Bono: “Pujol auguró la independencia de Cataluña en una generación más”
El exministro publica su diario sobre los GAL, Filesa y los conflictos del PSOE
José Bono, expresidente del Congreso, exministro y expresidente de Castilla-La Mancha, niega con gestos ante la pregunta de si le ha sorprendido el desafío independentista que ha planteado el presidente de la Generalitat, Artur Mas, a tenor de lo que escuchó a los dirigentes nacionalistas catalanes en los años noventa. Él lo venía venir y se desprende con claridad de algunos de los testimonios que recoge en su libro Les voy a contar,que verá la luz el próximo martes. Además de las conversaciones directas con el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, recuerda el testimonio del que fuera ministro socialista de Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, sobre una conversación con Pujol en la que este auguró la independencia de Cataluña a la vuelta de una generación.
El expresidente del Congreso de los Diputados inició estos diarios personales — “no memorias”— el 8 de abril de 1992 siguiendo una sugerencia que le hizo el entonces presidente del PSOE, Ramón Rubial.
“La independencia es cuestión de la próxima generación y nosotros tenemos que preparar el camino con la lengua, la bandera y la enseñanza”. Francisco Fernández Ordóñez contó a un grupo de socialistas, Bono entre ellos, el 23 de enero de 1993, que esto le había dicho Jordi Pujol. Estas apreciaciones no figuran en la parte del libro que se ha facilitado a los medios de comunicación, sino que habrá que esperar al martes, cuando el texto sea público.
A preguntas de EL PAÍS, Bono también reconoce la preocupación de Felipe González por los mismos temas y, como ejemplo, una intervención que le escuchó en Toledo el 16 de octubre de 1998. “Andamos perdidos en la búsqueda de una identidad española que no queremos ver, aunque la tengamos delante; no sé si he presidido una vieja nación o una comunidad de desafectos…”. “Corremos el riesgo de devenir apátridas y de no saber designar nuestra identidad en el casillero del pasaporte”, asegura Bono que escuchó a González, y así se leerá en su libro-diario, de 646 páginas, primero de los tres tomos comprometidos con la editorial Planeta para los dos próximos años.
Ahora se queda entre 1992 y 1997, con episodios que conmocionaron la vida política española como los GAL, la sucesión de Felipe González, su enfrentamiento con Alfonso Guerra, la entrada y salida abrupta de Baltasar Garzón en el PSOE, los conflictos internos del partido y reflexiones del Rey.
El episodio de la guerra sucia de los GAL le llevó a Bono a recomendar en su partido que el presidente González se presentara en el Parlamento para someterse a la cuestión de confianza y, si la perdía, convocara elecciones: “Los españoles seguro que nos habrían dado su apoyo porque en el GAL hubo mucha hipocresía contra Felipe González y quizá tuvimos miedo a algunos jueces y a algunos periodistas. Pero por lo que sé, Felipe González no ha sido la X de nada, sino la clave de la época de más progreso de España”.
¿Se arrepiente Bono de haber llevado al juez Baltasar Garzón a las filas del PSOE para después acabar procesando a ministros socialistas? El exministro responde que sintió “mucha rabia” pero se reconcilió con el juez cuando procesó al dictador chileno Augusto Pinochet. Es conocido que Garzón se revolvió contra González porque nombró ministro de Justicia e Interior a Juan Alberto Belloch en vez de a él, como esperaba.
¿Hay ajuste de cuentas en este libro, a la vista de que muchos de sus personajes se van a sentir incómodos al ver escrito lo que han dicho o lo que otros han dicho de ellos? Lo niega con rotundidad: “No he hecho crónica de salón, ni he coleccionado peras en dulce para agradecer favores ni ajustar cuentas”.
Se presenta como seguidor de la tradición de los diaristas, de manera que él no es responsable de lo que los demás han dicho. Así, el banquero ya fallecido Alfonso Escámez se mostraba dispuesto en 1994 a “declarar que había dado dinero al PP”, cuando estalló el caso Filesa, de financiación ilegal del PSOE.
De todos los personajes que aparecen en el libro, González está en un pedestal, aunque no oculta las críticas de otros hacia él, sobre todo de Alfonso Guerra. También del expresidente del Senado socialista Juan José Laborda, que da por seguro que Felipe González se cree sucesor de Felipe II y Carlos V. “González es el político español más sobresaliente del siglo XX”, remata Bono. ¿Y Zapatero? “Es mi amigo y fue mi presidente, pero Felipe González está en otra dimensión”. ¿Por qué dimitió Bono como ministro de Defensa ante Zapatero? Lo contará, pero en el próximo tomo, el año que viene.
Felipe González, Guerra, ETA y los GAL
Felipe González tuvo la tentación de mandar volar a toda la cúpula de ETA en Francia tras el atentado ocurrido el 21 de junio de 1993 en la calle de Joaquin Costa de Madrid, que costó la vida a seis militares y al civil que conducía el furgón el que viajaban. González ya contó esta tentación en una entrevista con EL PAÍS en noviembre de 2010, aunque no aclaró cuándo ni en qué circunstancias ocurrió eso. Bono escribió aquel día: “Felipe González se muestra muy consternado por el atentado de ETA. Se nota que nos habla con las vísceras: ‘Me salen los instintos más primarios y lo primero que pensé cuando me informaron del atentado fue en una operación, que deseché, consistente en hacer volar a todos esos hijos de puta en una reunión que iban a tener en Bayona y de la que teníamos noticia previa”.
El libro detalla cómo quedó desbaratada en 1995 la comisión parlamentaria de investigación sobre los GAL después de que el general José Antonio Sáenz de Santamaría, citado a declarar a la comisión, amenazó con contar todo lo que sabía sobre las acciones de guerra sucia ocurridas con anteriores Gobiernos. En un apunte de un día de enero de 1996, Bono escribe: “Llamo al general Sáenz de Santamaría para ver si me autoriza a decir que fue él quien se entrevistó con dirigentes del PP y que estos mandaron dar carpetazo a la comisión del GAL del Senado cuando supieron lo que podría contar el general. Me autoriza”.
Bono habla de sus malas relaciones con Alfonso Guerra, entonces >número dos del PSOE y vicepresidente del Gobierno, del que dice que tiene “una idea del poder en la que solo caben subordinados que le obedezcan o le halaguen”. Bono pone en boca de Felipe González estas palabras sobre Guerra: “Sin ánimo de desprecio u ofensa, Guerra está mal. Nunca le he dejado que su sectarismo se traduzca o se traslade a las decisiones de Estado. (...) No ha asumido que le cesara como vicepresidente”.
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