Rosados de fábula para brindar y celebrar

El rosado vive su mejor momento. En las últimas dos décadas, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), su producción ha aumentado un 25%. De ser denostado en la mayoría de las cartas ha pasado a ocupar un lugar de distinción. En España, donde el rosado ha sido un poco el olvidado de la fiesta, cada vez más productores y bares especializados le están dando el lugar que se merece. Un mundo en sí mismo, lleno de matices y personalidad.

Sara Oldenburg, sumiller y curadora de vinos en la distribuidora del restaurante Gota y del colectivo Fondo Supper Club, lo tiene claro: “Los rosados son versátiles, sorprendentes y pueden encajar en cualquier ocasión”. Habla de vinos como los de Pielihueso, una bodega argentina regentada por Alejandro y Celina Bartolomé, padre e hija, donde se elabora uno con petit verdot y un toque de malbec “que rompe esquemas”. También menciona el Tiremos Pieles, experimento de la bodega Pequeños y Salvajes, en el que se mezclan pieles de distintas variedades para crear un rosado con carácter. “Son vinos que desafían etiquetas y pueden conquistar tanto a los que buscan frescura como a los que quieren algo más complejo”, comenta.

Otra especialista, Antonella Berton, de Fun Fun, el bar madrileño de vinos naturales situado en La Latina, también los tiene en muy buena estima. “Cada semana ofrecemos entre cuatro y cinco opciones distintas, apostando por lo inesperado”, responde. Y menciona a Punta de Flecha, una pequeña bodega madrileña, con viñedo en Serranillos del Valle, que produce un rosado de garnacha de viñas viejas con producción limitadísima. “También me gusta mucho Cambuix, de Cati Ribot, la viticultora mallorquina”, dice. Este rosado “casi tinto”, hecho con manto negro y callet, nace de unas viñas “que sobrevivieron a una tormenta de granizo”.

Lujo (y cumpleaños) en rosa con Moët & Chandon

Los espumosos rosados también están a la orden del día. Pharrell Williams, rapero, empresario y director creativo de la línea masculina de Louis Vuitton, y Moët & Chandon han unido fuerzas en el champán rosado Néctar Impérial Rosé, parte de una colección de botellas de edición limitada para disfrutar en cumpleaños y celebraciones especiales. Porque la tradición viene de lejos: Paul Newman celebró sus 40 años en 1965 con botellas de Moët, y Scarlett Johansson dio la bienvenida a los 30 en 2014 también con sus burbujas.

En la nueva colección creada junto a Pharrell Williams, además del Néctar Impérial Rosé se han creado ediciones especiales de Brut Impérial, en color azul, rojo y dorado. Y, aún más exclusiva, una cápsula lazo con botellas rematadas con una lazada que evoca el diseño que tenía la botella en 1892. Ese lazo que ahora decora las nuevas botellas ha sido creado por los artesanos del parisino Atelier Baqué Molinié. La joya de la corona, sin embargo, es el Brut Impérial en formato Jeroboam, del que solo se han producido 30 unidades, decoradas a mano por la artista Astrid de Chaillé.