¿Y si los parabenos no son tan malos?: fórmulas mohosas y productos cosméticos con una vida útil corta
Llevan más de 15 años siendo los enemigos indiscutibles de la belleza, pero muchos expertos ponen en duda su mala fama y cuestionan la efectividad de los actuales sistemas de conservación
El 10 de julio la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) comunicó la retirada del mercado de varios lotes del Agua Micelar Calmante 3 en 1 Very Rose de Nuxe por la presencia de la bacteria Burkholderia cepacia. El pasado mes de abril la AEMPS también anunció la retirada de un lote del Sérum firmeza Nectar of Bio Les Cosmétiques Design Paris (comercializado por Carrefour) por contaminación microbiológica. Y en julio del 2023 se retiraron del mercado varios lotes del maquillaje corrector Essence Camouflage+ Matt concealer por la presencia de la bacteria Pseudomonas aeruginosa. Todos estos cosméticos forman parte de la nueva ola cosmética que aboga por ingredientes limpios, respetuosos con el medio ambiente y, por supuesto, sin parabenos, los grandes enemigos de la belleza desde hace más de una década.
El fenómeno es global y, tras la retirada del mercado de varios lotes de productos cosméticos en Estados Unidos por contaminación bacteriana y presencia de moho, la revista de belleza Allure publicaba en el mes de octubre el artículo Los parabenos no son el problema poniendo el foco en la debilidad de los actuales sistemas de conservación de los productos de belleza. “Entiendo que salten las alarmas sobre si los actuales sistemas de conservación actuales son más débiles, pero a mí me surgen otras preguntas con diferentes enfoques. ¿Cómo se han contaminado tantos lotes?, ¿qué ha fallado en el control de calidad?, y quizá la más importante que englobaría a toda la comunidad científica, ¿los microrganismos son ahora más resistentes a los sistemas de conservación? Si hoy tuviese que formular un producto cosmético, buscaría la respuesta”, explica a S Moda Victoria Lovelle, licenciada química y experta en formulación en el Beauty Cluster. En el centro de toda la polémica están los parabenos, un grupo de conservantes muy utilizados en cosmética hasta mediados de la década de 2010, cuando las marcas de belleza comenzaron a evitarlos hasta convertirlos en uno de los principales enemigos de la llamada ‘cosmética limpia’ que engloba a los productos libres de sustancias químicas teóricamente nocivas, entre muchas otras cosas. Empecemos aclarando conceptos.
¿Qué son los parabenos?
Hay muchas creencias erróneas alrededor de estos conservantes. Stanpa, la asociación nacional de perfumería y cosmética habla caro “los parabenos son productos químicos muy usados como conservantes en cosmética, alimentación o medicamentos. Son derivados del ácido para-hidroxibenzoico (PHBA) que se produce en muchas frutas y verduras; y también en el organismo por la descomposición de algunos aminoácidos. En cosmética solo están autorizados los cuatro parabenos aprobados por el Comité Científico de Seguridad de los Consumidores de la Unión Europea (SCCS): metil-, etil-, propil-, y butil- parabeno. Estos conservantes protegen a los productos frente al crecimiento de bacterias, hongos, levaduras y microorganismos. Hay que tener en cuenta que los cosméticos se tocan con las manos, se mantienen abiertos durante minutos y, sobre todo, son ricos en nutrientes y agua, ingredientes muy atractivos para los microorganismos. Por eso, todas las fórmulas necesitan incorporar conservantes”. Teresa Alcalde, directora del Máster en Dermocosmética Farmacéutica de IL3 Universitat de Barcelona puntualiza “hay que aclarar que los parabenos son los conservantes con mayor número de estudios toxicológicos porque se llevan usando en cosmética más de 80 años. Cumplen muy bien su función y no suelen causar irritaciones, incluso en pieles sensibles. Están permitidos por la Legislación Cosmética europea en las dosis autorizadas: un máximo de 0,4% para metilparaben; 0,4% para etilparaben; 0,14% para propilparaben y butilparaben y hasta 0,8% para la mezcla de parabenos totales en la fórmula”. Entonces ¿dónde está el problema?
Parabenos: demonización y quimiofobia
La mala fama de los parabenos no es nueva. “En los años noventa varias publicaciones científicas afirmaron que tenían efectos negativos sobre el metabolismo y, a finales de esa década, otros estudios los clasificaron como disruptores endocrinos. En 2004 saltó la alarma cuando un estudio lo relacionó con el cáncer de mama al afirmar que muestras de tejido tumoral tenían altas concentraciones de metilparaben”, explica la experta en formulación Victoria Lovelle. La mayoría de estas publicaciones han sido refutadas: “Así es, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras autoridades han indicado que no hay evidencia concluyente para respaldar estas afirmaciones en los niveles utilizados en cosméticos. Además, estudios más recientes han demostrado que su absorción en la piel es mínima y no representan un riesgo significativo para la salud”, incide Amparo Violero, Technical & Project Development Manager en MiiN Cosmetics.
Sin embargo, esta creencia ha calado hondo entre los consumidores y, las marcas, huyen de ingredientes polémicos. “Muchos consumidores consideran que todos los parabenos son peligrosos, y no es así porque no todos tienen la misma estructura ni el mismo impacto en la piel; pero la percepción pública es que son un grupo de conservantes a evitar. Esta visión ha hecho que muchas empresas opten por fórmulas ‘libres de’ para poder vender sus productos. Los controles son muy rigurosos y hay ciertos tipos de parabenos prohibidos en cosmética. En 2014 en la Unión Europea prohibió el isopropilparabeno y el isobutilparabeno; y en 2015, el metilparabeno y el etilparabeno se restringieron en productos infantiles. La lista sigue en revisión constante, y algunos todavía están en estudio, mientras que otros son seguros dentro de ciertos parámetros”, apostilla Paola Gugliotta, master en genética por la universidad de Harvard y directora de The Today Project.
La evidencia científica que los vincula con determinados trastornos hormonales también es controvertida. “Los disruptores endocrinos son sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal y por eso se mantiene un control exhaustivo sobre ellas. Los parabenos se encuentran en el mundo vegetal en numerosas frutas y plantas, además, se utilizan en productos de alimentación y farmacia desde hace más de 80 años. Se identifican con la letra E seguida de una N y un número. ¿Se sabe? ¿Algún consumidor lo mira? ¿Le preocupa tanto como en cosmética? Pienso que todo lo que tiene que ver con la cosmética se magnifica de forma desproporcionada”, explica a S Moda Mar Jal, farmacéutica y directora de Laboratorios Magriña.
La experta Teresa Alcalde puntualiza que “el más estrogénico entre los parabenos permitidos es el butilparaben, y aún así su efecto estrogénico es muy bajo. Hay parabenos prohibidos por la legislación cosmética europea, pero no porque hayan demostrado ser perjudiciales, sino por falta de estudios. Creo que su mala fama va unida a la desinformación. Los han demonizado personas que van de científicas, una prensa alarmista, las redes sociales y apps pseudocientíficas tipo Yuka. Se ha utilizado el miedo para vender y ha provocado quimiofobia en los consumidores, que es fobia injustificada a los ingredientes químicos”, afirma con rotundidad Teresa Alcalde. La farmacéutica Mar Jal coincide: “Los parabenos han sido víctimas de una campaña sin precedentes. Muchas empresas cosméticas se han apuntado a conceptos como toxic-free o libre de químicos, dos falsas expresiones que han calado con entusiasmo entre los consumidores. La cosmética no incluye tóxicos porque su reglamento es estricto. Otra cosa es que haya activos que a cierta concentración puedan presentar toxicidad. Por eso se hace un seguimiento y control exhaustivo de su uso y efectos”. Por este motivo la Unión Europea prohíbe el uso del reclamo ‘libre de parabenos’ en los envases cosméticos. “Es que hace pensar al consumidor que el producto que no los lleva es mejor que el que sí los contiene. De la comunicación desleal nace la quimiofobia que sufrimos en la actualidad”, concluye Victoria Lovelle.
El reto de formular sin parabenos
Cosméticos que caducan antes, mayor riesgo de contaminación, ¿qué supone en realidad formular sin parabenos? “No utilizarlos añade muchas dificultades porque son uno de los conservantes más efectivos contra las bacterias y los hongos, además de ser estables y económicos. Al eliminarlos, los formuladores debemos recurrir a alternativas que no siempre aportan la misma eficacia ni estabilidad a largo plazo. Además, algunos sustitutos pueden requerir concentraciones más altas, lo que aumenta el riesgo de irritación”, dice Lara González, cosmetóloga de Byoode. Los formuladores advierten que la elección de los conservantes es uno de los puntos más delicados de su trabajo. “Es un desafío. Debemos crear cosméticos eficaces y seguros evitando el crecimiento de microorganismos, el deterioro del producto y la desestabilización de la fórmula. Pero muchos conservantes están muy cuestionados y esto nos obliga a encontrar alternativas eficaces sin comprometer la estabilidad de la fórmula ni la salud del consumidor. Además, muchos conservantes son irritantes o alergénicos en ciertas personas, lo que añade otra capa de dificultad”, apunta Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD. Muchos formuladores se quejan de las consecuencias de haber llegado a este punto “los bulos y las falsas creencias han afectado a nuestro trabajo. Nos limita mucho tener que buscar materias sin mala prensa, aceptadas por el consumidor y aprobadas por la aplicación Yuka. Además, no son tan efectivas y suelen ser muy irritantes. Por eso está surgiendo la corriente ‘no te fijes en lo que no contiene sino en lo que contiene’. Pero, sinceramente, revertir esto va a ser difícil”, explica a S Moda un formulador que prefiere mantener el anonimato.
¿La cosmética sin parabenos es más segura?
El marketing ha jugado un papel clave en la creencia de que los cosméticos sin este tipo de conservantes son más seguros. Pero como ya hemos dicho, no hay pruebas concluyentes de que los parabenos, en las concentraciones utilizadas, sean peligrosos. “Su eliminación responde más a la presión del consumidor y al marketing que a una necesidad basada en evidencia científica. En muchos casos, la efectividad de los productos sin parabenos es comparable a los que los contienen, pero desde un punto de vista de mera formulación lo efectivo y fácil es utilizarlos”, puntualiza Raquel González, cosmetóloga y directora técnica de Perricone MD. Los conservantes que suelen usarse como alternativa a los parabenos incluyen el fenoxietanol, los sorbatos o el ácido benzoico, entre otros. “Son efectivos, pero no siempre ofrecen la misma estabilidad que los parabenos a largo plazo. Los formuladores tenemos que asegurar que los conservantes protegen el producto durante toda su vida útil, lo que origina productos más costosos o la necesidad de utilizar envases especiales” afirma Lara González. A veces, muchos de estos conservantes ‘limpios’ fallan. “Los conservantes alternativos no tienen la misma eficacia que los parabenos y pueden no ser tan amplios en su acción, lo que lleva a problemas de contaminación”, aclara Amparo Violero de MiiN Cosmetics.
La farmacéutica Mar Jal habla sin ambages “para obtener la misma efectividad trabajamos con el triple de conservantes que cuando utilizábamos parabenos. Cuando lo ideal es utilizar menos conservantes y más rotundos. Como alternativa se utilizan los glicoles, los ácidos orgánicos que exigen un pH más bien ácido y los extractos vegetales en concentraciones mucho más elevadas para asegurar su efectividad. Además, por su propia naturaleza los conservantes tienen que agredir a los microorganismos, por tanto, es lógico que tengan cierto perfil irritante en la piel. Los formuladores sabemos que los parabenos nunca generan problemas de estabilidad y dan confianza frente a la contaminación. Pero cada vez más marcas los evitan, no por convicción, sino por la imposibilidad de luchar contra una opinión pública afectada por un entorno digital poco formado”.
¿Ha llegado muy lejos el concepto de ‘belleza limpia’?
Desde hace una década infinidad de marcas cosméticas y cadenas de compra fomentan el consumo de la belleza limpia. ¿Qué es en realidad la ‘clean beauty’? “No existe una definición oficial, así que cada marca lo interpreta como quiere. Para algunos se trata de una cosmética elaborada con pocos ingredientes; para otros son todos aquellos productos libres de activos ‘controvertidos’ como siliconas, colorantes, derivados del petróleo o parabenos; y los hay que piensan que es una cosmética natural y ecológica. Pero no siempre lo natural es más sostenible a nivel ambiental. ¿Un extracto vegetal importado desde la Amazonia a Europa causa menos huella ambiental que un activo obtenido por química verde en Barcelona? Lo dudo”, aclara Teresa Alcalde. La farmacéutica Mar Jal coincide “la naturalidad está sobrevalorada y no es sinónimo de inocuidad. El alcohol bencílico, por ejemplo, uno de los conservantes estrella de la naturalidad, es un potente alérgeno que admiten certificadores naturales reconocidos. Es evidente que hay que ir a un contexto de sostenibilidad, biodegradabilidad y economía circular. La industria cosmética está comprometida con estos valores, pero, a veces, debe sacrificarse cierta naturalidad en aras de la seguridad”.
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