El Rey normaliza su presencia en Cataluña tras el discurso del 3-O
Este lunes realiza su sexto viaje en siete meses tras la interrupción que siguió a su histórico mensaje
El Rey vuelve a Barcelona este lunes con motivo de la inauguración de la feria Gastech 2018. Es su sexta visita a Cataluña en siete meses tras el paréntesis que siguió a su histórico discurso del 3 de octubre de 2017, en el que instó a los poderes del Estado a asegurar el orden constitucional frente al creciente desafío secesionista. Su intervención en la crisis, que precedió a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, convirtió Cataluña en una plaza complicada para la Corona: la Generalitat rompió relaciones con la Zarzuela y el movimiento independentista intensificó su hostilidad hacia el jefe del Estado. Sin embargo, desde febrero la agenda del Rey discurre al margen de este escenario adverso.
Fuentes de La Zarzuela aseguran que la situación política no ha alterado las actividades del Rey en Cataluña: “Normalidad. Ni se han incrementado ni han disminuido”. Si bien es cierto que, salvo las excepcionalidades, se trata de citas en las que la presencia del Rey es habitual, no lo es menos que vuelven a encadenarse tras una interrupción. Esa regularidad se había quebrado con la manifestación del 26 de agosto de 2017 contra los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, un acto que acaparó el movimiento independentista como plataforma publicitaria y que aprovechó para hostigar al Rey como símbolo del Estado. Ese hecho, unido a la desbocada dinámica de la Generalitat, que derivó en el referéndum ilegal del 1 de octubre, la respuesta policial y el enérgico discurso del 3 de octubre, alejó al jefe del Estado de Cataluña durante cinco meses.
No volvió a Barcelona hasta febrero de 2018, con motivo de los actos relacionados con el Mobile World Congress. En ese paréntesis la Casa del Rey abrió una profunda reflexión. El desgarro que se produjo entre la Generalitat y La Zarzuela, cuando el Rey se negó a recibir a la presidenta del Parlament Carme Forcadell para comunicar la elección de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat, se había convertido ahora en un abismo. El discurso del Rey, sin ninguna apelación al diálogo, recibía críticas incluso entre catalanes contrarios a la independencia. Volver a Cataluña era una tarea ardua y requería tiempo, aunque también firmeza.
Pero ese tiempo, en el que la iniciativa política tenía que ayudar a descongestionar el ambiente, no podía prolongarse. Ni dar la sensación de que el jefe del Estado había cedido ante la fogosa reacción del independentismo tras haber dicho en su discurso a los catalanes preocupados por la deriva que “no están solos, ni lo estarán”. Y menos, cuando algunos de los que habían criticado el discurso en el entorno del Rey, con el desarrollo de los hechos, admitían su eficacia. Una vez establecido el mensaje de emergencia constitucional del 3-O, se imponía rebajar la intensidad y retomar el de los beneficios mutuos de la relación entre las Administraciones. Volver a poner el énfasis en “lo que nos une”.
Tras la intervención de la Generalitat, mediante el artículo 155 de la Constitución, la celebración de nuevas elecciones a finales de 2017 propició un nuevo escenario en Cataluña. El mar de fondo persistía, pero la escalada se había interrumpido y se habían abierto claros en el mapa político que podían contribuir a desinflamar el clima. Era el momento de volver, de reposicionar al Rey en Cataluña con una presencia frecuente y transmitir normalidad en la relación.
La cena previa al Mobile World Congress afloró las tensiones del primer contacto. El Rey, con la Generalitat aún sin presidente, sufrió los desplantes del presidente del Parlament, Roger Torrent, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, pero fijó posición y mandó el mensaje de que sin lealtad institucional el importante evento, con sus jugosos beneficios, podía dejar de celebrarse en Barcelona.
La elección en mayo de Quim Torra al frente de la Generalitat añadiría potencia institucional al ruido. Torra atizaría el fuego con oportunidad, incluso acusando al Rey de “avalar la violencia policial” contra los votantes del referéndum ilegal del 1-O. Pero La Zarzuela ya había dado por finalizado el invierno que siguió al 3 de octubre de 2017 y había retomado la iniciativa.
Desde el Mobile World, el Rey ha visitado cuatro veces Cataluña. La de este lunes será la sexta y la tercera con el Gobierno del PSOE, que ha introducido las coordenadas del diálogo y la ley para rebajar la tensión y ha defendido el papel mediador del jefe del Estado en Cataluña, donde según Sánchez “siempre ha tendido puentes”.
Una de esas visitas fue el pasado 17 de agosto, con motivo de los actos del aniversario de los atentados de Barcelona y Cambrils. En ese nuevo clima, en el que el Gobierno socialista ha renunciado a abrir “ni una vía judicial más” contra los representantes de la Generalitat o el Parlament, la presión del independentismo sobre el jefe del Estado se redujo en buena parte a altercados marginales y a una pancarta en la plaza de Cataluña que señalaba que no era bienvenido. Pero el rechazo, atenuado en la superficie, no se ha extinguido y el pulso sigue vivo con los ojos puestos en los resultados del nuevo escenario político.
En otro gesto de consumo interno, la Generalitat de Torra, que ya ha protagonizado algún desplante, hará el vacío al jefe del Estado este lunes. Ni siquiera enviará a ninguno de sus consejeros a la inauguración del congreso Gastech, un evento mundial dedicado al gas que reunirá a 30.000 asistentes y que se celebra por primera vez en Barcelona. La representación estará a cargo del director general de Energía catalán, que junto a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, acompañará al Rey.
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