Un experimento consigue simular los beneficios de la siesta sin dormir
La investigación apunta a la posibilidad futura de una terapia para corregir los daños del insomnio
Que dormir es una necesidad primaria, como beber y comer, es algo que todos hemos experimentado después de una noche de mal sueño, y lo que ocurre en situaciones extremas lo sabemos por casos desgraciados como el de las familias que sufren una forma letal de insomnio hereditario. Sin embargo, por qué necesitamos dormir es un misterio aún no del todo resuelto. Un equipo de investigadores ha conseguido simular uno de los beneficios del sueño por estimulación cerebral, lo que apunta a la posibilidad futura de una terapia para corregir los daños del insomnio, pero también a algo más: ¿llegaremos a tener un dispositivo que nos permita disfrutar del descanso del sueño sin necesidad de dormir?
El descanso reparador es la visión más clásica del porqué de la necesidad de dormir, y es cierto que durante el sueño el organismo entra en modo de mantenimiento: se reduce el consumo de energía y se favorecen las funciones restauradoras del metabolismo. Pero mientras que algunos de estos beneficios podemos obtenerlos con un simple reposo, en cambio, el cerebro necesita el sueño: como escribía el psiquiatra Allan Hobson, “el sueño es del cerebro, por el cerebro y para el cerebro”. Aunque también nuestro órgano pensante disminuye su actividad respecto a la vigilia, no está ni mucho menos en off; son los procesos cerebrales durante el sueño los que motivan la necesidad de dormir y centran el grueso de las investigaciones.
Algunos de los efectos cerebrales del sueño son conocidos. Su papel en la consolidación de la memoria está ampliamente aceptado, y se ha sugerido que el sueño permite la reparación neuronal. En 2013, investigadores del centro médico de la Universidad de Rochester, en Nueva York, descubrieron que en los ratones el sueño ahueca el espacio entre las neuronas permitiendo la entrada del líquido que baña el cerebro, que de este modo evacúa los residuos metabólicos tóxicos como la proteína beta amiloide, implicada en el alzhéimer. Un comentario en la revista Science lo comparaba a sacar la basura. El hallazgo, que se contó entre los 10 más importantes del año para Science, apoyaría la idea de que un sueño correcto ayuda a prevenir las enfermedades neurodegenerativas.
Sincronizar para dormir más
En el nuevo trabajo, publicado también en Science, investigadores de la Universidad Rice, la Facultad de Medicina Weill Cornell y el Instituto Metodista de Investigación de Houston —todos en EE UU— han estudiado el sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR o NREM, por sus siglas en inglés), el estado que a lo largo de la noche se alterna repetidamente con el sueño MOR o REM, y cuya función en el mantenimiento de las funciones mentales se conoce peor. Dado que el sueño NREM antecede al REM, este estado es el típico de una siesta corta.
Los autores estudiaron la actividad neuronal en el cerebro de un grupo de macacos durante y después de una siesta de 30 minutos, así como la capacidad de los monos para resolver una tarea consistente en identificar imágenes iguales con distinta orientación. “Durante el sueño, observamos un aumento de actividad de ondas delta de baja frecuencia y un disparo sincronizado de neuronas en diferentes regiones corticales”, explica la primera autora del estudio, Natasha Kharas. Esas ondas cerebrales lentas son características del sueño NREM.
Según Kharas, esa sincronización de las neuronas al dormir prepara el cerebro para trabajar mejor al despertar: “Después del sueño, sin embargo, la actividad neuronal se hizo más asíncrona que antes del sueño, permitiendo a las neuronas dispararse de forma más independiente. Este cambio condujo a una mayor precisión en el procesamiento de la información y en la realización de tareas visuales”. Por tanto, podría decirse que el sueño, la siesta en este caso, despeja y agudiza la mente para mejorar el rendimiento.
A continuación, los investigadores ensayaron qué ocurría si transmitían impulsos mediante electrodos cerebrales a los macacos mientras estaban despiertos para simular esa actividad de ondas lentas propia del sueño. Descubrieron entonces que esta estimulación artificial bastaba para lograr el efecto de desincronización y obtener un rendimiento en la tarea que era similar al observado después de la siesta. Según el director del estudio, Valentin Dragoi, “este hallazgo es significativo porque sugiere que algunos de los efectos restauradores y potenciadores del rendimiento que ofrece el sueño podrían obtenerse sin necesidad de dormir”.
Dormir sin dormir
Dragoi apunta a las potenciales aplicaciones de sus resultados: “Planeamos llevar a cabo ensayos clínicos en pacientes humanos que sufren trastornos del sueño, estimulando diferentes partes de su cerebro con ondas eléctricas delta para aliviar las deficiencias en la memoria y en el rendimiento cognitivo debidas a la falta de sueño”. Pero además, el investigador cree que el alcance de este descubrimiento podría ser mayor: “Queremos examinar si podemos emular los efectos beneficiosos del sueño sin dormir, lo que sería ampliamente provechoso en una variedad de aplicaciones en las personas sanas”.
Sin embargo, para que los humanos podamos llegar a disfrutar de las ventajas de un simulador del sueño, antes los científicos deberán encontrar el modo de aplicar esa estimulación cerebral de forma externa, sin implantar los electrodos en el cerebro, como en el caso de los macacos. “Hay grandes posibilidades”, valora Dragoi. “La estimulación eléctrica invasiva se aplicó de manera superficial, en las capas superiores de la corteza, lo que nos anima a explorar protocolos de estimulación eléctrica no invasiva variando la ubicación en la corteza, la intensidad de la corriente y el área de la superficie a estimular para obtener efectos comparables a los inducidos por la estimulación invasiva”.
Todo lo anterior se refiere al sueño NREM, pero para que algún día dispongamos de una tecnología que realmente nos ofrezca la reparación y el descanso completo del sueño sin dormir, será necesario también simular el sueño REM, el estado en el que soñamos de forma más vívida. Dragoi es optimista en lo que se refiere a expandir sus estudios a todo el ciclo del sueño: “Esto requerirá más experimentos para examinar el papel de otros estados del sueño y en particular la función del sueño REM, y encontrar maneras específicas de sustituirla usando estimulación eléctrica dirigida”. Por el momento, dormir sin dormir sigue siendo solo un sueño.
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