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Twitter evita el cierre de la pizzería de la solidaridad

Un mensaje publicado por la hija de la dueña conmueve a los usuarios, que se han volcado con un negocio que deja alimentos en la puerta del local para personas necesitadas

María del Pino Betancort muestra una de sus pizzas. A la derecha, con su hija Nisa.
María del Pino Betancort muestra una de sus pizzas. A la derecha, con su hija Nisa.

“Los milagros existen”, asegura María del Pino Betancourt. La mujer, de 54 años, abandonó su Fuerteventura natal y abrió en octubre una pizzería en La Laguna (Tenerife) para estar cerca de su hija Nisa, que da nombre al local. El plan no funcionó. Apenas entraban clientes, así que pensó que lo mejor era echar el cierre. Conmovida, su hija lanzó un mensaje desesperado a través de las redes sociales: “Mi madre abrió una pizzería hace unos meses en La Trinidad y verla así de vacía la entristece un montón. Ojalá con la magia de Twitter llegue a alguien que le guste probarlas”. El tuit se convirtió en viral en unas horas y el negocio empezó a llenarse. Han tenido que contratar a dos trabajadores para atender la demanda.

Quien obró el milagro es Nisa Fumero, una estudiante de diseño gráfico de 22 años. Había visto casos similares en Twitter y, aunque le daba reparo hablar de lo mal que iba el negocio, las lágrimas de su madre terminaron por convencerla. Hizo unas fotos del local, inmortalizó algunas de sus pizzas y compartió el mensaje con sus 200 seguidores (hoy son más de mil). Otro usuario irrumpió en las redes sociales para apuntalar su causa. El joven subió una foto de la pizzería que había tomado semanas atrás con la intención de destacar la generosidad con la que actuaban Nisa y su madre. La imagen mostraba dos cajas de cartón con trozos de pizza que las dueñas colocaban en la entrada del local para gente necesitada. “A las personas que tienen gestos como estos les tiene que ir bien en la vida”, sentenciaba el tuitero.

Millones de personas vieron los mensajes y miles de ellos lo compartieron en apenas unos días. “No esperaba la respuesta de la gente. Mi madre está muy emocionada por todo lo que le ha sucedido”, reconoce Nisa. “El tuit ha cambiado nuestra situación. Las ventas se han triplicado, pero lo más importante es que hemos recibido mucho cariño. También nos han regalado ingredientes para elaborar pizzas y hasta me hacen descuentos en los pedidos”, explica María, que hace años ya regentó otra pizzería en Gran Canaria. “Esta es una zona con mucha competencia. El mensaje nos ha dado la visibilidad que antes no teníamos. Ahora tenemos siempre clientes, vienen de todos sitios”, insiste la joven.

No son clientes al uso. La mayoría de ellos quieren dejar su impronta en el local, por lo que María ha tenido que adecuar un espacio para que escriban sus mensajes. Los colocan en un tablón colgado en la pared, con pequeñas y coloridas hojas adhesivas. “Son las mejores pizzas del mundo”, anota una niña junto a los dibujos de una flor y un corazón. “Gracias Twitter por descubrirnos un lugar tan maravilloso”, reza el mensaje de una familia. “Hay palabras muy bonitas. El otro día también nos visitó una señora holandesa que está aquí de vacaciones porque lo había visto en las redes sociales”, se emociona María.

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La mujer quiere devolver tanta generosidad y planea hacer un proyecto solidario del que, de momento, no da detalles. Menos hermética se muestra cuando le preguntan por sus pizzas. A diferencia de lo que muchos puedan pensar, el secreto no está en la masa, como rezaba aquel eslogan de una reconocida marca. “Lo más importante es ponerle cariño. La base no tiene ningún secreto: se hace con harina, aceite de oliva y agua. Luego se le añaden los ingredientes. Todos los días nos inventamos alguna”, indica. Las porciones se venden a dos euros y las pizzas completas varían entre los 5,5 de la tradicional margarita y los 9,50 de la volcán con curry. La favorita de Nisa es la Teide, que lleva queso de cabra, espinacas, miel y nueces. Cómo no, inventada por su madre, la mujer discreta a la que Twitter ha hecho famosa por sus pizzas. Y por su generosidad.

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