Oceanix Busan, el prototipo de ciudad flotante en Corea
El proyecto contempla la construcción de conjuntos habitacionales que se adaptan al aumento del nivel del mar en la segunda urbe más grande del país asiático
En la actualidad, dos de cada cinco personas en el mundo vive a menos de 100 kilómetros de la costa, y el 90 % de las megaciudades son vulnerables al aumento del nivel del mar. Un hecho indiscutible es que las inundaciones están destruyendo tanto infraestructuras como poblaciones enteras, obligando a millones de refugiados climáticos a abandonar sus hogares.
Las llamadas migraciones climáticas representan la huida de ciertos grupos de personas de sus lugares de residencia, ante los constantes peligros naturales que les acechan en el nuevo paradigma climático. Un paradigma marcado no solo por las inundaciones, sino por las sequías o las lluvias torrenciales, que han conseguido movilizar a más de 280 millones de personas en todo el mundo desde 2008.
De acuerdo a un estudio publicado en la revista IOP Publishing Environmental Research Letters, las regiones más vulnerables a sufrir inundaciones serán: Asia oriental, el Pacífico, América Latina y el Caribe. A esto se suma que, en la actualidad, el rápido crecimiento de la población urbana está empujando a los más vulnerables a vivir cerca del agua, puesto que los costos de vivienda en las urbes son inalcanzables para la mayoría.
El rápido crecimiento de la población urbana está empujando a los más vulnerables a vivir cerca del agua
Ante este estado de alarma, la empresa Oceanix ha apostado por encontrar una solución en las ciudades costeras, como Busan, ubicada al sureste de Corea del Sur, donde sus habitantes se enfrentan a una grave escasez de suelo, agravada principalmente por las amenazas climáticas. Con una población de 3,4 millones de habitantes, Busan es la segunda ciudad más grande del país por detrás de Seúl. Además, es el hogar del complejo industrial más grande del sureste de Corea y es considerada como una de las ciudades marítimas más importantes del siglo XXI.
Todos estos factores han sido primordiales para escoger esta urbe para implementar un prototipo de ciudad flotante; una idea gestada por la empresa Oceanix, que cuenta con el apoyo de ONU-Hábitat y el Gobierno de Busan.
Oceanix es una compañía tecnológica fundada en 2018 por Itai Madamombe y Marc Collins Chen, que nació con la finalidad de diseñar y construir ciudades flotantes habitables que, a su vez, coexistan con el océano. Entre los socios encargados del diseño e ingeniería de su primer prototipo en Busan destacan: Prime Movers Lab, BIG-Bjarke Ingels Group, SAMOO Architects and Engineers, Arup, Bouygues Construction, Helena, el MIT Center for Ocean Engineering, la Korea Maritime and Ocean University, Olafur Eliasson y Studio Other Spaces, Wartsila, Transsolar KlimaEngineering, Mobility in Chain, Sherwood Design Engineers, Agritecture, el Center for Zero Waste Design, Greenwave, y la Global Coral Reef Alliance.
Tal como aseguró Philipp Hofmann, director ejecutivo de Oceanix: “Estamos en camino de desarrollar Oceanix Busan y demostrar que la infraestructura flotante puede crear nuevas tierras para las ciudades costeras que buscan formas sostenibles de expandirse hacia el océano, al tiempo que se adaptan al aumento del nivel del mar”.
La idea de este primer prototipo consiste en la creación de una comunidad flotante, resiliente y sostenible de unas 6,3 hectáreas que albergarían alrededor de 12.000 personas
Según los gestores del proyecto, la idea de este primer prototipo consiste en la creación de una comunidad flotante, resiliente y sostenible de unas 6,3 hectáreas, que albergarían alrededor de 12.000 personas. Se trata de un sistema de distintas plataformas, cada con un propósito específico, que están conectadas entre ellas a través de puentes. En cada una habrá entre 30.000 y 40.000 metros cuadrados de superficie de uso mixto y con edificios de corta altura.
Además, esta infraestructura flotante se plantea como un organismo vivo, en el sentido de que, con el tiempo, se irá transformando y adaptando a las necesidades del medio natural en el que se encuentra. La implementación del proyecto empezará con la construcción de tres plataformas, pero la idea es que llegue a más de 20. Cada una irá acompañada de decenas de emplazamientos productivos y estará equipada con paneles fotovoltaicos e invernaderos, que pueden expandirse según las necesidades del entorno.
Este prototipo cuenta con seis sistemas integrados: cero residuos y sistemas circulares; sistemas de agua de circuito cerrado; alimentos; energía neta nula; movilidad innovadora; y regeneración de hábitats costeros. Estos generarán el 100% de la energía operativa requerida in situ, a través de paneles fotovoltaicos situados tanto en los tejados como en las superficies flotantes. De manera similar, cada vecindario (o plataforma) tratará y repondrá su propia agua, reducirá y reciclará sus recursos y generará iniciativas de agricultura urbana innovadora.
Ante el prototipo flotante en Busan, surgen ciertas dudas en referencia a la sostenibilidad, resiliencia, intereses de índole político y empresarial alrededor del proyecto, y la planificación social y espacial de la infraestructura. En este sentido, sería importante saber qué idea hay detrás de esta iniciativa privada. ¿Los habitantes de esta nueva ciudad serán los que realmente necesiten vivienda, como es el caso de los refugiados climáticos? O ¿se estará planteando un nuevo enclave privatizado para la élite, como pasó con Palm Jumeirah en Dubái? ¿Qué tan sostenible será la construcción de este prototipo? ¿Realmente podemos clasificarlo como sostenible?
Aunque esta ciudad flotante nace como una idea utópica y como una apuesta para solucionar un problema emergente en las urbes del Este asiático, todavía quedan muchas lagunas por esclarecer. Es inevitable pensar en qué subyace detrás de esta iniciativa y preguntarse si en realidad este añadido flotante en Busan se convertirá en un barrio excluyente para los más vulnerables. Por ahora, todo indica que esta no será una solución al problema habitacional en Corea, puesto que el costo de las viviendas en este entorno idílico seguirá siendo inaccesible para los vecinos más necesitados.
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