¿Y en breve, sexo con robots?

Cuando los europeos les preguntamos por su presidente, los estadounidenses suelen quitarle hierro al asunto Trump. Alegan que EE UU tiene un buen sistema de checks and balances, aluden a la falta de apoyos que tiene Trump en su propio partido, etc. Pero la conversación siempre acaba con una frase clave: “el problema será ver cómo gestiona una crisis a gran escala”. La revista Foreign Policy revisa qué podría pasar en el terreno de los ciberataques, que por su propia naturaleza son más sencillos y anónimos de perpetrar que ningunos otros. Es solo una cuestión de tiempo, dice Emily Parker, que Donald Trump tenga que afrontar un gran ciberataque.

En 2014, Google se hizo con Deep Mind (recuerda el estupendo artículo de su fundador, Demis Hassabis). Deep Mind tiene a 250 doctores trabajando con fondos ilimitados con dos objetivos: desentrañar la inteligencia artificial (descubrir cómo pensamos y aplicarlo a ordenadores y usarla para todo en esta vida).

La robótica, contra la soledad. Existe en al actualidad una carrera por construir el primer robot sexual. Hay mucha gente que lo intenta. Uno de los prototipos es Harmony, un robot que recuerda cómo se llama tu familia, que habla sobre música y libros y sí, que quiere practicar sexo contigo siempre que quieras.

Van los consejos del día sobre gestión y liderazgo. No debes cometer estos pecados a la hora de comunicar; tampoco este que te convierte en una persona tóxica. Y recuerda que no pasa nada si la competencia te roba las ideas.

Un homenaje al gran Jonathan Demme, uno de los directores más empáticos. Lo recordarán por El silencio de los corderos. Y esperemos que también por Stop making sense.