Sánchez reclamará en Europa políticas de igualdad y un seguro de paro común
El presidente hará ante la Eurocámara una defensa de la causa feminista, con propuestas para toda la UE
España quiere un seguro de paro europeo, un refuerzo del euro digno de ese nombre y un paso adelante en las políticas migratorias y de seguridad mientras dure el respiro que ha dado la Gran Recesión. Pedro Sánchez pronunciará este miércoles en Estrasburgo uno de los discursos clave de su presidencia, con la mirada puesta en Europa pero sin perder de vista España: frente a las recetas populistas y los repliegues nacionalistas que recorren el espinazo de la UE, el presidente hará ante la Eurocámara una defensa de la causa feminista, con propuestas para toda la UE.
Europa es un nunca más: desde 1945, la Unión lo subordinó todo a impedir el regreso de los viejos demonios. Y sin embargo no hay nada como una buena crisis para sacar a esos diablos del armario. Pedro Sánchez acude mañana a Estrasburgo en un momento delicado —el Brexit duro a las puertas, los radicales ganando terreno en todos lados y la investidura en Andalucía, fin de una era para el PSOE en España—, con un discurso que se centra en una idea fuerza. Sánchez pretende darle la vuelta a la Europa que protege de Macron, para tratar de “proteger a una UE” que se enfrenta a “serios desafíos internos y externos”, según fuentes del Gobierno. Ante los tics populistas y los repliegues nacionalistas, el presidente reclamará en la Eurocámara un seguro de paro común y completar la unión bancaria —frente a la negativa de la Europa del Norte y a la flagrante falta de liderazgo de Berlín y París en esos asuntos— y un paso adelante en seguridad. Pero sobre todo hará “una defensa de la causa feminista de la igualdad” con la vista puesta en los Salvini, Le Pen, Wilders, Orbán, Abascal y demás falanges del radicalismo que se extienden por la Unión. De esa manera, Sánchez habla de Europa, pero de alguna manera también alude a España.
Sánchez busca ganar perfil europeo en un momento en el que las encuestas no le sonríen como antes. Y en el que Bruselas y el eje Berlín-París apenas tienen aliados, más allá de España y la sorprendente Portugal. El presidente prevé reunirse con el líder de los populares europeos, Manfred Weber; el de los socialistas, Frans Timmermans, y con el presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani. Y tendrá un encuentro con una delegación de funcionarios y eurodiputados españoles.
Frente a la retórica antieuropea que ha aparecido desde Dinamarca hasta Italia —y entre algunos líderes independentistas catalanes o en la campaña de Vox—, Sánchez aspira a pronunciar un discurso movilizador a cinco meses escasos de las europeas. Para ello planteará la posibilidad de activar un seguro de paro europeo, una vieja petición de España e Italia que han desdeñado olímpicamente Alemania y Francia en su última propuesta. En el capítulo económico, abogará por acelerar el presupuesto de la UE y por completar la arquitectura del euro, especialmente de una unión bancaria alicorta. El objetivo es aprovechar el momento de respiro que ha dado la Gran Recesión antes de que la próxima sacudida vuelva a poner en peligro el proyecto.
El equipo de Sánchez aboga por afianzar las políticas medioambientales y migratorias, con un sistema de asilo que está torpedeando, entre otros países, Alemania. En las políticas de seguridad y defensa, propondrá reforzar la cooperación estructurada permanente —lanzada hace poco con propuestas polémicas como el embrión de un ejército europeo— y superar la regla de la unanimidad. Weber y el comisario Pierre Moscovici acaban de lanzar ideas parecidas sobre la eliminación de vetos para la política exterior o la política fiscal.
Una de las claves de bóveda de esa intervención es el Brexit, tras la más que previsible derrota de la primera ministra, Theresa May, hoy en Westminster. El ruido en Europa solo es comparable a la furia de los altos funcionarios comunitarios, hartos de los bandazos británicos. Sánchez tiene en el punto de mira Gibraltar y un plan de contingencia por si el 30 de marzo se hace realidad el peor de los escenarios, el llamado Brexit duro, pero su discurso se puede ver alterado si Reino Unido provoca la enésima tormenta en su relación con la UE. A la espera de una solución a ese asunto, el presidente español se agarra a la tercera ley de Newton —a toda acción se opone su reacción— y aspira a contribuir para darle la vuelta a la oleada iliberal que recorre el Atlántico Norte, y de la que España ya no es una excepción. Si el Brexit lo permite.
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