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Los bares ya no son bienvenidos en Málaga

El Ayuntamiento acuerda que no se puedan abrir negocios de hostelería en 103 calles de la ciudad durante cinco años

Turistas en la terraza de un restaurante del centro histórico de Málaga.
Turistas en la terraza de un restaurante del centro histórico de Málaga.Garcia-Santos
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La calle Sánchez Pastor, en el centro de Málaga, mide 80 metros. En ella hay 12 bares y restaurantes y medio centenar de mesas para su clientela. A su lado, Calderería cuenta con 16 negocios hosteleros en 113 metros y la calle Ángel tiene seis en 43 metros. En esas vías nadie podrá abrir bares o restaurantes en cinco años porque el Ayuntamiento no otorgará las licencias. La moratoria incluye a 103 calles declaradas zonas acústicamente saturadas (ZAS). El ruido en ellas supera los 55 decibelios en horario nocturno y los 65 en el diurno. Algunas alcanzan los 90. "Descansar es imposible", se queja Óscar Agudo, vecino de la zona.

El Ayuntamiento, para cumplir con la normativa europea, comenzó a medir el ruido en sus calles hace más de una década. En 2016 presentó un mapa con los resultados e ideó un plan de acción para rebajar los decibelios en las áreas más saturadas, que incluía la moratoria para abrir nuevos establecimientos de hostelería en 98 calles del centro y otras cinco de la barriada universitaria de Teatinos. El plan, que entrará en vigor este enero tras su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia, incluye el adelanto de los horarios de cierre o la celebración de menos actividades municipales en la calle.

La medida no ha contentado a nadie. Javier de Frutos, presidente de la Asociación de Hosteleros de Málaga, la considera "una intervención en el libre mercado en una zona clave de la ciudad" cuyas consecuencias "son imprevisibles". Los hosteleros temen que se perderán empleos y se creará mala imagen ante el turismo. Por su parte, quienes llevan años quejándose de descansar mal y poco a causa del ruido, subrayan que es "insuficiente" y "llega mal y tarde", según Alejandro Villén, secretario de la Asociación de Vecinos Centro Histórico de Málaga.

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El Ayuntamiento subraya que ha cumplido con la normativa que le obliga a poner en marcha las áreas ZAS. Además, ha intentado ejercer un papel de mediador, buscando un "equilibrio" entre hosteleros y vecinos. "El hecho de que no contente a todos al cien por cien es síntoma de que es una medida equilibrada", insiste Gemma del Corral (PP), concejal del Área de Sostenibilidad Medioambiental.

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Cuando el Ayuntamiento ha analizado recientemente los retos del turismo urbano en Málaga, entre las debilidades de la ciudad ha situado la "concentración excesiva" de "restaurantes, bares y franquicias" en algunas zonas del centro histórico. Uno de cada cinco bajos comerciales está dedicado a la restauración, según un estudio del Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU). La entidad también ha constatado la pérdida de población en esta área, sobre todo en las zonas aledañas a bares de copas. "Esos son los que crean más problemas", dice Óscar Aguado. Los residentes de lugares como la plaza Mitjana o la calle Luis de Velázquez llevan años quejándose del ruido nocturno debido al consumo de alcohol en la vía pública, prohibido por una ordenanza municipal.

La declaración de 103 calles como zonas acústicamente saturadas incluye otras medidas, como que las ventanas y puertas de los locales de restauración —con o sin música— deben estar cerradas a partir de las once de la noche. También el adelanto del cierre de las terrazas media hora de domingo a jueves (hasta las 00.30, cuando hasta ahora era a la 1.00) y una hora de sábado a domingo (hasta la 1.00, cuando antes era hasta las 2.00). En ambos casos concede treinta minutos más en primavera y verano. Todo negocio deberá nombrar una persona que se responsabilice del cumplimiento de estas normas.

Solo habrá posibilidad de superar esos horarios de manera excepcional en fechas como Semana Santa, Navidad o Feria y solo 20 días al año, cuando hasta ahora existía un margen de 70 días. El Ayuntamiento también se ha comprometido a reducir el número de actividades municipales en el centro. "Nos hemos autolimitado. La responsabilidad de bajar la contaminación acústica es de todos", concluye Gemma del Corral.

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