¿Es ‘sexy’ leer? Por qué lo que el otro lee (o no) es tan importante para forjar una relación
John Waters ve imposible tener relaciones sexuales con quien no lee y la cultura pop ha ensalzado las librerías como el lugar de ‘dating’ insospechado. ¿Por qué es tan ‘sexy’ quien lee?
Pese a que somos conscientes de que la serie You es lo contrario a una comedia romántica, pues su protagonista es un peligroso psicópata erotómano (sin duda, no es la carta de presentación del galán soñado), el amor del personaje por la lectura y la forma en la que hace de las librerías su Tinder viene a reforzar la recurrente idea de que leer es, entre otras cosas, tremendamente sexy. Prueba de ello es que existen diversas cuentas en redes sociales cuyo contenido consiste en imágenes apuestos hombres leyendo, y aún con miedo a poder ofender a los amantes del universo Kindle, en realidad es innegable que el libro físico emana cierta sensualidad y magnetismo que el universo digital no puede capturar. Porque, ¿acaso permite una carcasa saber qué está leyendo ese apuesto compañero de metro?
¿Es el libro el amuleto de la libido?
La anteriormente mencionada serie de Netflix, You, romantiza la idea de conocer a nuestra alma gemela entre libros, y aunque por supuesto, al ser su protagonista tan ducho en cuchilladas como en libros, el amor por la lectura queda en un segundo plano, en realidad la lectura no deja de ser una buena forma de saber cuándo nos hallamos ante un interés mutuo, siendo el objeto de lectura fundamental en ocasiones para saber si ese interés romántico tiene futuro. La lectura fue capaz de conectar a Meg Ryan y Tom Hanks en Tienes un email, donde interpretan a los dueños de dos tiendas de libros, y las librerías suelen ser en el cine y en la televisión un inesperado enclave idóneo para las citas en el que no es complicado, en la ficción, que dos personas se enamoren instantáneamente entre libros, como ocurre también en Notting Hill.
Llevamos décadas insertos en la narrativa de que la lectura une y enamora, por lo que no es extraño que estemos inmersos en esta fantasía.”La cultura pop ha hecho mucho daño. Hay toda una construcción arquetípica alrededor de la figura de un hombre con un libro: le atribuimos profundidad, sensibilidad, un punto de incomprensión, un mundo interior... Cada una construye la fantasía a su medida, pero partimos de la base de que este hombre será más interesante por leer. Sin embargo, la verdad es que un hombre con un libro no es más que eso: un hombre con un libro. No creo que la lectura sea un indicador muy fiable de nada en la vida. Quizá de que detrás hay una persona que es capaz de pasar tiempo a solas, pero no mucho más”, explica Gabriela Consuegra, autora de Ha pasado un minuto y queda una vida.
No es solo la ficción la que promueve la idea de que alguien que lee es irremediablemente sexy, sino que las redes sociales se han encargado de alimentar esta idea con cuentas como Hot Dudes Reading, que tiene más de un millón de seguidores y tal éxito que incluso ha sido llevada al universo de las estanterías en un libro de fotografías homónimo. “Cuando estás atrapado bajo tierra sin Wi-Fi, en el metro, tu mente es libre de divagar... Y para mí y mis amigos, lo que más nos gusta es fantasear con los hombres con los que nos cruzamos en nuestra vida diaria. Como verdaderos millennials, compartimos estas fantasías entre nosotros a través de mensajes de texto grupales. Estuvimos de acuerdo unánimemente en que los chicos que leían un buen libro antiguo eran más atractivos que los que están pegados a sus teléfonos, o que quienes se limitan a huir del mundo con sus auriculares”, escriben al comienzo del libro los creadores de esta popular cuenta.
La lectura como manantial de ‘matches’
“Si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te acuestes con esa persona”, dijo el cineasta John Waters. El gusto por la lectura puede estrechar o alejar relaciones, y por eso incluso ahora existe una app llamada Klerb, que ya ha sido apodada como el “Tinder para los ratones de biblioteca”, pues conecta al usuario con quienes comparten gustos literarios. ¿Pueden los libros ser indicativos de que la otra persona puede ser La Persona? “En realidad, diría que es cuestión de gustos. A mi marido le encanta la ciencia ficción (tanto en el cine como en la literatura) y a mí me aburre sobremanera, pero sí que puede pasar que los dos leamos el mismo libro y lo disfrutemos muchísimo, como por ejemplo nos pasó con libros tan dispares Tan poca vida, de Hanya Yanagihara, Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez o La historia de los vertebrados, de Mar García Puig. Al fin y al cabo, se trata de entretenimiento, y lo bonito es poder hablar de ello con tu pareja, incluso si tienes opiniones distintas. Quizás otra cosa distinta sería el tema del ensayo”, asegura Andrea Tommasini, jefe de prensa en Penguin Random House. “Yo tengo la costumbre de fijarme mucho no solo en si la gente lee o no, sino también en lo que lee, pero creo que en mi caso es más una deformación profesional que otra cosa. No lo hago para juzgar, sino por mera curiosidad. Trabajo en un sello que publica libros de corte comercial y eso me ha enseñado, entre otras cosas, a no despreciar ningún género, porque en cada uno hay libros buenos y libros malos. Por supuesto que hay red flags. Yo tengo las mías, pero cada uno debería poner las suyas”, añade.
Las barreras de los géneros y los autores
Ahora que sale el tema de las red flags, ¿puede ser un género literario, o incluso la pasión por un autor determinado, la señal inequívoca de que la relación no dará más de sí? “Para mí es muy red flag la novela histórica (Roma y Grecia en particular) o las memorias de emperadores y conquistadores. Cualquier cosa que lleve la etiqueta de “historia épica y colosal”. ¡Imagínate que en la primera cita alguien te habla de las gestas de Alejandro Magno!”, dice Estela Cebrián, Cronista social y cofundadora del Podcast cultural Las Amigas Estupendas. “Coincidir en gustos y lecturas es importante, pero no imprescindible. A mí lo que me atrae más es que esa persona te hable con pasión de sus gustos, aunque no los compartas —siempre y cuando no te hable del Mein Kampf, claro— y que escuche con atención sobre los tuyos. También me parece importante saber reírse de que al otro le parezca un aburrimiento tu libro favorito”, señala. “Más que un género, creo que hay autores que son una gran red flag. Hace poco, mi editora me envió la historia de un chico que publicó que su candidato al Nobel de Literatura era Houellebecq. Y es cierto que de repente, muchos rasgos de su carácter cobraron sentido”, matiza Consuegra.
Keith Oatley, psicólogo y novelista, señalaba tras revisar un estudio sobre los beneficios de la lectura para la imaginación que leer ficción fomenta la empatía, pues la lectura ayuda al lector a formar ideas acerca de las ideas, motivaciones y emociones de los demás para trasladar después tales experiencias a la vida más allá de las páginas. Es decir: la lectura ayuda a generar empatía, amplía las miras y para qué negarlo, es sexy. “Leer es un acto muy individual, solitario e íntimo. Cuando vemos a alguien leyendo, le vemos ajeno a todo lo que pasa a su alrededor, perdido en su mundo (o el que le construye el libro). Es una manera de ver a esa persona en su intimidad, y no hay nada más sugerente que eso. Además, genera una curiosidad increíble por saber qué le pasará por la cabecita”, dice Cebrián.
Incluso las librerías, más allá de ese halo construido por la cultura pop, no dejan de ser entornos románticos en los que el olor a papel y la sapiencia de que quienes ahí se encuentran aman la lectura hace que no resulte descabellado pensar que tal vez, en lugar de buscar el amor en la barra de la discoteca o incluso en Tinder, lo oportuno sea hacerlo entre libros. “Veo tu inteligencia cuando pasas las hojas de un libro y un destello te ilumina”, dijo Guillermo Carnero, y ese es el poder de la lectura: hacernos pensar que el otro comparte gustos, reflexiona y cómo no, lee. Otro asunto es qué conclusiones saca de la lectura, pero ese ya, es otro tema…
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