Los precedentes de la declaración de Rajoy: Adolfo Suárez y Felipe González fueron testigos de sendos juicios
Rajoy es el primer presidente de la democracia que declara en calidad de testigo durante su mandato, pero no el primero que se ha visto compareciendo ante el juez
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, declarará este miércoles en la Audiencia Nacional como testigo en el caso Gürtel. La Moncloa intentó evitar que el presidente acudiese al tribunal y pidió que la declaración fuese por videoconferencia, pero la Audiencia lo rechazó y alegó que Rajoy no comparece como presidente, “sino como un ciudadano español”.
Rajoy está citado como antiguo secretario general del PP. El presidente del Gobierno acude a un tribunal en calidad de testigo y por tanto, está obligado de decir la verdad. Sus antecesores Adolfo Suárez y Felipe González también se vieron delante de un juez, aunque ninguno de los dos permanecía ya en su cargo. Ambos negaron la mayor en sus declaraciones.
Adolfo Suárez y los 300 millones de Banesto
El expresidente del Gobierno Adolfo Suárez declaró voluntariamente en la Audiencia Nacional como testigo en el caso Banesto el 8 de junio de 1995. Su declaración fue breve, aunque a la salida, cuando ya se sentía "tranquilo y satisfecho", confesó que lo había pasado "muy mal". Suárez había tomado la decisión de declarar tres días antes, en respuesta a la solicitud de un abogado de UGT que finalmente no le hizo ninguna pregunta durante el juicio.
Suárez, que llevaba cuatro años fuera de la vida política, negó ante el juez que Mario Conde o algún otro directivo de Banesto le hubieran entregado 300 millones de pesetas, "ni cantidad alguna" a cambio de realizar alguna "gestión" a favor de esta entidad en el Banco de España. El expresidente añadió que había recibido un crédito personal en Banesto con garantía hipotecaria que se resolvió con la ejecución de la hipoteca del inmueble, una casa en Ávila.
Martín Rivas, ex director general de Banesto, había afirmado sin embargo que en enero de 1989 Mario Conde le ordenó que preparase 300 millones que había que entregar a Suárez, por un servicio que había prestado a Banesto ante el Banco de España. Conde, al que se acusaba de apropiación indebida, negó que hubiese ordenado a Rivas la retirada de los fondos y que fuesen para Suárez.
Tres años después, en 1998, el caso dio un giro. El exbanquero cambió su versión y aseguró que el dinero se había destinado al Centro Democrático y Social (CDS). Suárez volvió a declarar en octubre de 1998 y sugirió que lo de los 300 millones era un presunto chantaje de Conde que tenía que ver con los papeles del Cesid (Centro Superior de Información de la Defensa) que contenían información sobre la gerra sucia contra ETA y que el exbanquero le había pedido que le gestionase una entrevista con Felipe González.
Felipe González y el caso GAL
El entonces ya expresidente Felipe González -dejó de serlo en mayo de 1996- declaró como testigo en el Tribunal Supremo por el secuestro de Segundo Marey el 23 junio de 1998, uno de los episodios más sonados de esa guerra sucia del Estado. Marey no era ni siquiera etarra, sino un comercial francés, y fue secuestrado por error en 1983 por unos presuntos mercenarios contratados con fondos reservados del Ministerio de Interior. El objetivo del rapto, que conocía bien el ministro de entonces, José Barrionuevo, era presionar a las autoridades francesas para que liberaran a un inspector de policía y tres geos españoles detenidos en Pau (Francia), cuando trataban de secuestrar al supuesto miembro de ETA José María Larretxea Goñi. Pese a que los captores se dieron cuenta de su equivocación, siguieron adelante.
El episodio dio a conocer a la organización terrorista GAL, los llamados Grupos Antiterroristas de Liberación: cuando liberaron a Marey 10 días después, en el bolsillo llevaba una nota de presentación de este grupo. A partir de ahí, los GAL acumularon 22 asesinatos y decenas de heridos en su historial en los siguientes cuatro años. Al frente de los GAL se situaba a un personaje conocido como señor X, con el que muchos asimilaron a Felipe González, algo que él rechazó reiteradamente.
En su declaración ante el Supremo, González afirmó que "jamás" ordenó acciones de los GAL en el sur de Francia y que estas perjudicaron la lucha contra ETA. Durante su comparecencia como testigo, que duró más de tres horas, el ya expresidente egó haber ordenado la guerra sucia contra ETA o que el ex ministro del Interior José Barrionuevo se lo hubiese planteado. Del secuestro de Marey González dijo que no tuvo, "en absoluto, conocimiento del mismo".
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