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Puigdemont da plantón a los nacionalistas flamencos en Lovaina

El exconsejero Antoni Comín acusa al Constitucional de sumisión al Gobierno

Álvaro Sánchez
El expresidente Carles Puigdemont interviene en vídeo en Lovaina, este martes.
El expresidente Carles Puigdemont interviene en vídeo en Lovaina, este martes.STEPHANIE LECOCQ (EFE)

El hombre más esperado este martes en la localidad belga de Lovaina era un gerundense que nunca apareció. Lazos amarillos en la solapa de jóvenes y mayores, banderas flamencas y esteladas mezcladas, grifos de cerveza funcionando sin cesar, más de 400 enfervorecidos asistentes, y la plana mayor del nacionalismo flamenco sentada entre el público. Todo estaba preparado para su llegada, pero Carles Puigdemont no acudió a la cita. La N-VA, la formación más votada del país, le había invitado a participar en su acto de bienvenida al nuevo año como cabeza de cartel de un evento en el que también tomaría parte el candidato a la alcaldía de Lovaina Lorin Parys. El aspirante ha tejido una fructífera amistad con el expresident. Poco después de su aterrizaje en Bruselas, le invitó a cenar a su casa junto a los exconsejeros para compartir luego en redes sociales una foto de la velada. La misma instantánea que fue orgullosamente proyectada este martes nada más comenzar el mitin de Lovaina.

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El objetivo del encuentro no era hablar del choque España-Cataluña. Se trataba de copiar una fórmula de éxito. Puigdemont ganó las elecciones a la alcaldía de Girona después de 32 años de gobierno socialista. El actual alcalde socialista de Lovaina lleva 23 años en el poder sin que los nacionalistas flamencos sean capaces de desbancarle. La convocatoria venía a invitar a Puigdemont a detallar la trastienda de su victoria. Un espejo en el que reflejarse. Dos ciudades similares, de población parecida, habitadas por casi 100.000 habitantes. La catalana con la izquierda ya desalojada del poder. La belga buscando seguir sus pasos. El expresident debía aparecer para impartir lecciones.

El secreto de la conquista de Girona era, seguramente, una de las últimas preocupaciones de Puigdemont en un momento en que la investidura del próximo presidente de la Generalitat entra en su fase clave. Así pues, en su lugar declinó la invitación y se dirigió a través de redes sociales al pueblo catalán a la misma hora que estaba prevista su declaración en Lovaina, planificada semanas antes. A su público belga les dejó las migajas del esperado baño de masas. La versión vídeo de cómo triunfar sobre el socialismo fue que no hay fórmula. "No voy a decir a los ciudadanos de Lovaina lo que deben hacer. Lorin está comprometido con esta ciudad y su entusiasmo es contagioso", alabó el expresident en el mensaje grabado en inglés para hacer campaña por su colega flamenco.

Puigdemont pidió perdón por su ausencia. "Ahora libramos una lucha por la democracia, para estar seguros de que el voto se respeta", defendió. Y citó al expresidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy para proyectar una imagen dialogante: "Nunca negociemos con miedo, pero nunca temamos negociar". Finalmente, dio las gracias en neerlandés. "Bedankt". Y su breve mensaje fue despedido con un ruidoso aplauso.

Acabada la hora del líder, los móviles que grababan su intervención descendieron de las alturas. Fue el momento en que apareció en carne y hueso Antoni Comín. El exconseller de ERC pronunció un largo discurso.en francés acompañado de un traductor que iba traduciendo sus palabras al neerlandés, el idioma de la mayoría de asistentes. El eje de su disertación fue simple. Presentó un monstruo: España, y un milagro: la independencia. Comín acusó a España de ser una excepción global por no permitir un referéndum de independencia como sí han hecho Reino Unido o Canadá, y criticó la falta de separación de poderes. "El Tribunal Constitucional es completamente sumiso al poder ejecutivo. En España no hay independencia de la justicia".

El exconseller dibujó a España como un país ajeno a la democracia, en medio de numerosas alusiones a un oscuro pasado franquista supuestamente vivo todavía hoy. "La democracia en España está en crisis. La transición que creíamos haber hecho después de 1975, hemos descubierto que no es verdadera". El político catalán insistió en la influencia que la dictadura todavía ejerce sobre la democracia española. "El fascismo y el nazismo han perdido guerras. La democracia se ha hecho en Europa sin estas fuerzas. En España ha habido un acuerdo entre los partidos del franquismo y los demócratas. Por eso es una democracia de baja calidad", aseguró en Flandes, región que convive con el fantasma del colaboracionismo con los nazis.

Perdidos los secretos que Puigdemont debía trasladar al auditorio sobre cómo tirar abajo el asentado fortín socialista que gobierna Lovaina, brilló por su ausencia el entusiasmo en torno al prolongado discurso en clave política catalana elaborado durante más de 20 minutos por el exsocialista Comín. Los nacionalistas flamencos de la derechista y anti-inmigración N-VA desconectaron cerveza en mano, y congregados en la alargada sala de prensa de la tribuna de un estadio de fútbol, con vistas a las gradas iluminadas y totalmente vacías, se quedaron sin conocer de primera mano la intrincada receta para arrebatar una ciudad al socialismo.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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