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Hay una guerra civil en Bitcoin y nosotros sin enterarnos

El futuro de la criptomoneda depende de la pugna entre tres corrientes enfrentadas de usuarios. El desenlace se conocerá a finales de año

Getty Images

Cuando hablamos de Bitcoin solemos pensar en una moneda futurista, incluso en un pasatiempo de informáticos e ingenieros. Muchos no saben ni qué es, ni para qué sirve ni si de verdad tiene algún futuro. Nosotros, quienes no usamos bitcoins, vivimos en el Mundo Fiat, es decir, bajo una regulación política y económica en la que el dinero tiene un valor determinado por las leyes. Un billete vale cinco euros porque así lo dicen las instituciones, pero el papel en sí no tiene ni mucho menos ese precio.

Pero existe otra realidad. La podemos llamar Bitcoinlandia y está formada por los amantes de Bitcoin que ven en esta divisa la herramienta para una revolución política, económica y social potencialmente tan contundente como la que inició la máquina de vapor.

Quienes viven en Bitcoinlandia pertenecen a la Comunidad Bitcoin. Para ellos esta criptomoneda es mucho más que un mero activo en el que invertir unos euros. Es una divisa que desempeñará un papel fundamental en los próximos años, cambiará por completo el sistema económico y acabará con los bancos centrales y la potestad de los gobiernos para regular el número de monedas en circulación.

En Bitcoinlandia, como en toda buena familia, han comenzado a surgir ideologías sobre el futuro de la criptomoneda. Y están peleando por hacerse con el control de Bitcoin. Por un lado, destacan los llamados criptoleninistas. Son aquellos que buscan que los bitcoins no estén sujetos solamente al mercado: quieren que además exista un comité central que regule la producción de esta moneda. En el otro bando se encuentran los anarcocapitalistas, que opinan que solo la oferta y la demanda deben ajustar la producción de Bitcoins.

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Antes de seguir repasemos qué ha ocurrido desde 2009, cuando apareció Bitcoin. Satoshi Nakatomo, creador de la divisa, elaboró un algoritmo que obliga a que circulen como máximo 21 millones de bitcoins. También estableció un procedimiento para confirmar cada transacción hecha. Para ejecutar ese proceso inventó de pasada la tecnología blockchain, de la que hemos hablado un poco en EL PAÍS RETINA. Los bloques que contienen las transacciones de bitcoins se confirman cada 10 minutos y contienen un límite de 1MB de información. Esta escasa capacidad de almacenamiento ha provocado que se pueda llegar a retrasar durante días el tiempo de confirmación de una operación, impidiendo por ejemplo que la criptomoneda pueda ser utilizada como método de pago en la vida cotidiana.

Este volumen tan pequeño hizo que miembros de la Comunidad Bitcoin exigieran cambios para poder ampliar el límite de información. Mientras en el Mundo Fiat seguíamos viviendo en el completo desconocimiento, en Bitcoinlandia se avecinaba una guerra civil. El conflicto fue detenido en un primer momento con el acuerdo de Nueva York, en el que mineros y desarrolladores aceptaron a regañadientes aumentar el tamaño de los bloques de 1 a 2 MB con el llamado Segwit2x. Con esta duplicación de la capacidad de los bloques se buscó aumentar la confirmación de las operaciones por minuto.

Pero un tratado de paz sin firma es como un contrato de Neymar: no vale para nada. El pasado 1 de agosto, uno de los gigantes de la minera china Bitmain optó por crear su propia criptomoneda nacida de una bifurcación de Bitcoin. Así apareció Bitcoin Cash, que en un primer momento parecía nacer con la aprobación de toda Bitcoinlandia. La gran diferencia frente a lo acordado en Nueva York era el tamaño de los bloques: Bitcoin Cash pasaba de 1MB a 8MB.

En su primer día alcanzó una cotización de 900 dólares, lo que llevó a pensar que se convertiría en la nueva divisa virtual de referencia. Pero la Comunidad Bitcoin comenzó a mostrar su rechazo a Bitcoin Cash y se descubrió la realidad: se trataba de un intento de golpe de Estado sin el apoyo mayoritario de la comunidad. A los pocos días la nueva y diferente criptomoneda bajaba hasta los 200 dólares, mientras que el Bitcoin no paraba de crecer.

La unión generada en Bitcoinlandia para afrentar el golpe de Estado duró relativamente poco. Mientras se comenzaba a aplicar el acuerdo de Nueva York, el 10 de agosto, los desarrolladores de Bitcoin Core, alias los criptoleninistas, anunciaron que no aceptarán Segwit2x y que mantendrán el tamaño de bloque en un 1MB, al no considerar la actualización suficientemente estable. Desde el otro frente se les acusa de querer centralizar la moneda al querer hacerla depender solo de un grupo de desarrolladores.

En definitiva, si Bitcoin Core no se actualiza y se mantiene como hasta ahora, en noviembre, cuando se implemente Segwit2x, tendremos un Bitcoin oficial y a la vez tres Bitcoins diferentes.

Bitcoin Cash, Bitcoin Core y Bitcoin Segwit2x, ¿cuál será la criptomoneda de referencia? Dependerá exclusivamente de la capacidad que tengan los distintos bandos de ganarse la confianza del mercado. La guerra por el modelo de divisa virtual acaba de empezar.

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