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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El infierno de la soledad parlamentaria

El PSOE comprobó qué podría pasar si Unidas Podemos decide darle la investidura sin acuerdo para irse a la oposición. Solo el rechazo a la derecha unió a ratos a la izquierda

En vídeo, Pedro Sánchez, durante el pleno extraordinario en el Congreso de los Diputados.Foto: atlas | Vídeo: Jaime Villanueva
Carlos E. Cué

Ya casi nadie se acuerda, pero hace solo tres meses, la izquierda española vivía un momento de euforia total. Después de casi ocho años de dominio absoluto de la derecha en las urnas, con la socialdemocracia europea hundida en casi todos los países importantes, los españoles, con una participación en nivel récord, dieron una clara victoria al centro izquierda. Y dejaron al centro derecha, por primera vez dividido en tres, a casi 30 escaños de la mayoría absoluta.

Pero esa euforia se basaba en la convicción de que el PSOE y Unidas Podemos se pondrían de acuerdo como lo habían hecho en la moción de censura que echó a Mariano Rajoy en 2018. La sesión parlamentaria de ayer fue un nuevo golpe que resquebrajó un poco más los puentes entre el PSOE y Unidas Podemos. Aún no están rotos del todo, pero cada día amenaza con más fuerza el derrumbe definitivo.

La sesión sirvió para comprobar lo difícil que se ha puesto la investidura de Pedro Sánchez pero también para ver los demoledores efectos de la soledad parlamentaria de un grupo, el socialista, que, pese a su gran éxito electoral, tiene solo 123 escaños. Es una cifra tan baja para un Gobierno español que solo es superada por el récord anterior del propio Sánchez, que llegó a La Moncloa en 2018 con 84 diputados.

El PSOE recibió golpes por todos lados, tanto que algunos diputados empezaron a imaginar cómo sería la legislatura si en el último minuto se produjera una de las pocas soluciones que en este momento se especulan en los pasillos del Congreso para evitar la repetición electoral: que Unidas Podemos vote la investidura de Sánchez pero sin ningún acuerdo, y se vaya a la oposición. Los socialistas admiten que, con 123 escaños, a 53 de la mayoría absoluta, sería un infierno en el que se produciría una pinza de golpes entre la derecha y la izquierda, como este jueves.

Y eso que algunos portavoces de Unidas Podemos y la propia vicepresidenta Carmen Calvo trataron de evitar la ruptura total, porque aún están encima de la mesa la posibilidad de llegar a un acuerdo antes del 23 de septiembre y evitar la declaración de guerra en la campaña electoral.

El PSOE comprobó así, indignado con la actitud de sus “socios preferentes” —“no se puede ser Gobierno y contragobierno a la vez”, clamó Rafael Simancas mirando a la bancada de Unidas Podemos— que la única manera de tener un poco de paz parlamentaria es lograr un acuerdo con el grupo de Pablo Iglesias.

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Solo la dureza de la derecha, con Cayetana Álvarez de Toledo al frente —que ayer inauguraba con Inés Arrimadas la batalla de las portavoces por el liderazgo de la oposición— logró el efecto de unir al centro izquierda en algunos momentos puntuales del debate. Álvarez de Toledo, la gran apuesta de Pablo Casado para lanzar una oposición sin cuartel mientras él se reserva un papel más presidencialista, tiene la doble capacidad de gustar a la derecha —fue muy aplaudida por su grupo— y movilizar a la izquierda, que al escucharla recuerda que aún hay algo que les une: el rechazo a su discurso.

Para reavivar esos rescoldos de unidad debilitada en la izquierda, que solo la derecha puede avivar, llegó Santiago Abascal, el líder de Vox, con su habitual discurso contra la “propaganda progre internacional”. Una dura sesión que sirvió para reforzar posiciones: tanto los que quieren a ir elecciones como los que prefieren evitarlas a toda costa creen que el pleno les dio la razón. Unos porque consideran que el PSOE y Unidas Podemos no pueden gobernar juntos y otros porque aseguran que sin acuerdo todo será un infierno, antes y después de los comicios. Solo en la recta final se verá quién gana el debate interno que vive toda la izquierda.

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