Rajoy teme a los Presupuestos
El presidente ve una locura recortar 40.000 millones y retrasa las Cuentas para después del 25-M
Es una apuesta muy arriesgada, pero Mariano Rajoy parece decidido a jugársela. Todo a una carta: la flexibilidad de Bruselas para modificar los objetivos de déficit para 2012. Si lo logra, podrá respirar un poco más tranquilo. Si no, es tan evidente que lo está intentando, que el fracaso será mucho más sonoro. Terminadas la ley de estabilidad, la reforma financiera y la laboral, este asunto concentra todos los esfuerzos del Gobierno. Pero sobre todo por una cuestión: si no logra esa flexibilidad urgentemente, pocos días después de que se conozcan, el 23 de febrero, las previsiones de la Unión Europea, Rajoy se verá forzado a lo que está tratando de evitar a toda costa: presentar unos Presupuestos con un recorte de casi 40.000 millones de euros.
“El presidente quiere hacer unos Presupuestos que sean de verdad, que sean creíbles”, aseguraban el miércoles en La Moncloa. Rajoy, y con él todo el Gobierno, está convencido, según fuentes gubernamentales, de que hacer ese recorte en un país en recesión es una locura.
El presidente no lo puede decir en público, pero sus ministros, sobre todo Cristóbal Montoro, encargado de elaborar esos Presupuestos, lanzan todo tipo de mensajes en ese sentido. La secretaria de Estado de Presupuestos, Marta Fernández Currás, lleva ya bastante tiempo trabajando con su equipo en esas Cuentas. Van mirando partidas una a una. Pero todo está en el aire. Se están planteando múltiples escenarios porque queda pendiente la decisión política más importante: ¿cuánto hay que recortar? Cuando se decida eso, los técnicos cuadrarán a toda velocidad las Cuentas.
Guindos tiene un par de semanas para negociar en el Ecofin la flexibilidad
Los tiempos son endiablados. España, insisten en el Gobierno, está en la misma situación que otros países con problemas, como Italia. Se plantearon unos objetivos cuando se confiaba en que para este momento las economías se estuvieran recuperando, y estamos en plena y profunda recaída.
Pero Rajoy cuenta con un problema político añadido que sus socios no tienen: está obligado a hacer unos Presupuestos. Los demás pueden ajustar poco a poco sus Cuentas. Él tiene que escribir, negro sobre blanco, un recorte de casi 40.000 millones. Y eso implica, admiten en el Ejecutivo, tocar partidas muy sensibles de gasto social, porque sin duda supone un tajo enorme al dinero que se le entrega a las comunidades y que gastan en esas partidas. Algunos conocedores de las cifras en el Gobierno lo describen como una auténtica bomba de relojería.
La secretaria de Presupuestos ya los está haciendo, pero sin saber la cifra
Por eso, políticamente la fecha de presentación de los Presupuestos es importante, una semana después de las elecciones andaluzas, el 25 de marzo. Pero los miembros del Ejecutivo consultados señalan que a estas alturas ya ni siquiera eso es lo más importante. Lo único realmente relevante es la negociación con Bruselas.
Todos los interlocutores de Rajoy, de su ministro de Economía, Luis de Guindos, encargado de negociar, y de Montoro, responsable de hacer los Presupuestos, les ven muy confiados en que habrá flexibilidad. Bruselas sigue mandando el mensaje exactamente contrario, pero el Ejecutivo confía en que eso simplemente sea parte de un guión negociador.
La estrategia de Rajoy es simple. Espera al 23 de febrero porque será entonces cuando la propia Comisión Europea revise sus previsiones de crecimiento. Serán ellos, los técnicos de Bruselas, quienes admitan que se equivocaron al augurar crecimiento para España y otros países. En el caso español, el Gobierno cree que lo dejará en un -1,5%. Ese día, Rajoy estará, no casualmente, en Roma con Mario Monti, el presidente italiano, que tiene problemas similares a España. Rajoy ha buscado a Angela Merkel y ha querido diferenciarse de Italia —Monti es un tecnócrata sin mayoría parlamentaria clara, Italia tiene problemas de deuda más profundos incluso que los españoles—. Pero al final, también hay cosas en común. Y en la presión a Bruselas para que revise esos objetivos, Rajoy encontrará a Monti. Y a otros.
Rajoy confía en que la UE sea más flexible al ver la situación de varios países
A partir de ese día 23, De Guindos será el encargado de negociar en Bruselas, buscando alianzas en un Ecofin, esa revisión de objetivos. Pero apenas hay tiempo. Después habrá una cumbre, el día 1 de marzo. Y pocos días después Montoro ya tiene que presentar y someter a votación en el Congreso el techo de gasto, donde ya se verá si el recorte es con el objetivo de bajar el déficit al 4,4% o se va más allá. En el Ejecutivo algunos hablan ya del 5,5%, pero es una especulación porque la negociación real no empezará hasta después del 23.
En plena campaña de las andaluzas, clave para Montoro, ministro muy cercano a Javier Arenas, como lo es Fátima Báñez, responsable de Empleo, el Ejecutivo seguirá dando muy malas noticias a los andaluces y a todos los españoles, y estará luchando para que sean un poco menos malas. Aunque las peores llegarán justo después de los comicios, cuando se presenten las Cuentas.
Las previsiones se conocerán cuando esté con Monti, que comparte problemas
Ese optimismo del Gobierno para lograr la flexibilidad de Bruselas sigue estando ahí, porque los ministros creen que los comisarios serán sensibles a la racionalidad, aunque ayer vivió horas bajas. La enésima crisis griega, el hundimiento de los bancos en la bolsa el mismo día en que se aprobaba la reforma financiera, la nueva escalada de la prima de riesgo, trasladaron una enorme preocupación a la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, que se reunió de nuevo en el Congreso. Todo sigue estando en el aire, como le pasó a Zapatero en 2010, cuando la primera crisis griega arrastró a España y le forzó a anunciar sus recortes. Aunque el Ejecutivo sigue confiando en una ventaja: el problema lo tienen muchos Gobiernos europeos, y la Comisión no puede ir contra todos.
De momento, Rajoy sigue haciendo lo único que cree que puede hacer para calmar a los mercados: darles más reformas y más recortes. Hoy, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, anunciará un plan de ahorro en las empresas públicas que de nuevo será una mala noticia, al menos, para los que trabajan en ellas.
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