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Por qué las grandes tecnológicas quieren reducir la brecha digital

Cuanta más gente tenga acceso a la red, más podrán comprar o utilizar sus productos

Más de la mitad del planeta, unos 4.000 millones de personas, según el Banco Mundial, no tiene conexión a internet. La mayoría residen en países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Llevar el acceso a la red hasta ellos por los métodos tradicionales resulta complicado y caro porque necesitan los sistemas de telecomunicaciones adecuados por donde transmitir los datos. Por eso, algunas de las grandes tecnológicas están luchando en la carrera por ver quién lleva internet a los sitios más inhóspitos con métodos alternativos. ¿Son acciones movidas por altruismo? No. Se trata de medidas totalmente estudiadas e interesadas de las que las compañías obtienen su parte del pastel.  

El rey de las redes sociales tiene varios proyectos en marcha para cumplir con su objetivo de llevar internet a las zonas más recónditas del planeta. Con Free Basics se asoció con los proveedores de servicios de internet móvil y dio servicio a una selección de sitios web mediante una aplicación móvil. Las críticas llegaron enseguida: Facebook se encargaba de seleccionar los sitios a los que se podía acceder desde su punto de conexión, algo que ponía en entredicho uno de los fundamentos más básicos del acceso a internet: la libertad.

Ahora, la compañía propone utilizar drones. Han apostado por el dispositivo Aquila, que realizó su primer vuelo con éxito a principios del verano. El dron se mueve con energía solar y está pensando para que pueda llegar a una altura entre los 1.800 y los 3.000 metros funcionando como un router. Con ellos, Facebook quiere crear un ejército de drones autónomos que sobrevuelen las zonas donde hace falta conexión a internet. 

Microsoft quiere utilizar los canales de la televisión que no se utilizan para llevar internet a los pueblos más profundos de Estados Unidos. Esos espacios en blanco donde no hay emisiones no sirven actualmente para nada pero podrían ser canales para transmitir una señal wifi. Este servicio de banda ancha se facilitaría en 12 estados donde no tienen acceso a la red ahora mismo o no es de alta velocidad. La banda ancha a través de espacios blancos cubre distancias mayores que un router inalámbrico. El único requisito es que los televisores estén conectados al satélite y estén equipados para recibir la señal wifi.

Por ahora, la tecnología de Microsoft es solo una propuesta. Todavía necesitan los permisos para llevar a cabo el proyecto y, a pesar de que ya existe la tecnología, los dispositivos siguen siendo caros. Promover esta nueva conexión generaría beneficios claros para la compañía. Los 24,3 millones de personas que hay en zonas rurales de Estados Unidos sin internet son consumidores potenciales de aplicaciones de la nube, motores de búsqueda y otros servicios digitales que Microsoft podría ofrecerles.

En esta carrera, Google es la competencia directa de Facebook. También trabaja en un proyecto con aviones solares guiados con energía solar: posibilitan una conexión más rápida pero menos estable. El Project Skybender está todavía en fase de prueba, pero tienen más opciones. Google Loon es lo más novedoso que ha hecho hasta ahora el buscador.

En esta ocasión han optado por utilizar globos enormes de helio que vuelan a unos 20 kilómetros de altura para crear una red inalámbrica de velocidad 5G. Funcionan con paneles solares. Los globos del Proyecto Loon viajan por la estratosfera, utilizan algoritmos para determinar a dónde deben dirigirse y los traslada a una capa de viento que sople en la dirección correcta. Como los drones de Facebook, se pueden dirigir para formar una gran red de comunicaciones.

OneWeb propone crear una constelación de satélites situados en la órbita baja terrestre. Además de llegar a las zonas complicadas, también serviría para dar acceso a internet a barcos, aviones, y otros vehículos que no puedan usar una conexión fija. La compañía ya se ha aliado con el gigante Airbus y están fabricando sus primeros satélites —serán 900 en total—. Para utilizar esta conexión se necesita una antena capaz de comunicarse con los satélites, aunque el proyecto aún está en una edad muy temprana y no se sabe cuánto costará utilizar este servicio.

Con todas estas iniciativas, las grandes tecnológicas ampliarían su cartera de clientes potenciales. Detrás de las filantrópicas declaraciones de Mark Zuckerberg, quien aseguró que "la conectividad debería ser un derecho básico", se esconden multitud de intereses. "Conectarse a la red implica ceder parte de tus datos y de tu privacidad. A los clientes nos compensa, pero las compañías ganan mucho más", explica Silvia Leal, experta en inno-liderazgo. "Cuanta más gente haya conectada, más datos de los usuarios tienen disponible. Y la información es poder y dinero".

Es cierto que reducir la brecha digital ayudaría a mejorar las condiciones de vida en muchos lugares del mundo: evita que las poblaciones se queden rezagadas y posibilita una sociedad más informada y crítica. Podría mejorar los sistemas educativos y el acceso al conocimiento, ampliar las expectativas de vida de la población y la atención sanitaria. Pero los expertos aseguran que es una labor que debería recaer sobre los gobiernos, que "aún hacen muy poco por reducir esta brecha".

Diversos informes llaman también la atención sobre que esta brecha digital no es solo un problema de países en vías de desarrollo. En España, las personas mayores y las que tienen menos recursos económicos siguen rezagadas en el acceso pleno a los recursos digitales, aunque los mayores van dando pasos poco a poco. En 2015, el 61,4% de los habitantes de entre 55 y 64 años utilizaba habitualmente internet, según el estudio La sociedad de la información en España de Telefónica. En ese mismo informe con datos de 2016, se ha visto que el uso de la red aumenta también entre los mayores de 65. 

Las personas con menos recursos económicos son las que lo tienen más complicado. UGT ha propuesto instaurar una serie de planes para atajar esta brecha que incluya, entre otras iniciativas, una tarifa social subvencionada por el Gobierno que permita acceso a internet con velocidades de hasta 20 megas por un precio de 20 euros al mes para colectivos en situación de exclusión tecnológica.

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