situación, que atribuye a un mal típicamente argentino, el exceso de burocracia. "Tenemos la ley pero no la aplicamos. Una niña de 11 años puede morir mañana por eso. Todo depende ahora de que una campaña de publicidad de 90 día que concientice a los ciudadanos. ¿Cómo no se creó conciencia antes? ¿No hay suficiente conciencia sobre la importancia de donar órganos? La burocracia no es sólo un mal de los asuntos públicos. También es un estado mental".
Más de 5.000 personas a la espera
Con la anterior norma había que manifestar la voluntad de ser donantes. A partir de la próxima semana los mayores de 18 años que se opongan a la donación de sus órganos podrán dejar constancia de ello en el Registro Civil, la Policía Federal y el INCUAI (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante), ya sea en forma personal o por carta documento o telegrama gratuito en correo argentino. Sin embargo, la voluntad del difunto se respetará cualquiera que sea la forma en que se hubiere manifestado. Es decir la persona no necesariamente tiene que expresar su negativa por escrito, basta que se lo diga a un familiar o allegado.
La norma, según informa en su edición digital el diario La Nación favorecerá a 5.750 personas que se encuentran en lista de espera. Según los datos ofrecidos por este periódico, 5.223 esperan un riñón, 279 un hígado, 116 un corazón, 70 un pulmón, y 33 un pulmón y un corazón. Se calcula que dos personas mueren cada día en el país a la espera de un órgano, una dramática estadística que espera revertir esta ley. De momento la tasa de donación efectiva es de 11 donantes por cada millón de habitantes, una cifra que permitió realizar 361 transplantes hasta que se sancionó la ley el pasado año.
La Iglesia Católica ha mostrado su oposición a esta ley con el argumento de que viola la libertad de la persona y provoca que el Estado avance indebidamente por encima de los ciudadanos. Según afirmó el pasado 31 diciembre el director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica de Argentina, padre Alberto Bochatey, al diario Clarín, "cada persona, como ser libre y responsable, debería decidir por sí misma". Bochatey aseguró además que la norma "puede violentar la sensibilidad de los familiares y los médicos frente a una situación que suscita interrogantes y temores de muchas personas.
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