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La alcaldesa que marcó como prioridad política la felicidad de sus vecinos

“Quisiera que alguien me lea un libro porque yo no sé”, ha pedido una mujer a través del buzón de deseos de la recién estrenada Concejalía de la Felicidad

Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra).
Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra). turismo.gal

“Nos hemos olvidado de que la búsqueda de felicidad es un derecho histórico que hace casi tres siglos ya se recoge en la Constitución de los EE UU de América, o en Francia, con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre", proclama la alcaldesa de Oia (Pontevedra), Cristina Correa (PP). Esta licenciada en Derecho, que acaba de ganar las elecciones con mayoría absoluta, dice que ha pensado mucho sobre esta cuestión y ahora se ha "lanzado para rescatarla" como uno de sus "compromisos políticos con los ciudadanos”.

Y hace unos días puso en marcha una Concejalía de la Felicidad, que no es exclusiva de Oia, aunque sí es la primera que se crea en España con este nombre. Esta misma idea la lanzó hace una década Ivan Dell’Ara, cuando accedió a la alcaldía de la villa italiana de Coregnano, al nordeste del país. Este jubilado nacido en Brasil, hijo de emigrantes italianos, impuso su propia fórmula para procurar la felicidad de sus paisanos, poniendo especial énfasis en los mayores y jóvenes, los dos segmentos de la población más vulnerables y que demandan más atención.

La alcaldesa de Oia (Pontevedra), Cristina Correa.
La alcaldesa de Oia (Pontevedra), Cristina Correa.

Su receta de la felicidad ha servido de inspiración a la regidora gallega, que está decidida a copiarla con su toque personal. En 20 días de Gobierno, esta fórmula metafísica se ha colado en las paredes del Consistorio de este pueblo costero de 3.000 habitantes, próximo a la frontera con Portugal y uno de los pocos con crecimiento vegetativo positivo. La despoblación es un lastre que atenaza a Galicia.

Correa espera que todos colaboren, porque todas las sugerencias que se planteen serán bien recibidas. “Nuestra obligación es escuchar a la gente, da igual la edad que tengan, y atender sus demandas en una relación de proximidad, positivismo y desarrollo personal, porque la búsqueda de la felicidad es uno de los tres derechos fundamentales del ser humano, después de la vida y la libertad”, asegura.

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En su experiencia como concejal y luego como alcaldesa en los últimos tres años, al prosperar una moción de censura con apoyo de un partido de independientes locales en 2015, Cristina Correa destaca su enfoque de dar prioridad a las emociones y procurar el bienestar siempre que sea posible. “Los mayores suelen pedir pequeñas cosas para nosotros, pero que son muy grandes para ellos, como que se reponga una luz del alumbrado público porque siente que la soledad es más llevadera”, comenta la alcaldesa.

Aunque los planes de formación y ocupación para los jóvenes, sobre todo adolescentes, es un objetivo primordial de la concejalía, también es prioritaria la tercera edad de la que hay pocos datos estadísticos. Por eso se va a realizar un informe para conocer la situación personal de cada uno, si viven solos y cuáles son sus necesidades. Para empezar, el Ayuntamiento ha organizado un encuentro de jubilados, porque muchos de ellos hacía años que no se veían. La multitudinaria cita ha sido un gran comienzo para la Concejalía de la Felicidad.

Correa había planteado su idea al nuevo equipo de Gobierno y con el apoyo de todos se puso a pensar en la persona más idónea para llevarla a cabo. “Fue rápido, la vi aparecer en el Ayuntamiento sonriendo, como siempre, entonces se lo propuse y aceptó”, comenta la alcaldesa para referirse a la concejal Carmen Estévez, la encargada de organizar este proyecto con el asesoramiento de un consejo de sabios y expertos en la cuestión.

Un buzón municipal funcionará las 24 horas del día para recoger deseos y sugerencias. Los vecinos han empezado a utilizarlo. “Con muy poco, son felices, sobre todo los que viven en soledad”, hace balance la regidora. “Me gustaría que alguien me lea un libro, un poco cada día, porque yo no sé leer”, es el momento de felicidad que ha pedido una vecina de Oia.

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