Silicon Valley ya no es tan ‘cool’: gigantes de internet bajo asedio
En almacenes de Amazon se trabaja como en tiempos de Dickens. Autoridades y ciudadanos de todo el mundo plantan cara al nuevo oligopolio digital.
El capitalismo en la era digital tampoco está tan lejos del que contaba Charles Dickens. “Todo lo que producen las fábricas se vende en el acto. Los obreros trabajan día y noche hasta caer muertos sobre las máquinas”, se narra en Oliver Twist (1839).
The Daily Beast ha documentado 189 llamadas a emergencias por intentos de suicidio y graves trastornos mentales entre los empleados de 46 almacenes de Amazon, la empresa de Jeff Bezos, la persona más rica del mundo, en EE UU. “No tengo nada por lo que vivir”, confiesan quienes cumplen jornadas de diez horas en tareas rutinarias a un ritmo prefijado, con tiempos medidos para ir al baño y en completo aislamiento. Al salir, eso no cuenta en su horario, esperan en largas colas a ser inspeccionados, no vayan a llevarse algo.
Los vecinos y las autoridades de Nueva York han frustrado que Amazon instale en Queens una de sus sedes principales. Han preferido evitar que se disparen los alquileres y cierren comercios por el acelerón a la gentrificación. Y, sobre todo, se han negado a regalar más incentivos fiscales a una compañía que aporta poco en impuestos para su exorbitada rentabilidad. Había tortas entre los Estados por acoger unas de esas sedes. Pero ellos, los elegidos, dicen no.
Silicon Valley ya no es el lugar más cool del planeta. Ni Seattle, su espejo del norte. Los billonarios descorbatados que presumen de haberse hecho a sí mismos desde un modesto garaje ya no son intocables. Internet no se ve hoy como una vía emancipadora, sino como un nuevo oligopolio.
La resistencia cobra fuerza. Europa legisla contra los gafam (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) para proteger la privacidad y los derechos de autor. Bruselas embiste contra Google con otra multa astronómica por abuso de posición dominante, y van tres. Asegura The Economist que es en Europa donde se diseña el futuro del sector tecnológico, que pasará por severas regulaciones. California ya está siguiendo ese mismo camino.
La batalla es global y local. Los tribunales españoles están reconociendo a los riders de Deliveroo una relación laboral. Madrid y Barcelona ilegalizan miles de pisos turísticos que tendrán que borrarse de Airbnb. Los taxistas levantaron barricadas contra Uber y Cabify, pero lo tienen más difícil.
Elizabeth Warren, una de las más incisivas voces demócratas, aspirante a competir con Trump en 2020, propone partir a los gigantes de Internet, como se hizo en 1911 con la Standard Oil de Rockefeller. Warren exige que Facebook salga de Whatsapp e Instagram, y Google de Waze y DoubleClick. “Deshacer estas fusiones promoverá una competencia sana”, dice la senadora, desafiando a un lobby influyente en su partido.
Cada vez más Quijotes quieren luchar contra los gigantes.
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