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Reportaje:

Comienza la caza anual de miles de focas en Canadá

Grupos ecologistas lanzan un boicot mundial a la pesca canadiense, sector que genera miles de millones de dólares frente a los poco más de 15 que produce la piel de foca

Un año más, con la llegada de la primavera se produce la misma escalofriante matanza de miles de crías de focas arpa en Canadá, con el método de golpear hasta la muerte a los animales en la cabeza con una estaca para evitar que se dañe su valiosa piel. Con las primeras luces del pasado martes, más de 60 barcos canadienses con centenares de pescadores empezaron su batida por los hielos que rodean las islas Magdalena, teñidos ya de un intenso rojo. Hasta que concluya la veda, allí morirán unos 90.000 ejemplares del total de 320.000 que se permiten cazar este año. Y allí se quedarán, ya que sólo interesan las pieles, que se arrancan in situ. La veda se ha abierto entre protestas de grupos ecologistas, que han lanzado un boicot mundial a los productos pesqueros canadienses.

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En medio de fuertes rachas de viento, aguas picadas, una intensa lluvia que se mezcla con nieve y una persistente neblina que hace aún más peligroso caminar entre los hielos flotantes del golfo de San Lorenzo, los pescadores que llevaban días en sus barcos esperando la apertura de la veda comenzaron a matar los primeros ejemplares del total de 320.000 autorizados, la misma cifra que el año pasado, que ya supuso la mayor matanza de los últimos 25 años. De esta cifra, 90.000 serán cazadas las islas Magdalena. Las restantes 230.000 tendrán el mismo fin en las aguas del Atlántico frente a la isla de Terranova a partir del 12 de abril. En el momento que se mataba a la primera foca, Sea Shepherd y otros grupos ecologistas como Greenpeace ponían en marcha una campaña para boicotear la pesca canadiense, un sector que genera miles de millones de dólares frente a los poco más de 15 que produce la caza de focas.

Las focas llegan desde el norte a esta zona de Canadá a finales del invierno para parir, pero los cazadores deben esperar para capturarlas un mínimo de tres semanas, cuando las crías ya tienen un pelaje plateado y dejan de ser amamantadas. Pero no sólo exterminan crías, también adultos, siempre que no estén embarazados o criando. Los animales, la inmensa mayoría de entre las tres semanas y los tres meses, son golpeados en la cabeza con estacas o, los más afortunados, son disparados con rifles. Las regulaciones del Gobierno canadiense estipulan que el primer golpe tiene que ser mortal para evitar el sufrimiento de los animales, pero organizaciones ecologistas como el Fondo Internacional del Bienestar Animal (IFAW) afirman que muchas focas siguen conscientes tras el estacazo inicial y mientras dura la paliza.

Intentos por comercializar su carne

Para asegurarse de que están inconscientes, los cazadores -en su mayoría pescadores de Terranova que intentan ganar unos dólares extra ante la falta de pesca en sus aguas- tienen que efectuar el llamado "parpadeo reflejo": tocar con el dedo una córnea del animal para ver si reacciona. Una vez muertos, los animales son despellejados, ya que la única parte de estos mamíferos marinos que tiene verdadera utilidad comercial es la piel, muy demandada en países como Polonia, Rusia y Ucrania. A pesar de los intentos del sector por comercializar su carne -para hamburguesas o una especie de salchichón seco- y hasta los penes -un producto de gran demanda en algunos países asiáticos- los beneficios que reporta son mínimas. En el 2001, un equipo de veterinarios llevado por IFAW documentó numerosos casos en los que las focas eran despellejadas vivas, una acusación que las autoridades canadienses niegan.

En 1995, la doctora Mary Richardson, entonces veterinaria general de la provincia de Ontario, señaló: "A lo largo de mi carrera, he visto animales morir en mataderos, laboratorios de investigación y refugios animales, y puedo asegurar que la crueldad de la caza de focas no sería tolerada en estas instituciones". El lunes, poco antes del inicio de la caza, un grupo de pescadores de Terranova, apostados en el golfo de San Lorenzo, negaban que la caza de las focas sea muy distinta del sacrificio de vacas u otros animales en los mataderos. "Es igual. Un golpe en la cabeza y están muertos", afirmaba uno de los tripulantes ante un grupo de periodistas. Más de uno afirma que si tuvieran otra ocupación no dedicarían tres o cuatro días al año a la caza de focas, pero tampoco tienen demasiados reparos éticos con una práctica que consideran su "derecho".

La mayoría se pasa el año sin poder salir a faenar tras el desplome de la captura del bacalao en la década de los 90 y subsisten gracias a las ayudas del Gobierno canadiense. Los entre 3.000 y 10.000 dólares que algunos pueden hacer en una semana con las focas es más que suficiente para atraerlos a los hielos cada año. Además, muchos consideran la caza una especie de revancha porque creen que las focas se comen los bacalaos, un mito fomentado desde 1996 por el entonces ministro de Pesca, Brian Tobin, pero que nadie ha podido demostrar. La población de foca arpa o de Groenlandia se estima en unos 5,2 millones de ejemplares. Además de focas de Groenlandia, en Canadá se capturan, en mucha menor cantidad, focas grises y focas de casco.

Una foca arpa, entre los restos de ejemplares sacrificados, en las islas Magdalena durante el primer día de batida.
Una foca arpa, entre los restos de ejemplares sacrificados, en las islas Magdalena durante el primer día de batida.AP

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