Conocimiento pastoril: moderno y sofisticado
Es importante aprender del patrimonio cultural de los pueblos autóctonos y de las poblaciones locales. Hay aplicaciones novedosas en la producción primaria y en los sistemas alimentarios que pueden beneficiarse mucho si aprenden del Sur Global y del conocimiento tradicional que existe en el Norte
El sistema alimentario global se enfrenta al gran reto de proporcionar suficiente comida a la población humana más voluminosa que ha conocido el mundo, superando ya los 8.000 millones de personas. Aún más complicado es lograrlo con el reto añadido de cortar la dependencia de los combustibles fósiles, que han alimentado en el último siglo un sistema agrario de altos insumos y con grandes impactos ambientales.
En la parte correspondiente a la ganadería es fundamental diferenciar los sistemas más industriales, muy problemáticos, de las prácticas más extensivas, ligadas al territorio y a la movilidad de los animales. Estas últimas tienen atribuidas un vasto uso del suelo y grandes emisiones de gases de efecto invernadero, pero tales impactos son en realidad positivos por imitar la acción natural de los herbívoros silvestres. Que estos hayan sido sumamente abundantes en los últimos millones de años muestra que el pastado móvil puede generar alimentos de origen animal en cantidad parecida a la que conseguimos ahora, pero de forma mucho más sostenible.
Decidir qué zonas se pastan, qué plantas forrajeras son más idóneas en cada situación del rebaño, o cuándo es momento de moverse a otros pastos, son decisiones que los pueblos pastores han estado tomando durante milenios
Tener que adaptar esos principios a las condiciones modernas ha hecho surgir la agricultura regenerativa. En la misma, el ganado sometido a prácticas móviles desempeña un rol central proporcionando el estiércol que es capaz de regenerar el suelo, restaurando su fertilidad y fijando carbono de la atmósfera. Tales ventajas han hecho que surja una comunidad entusiasta que lo aplica, toda una novedad en un mundo rural inmerso en una grave crisis. Sin embargo, su práctica se basa en una toma adaptativa de decisiones, es decir, se decide la densidad del ganado y si es momento de moverlo a otro lado con una evaluación constante del estado de la hierba. Esta toma de decisiones es naturalmente compleja y tiene dificultades a la hora de enseñarla, lo que ha dificultado la adopción de prácticas regenerativas por una cantidad más amplia de personas.
El pastoreo tradicional puede ayudar. Su conocimiento tradicional es complejo, basado en la integración de información múltiple procedente de diferentes disciplinas, y ha tenido que hacer frente durante milenios a los mismos retos que las prácticas regenerativas. Decidir qué zonas se pastan, qué plantas forrajeras son más idóneas en cada situación del rebaño, o cuándo es momento de moverse a otros pastos, son decisiones que los pueblos pastores han estado tomando durante milenios y que han refinado con su práctica, equivocándose y aprendiendo. Son conocimientos que se transmiten a través de las generaciones, pero eso no quiere decir que no se puedan sistematizar, catalogar y poner a disposición de la sociedad.
En una reciente publicación académica —llevada a cabo por un equipo de 13 científicos [incluido el autor de este artículo] y pastores de nueve países en tres continentes— a partir de 716 plantas identificadas, se han logrado identificar 35 indicadores que se usan en sistemas pastoriles para describir especies forrajeras. Cada uno de estos índices describe cuestiones relevantes para el manejo del ganado, tales como características botánicas, comportamiento del ganado mientras las pastan, e impacto que tienen estas plantas en la condición corporal y en la salud de los animales.
Hay aplicaciones novedosas en la producción primaria y en los sistemas alimentarios que pueden beneficiarse mucho si aprenden del Sur Global
Además, aparecen diez principios comunes en el uso de este tipo de conocimiento, como la interacción de las plantas con el ganado, la identificación de especies vegetales como preferidas o evitadas, la consideración de diferentes especies de ganado, o la planificación de movimientos a distintas escalas para optimizar el uso de los recursos vegetales disponibles. Una cuestión tan generalizada en agronomía como es la palatabilidad de las plantas no aparece en este compendio de indicadores, pues según la percepción de los pastores tradicionales es una característica que varía según el dónde y el cuándo, expresándose así esas relaciones dinámicas entre plantas y animales.
Es llamativo que aparezcan elementos frecuentes pese a la gran diversidad de culturas pastoriles, que ocupan ambientes desde los trópicos hasta las tundras boreales y desde humedales a desiertos. Confirma el principio en el estudio del conocimiento ecológico tradicional de que lo universal se expresa en lo local, pues la lógica de la funcionalidad ecológica es frecuente a todos estos sistemas, y subraya su utilidad para comprender los manejos adaptativos.
Este estudio subraya, pues, la importancia de aprender del patrimonio cultural de los pueblos autóctonos y de las poblaciones locales. Hay aplicaciones novedosas en la producción primaria y en los sistemas alimentarios que pueden beneficiarse mucho si aprenden del Sur Global y del conocimiento tradicional que aún persiste en el Norte Global. La sofisticación y la utilidad no es una cuestión exclusiva de lo nuevo, pues hay mucho que adoptar y adaptar de usos del territorio cuya permanencia durante milenios nos dice mucho sobre su sostenibilidad, de la que ahora mismo tanta falta nos hace aprender.
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