Cómo Abdo tomó el control de su VIH
El doctor de MSF Isaac Batali cuenta cómo el acceso a las medicinas es crucial, pero solo una parte de la estrategia para acabar con la epidemia del sida en África
La primera vez que vi a Abdo (nombre ficticio para proteger su identidad), estaba tan débil que era incapaz de caminar. Hay muy pocas carreteras o coches en los alrededores de Lankien, una remota localidad de Sudán del Sur, así que su familia tuvo que cargar con él mientras caminaban durante tres días para poder llegar hasta el hospital.
Tenemos muchos pacientes con VIH en Lankien y hay una creencia muy común de que el virus solo puede darse entre los que viven en la ciudad, así que a los habitantes de las zonas rurales les cuesta mucho aceptar que lo puedan tener o que puedan contagiar a los demás. Además, las personas que dan positivo se enfrentan a una gran estigmatización. Todo esto hace que el virus se expanda e impide que la gente busque tratamiento.
Abdo ya había sido diagnosticado con VIH en otro servicio sanitario. Sin embargo, no había recibido el asesoramiento adecuado y se había resistido a aceptar su situación, así que no siguió el tratamiento pautado. Cuando llegó a nosotros estaba extremadamente enfermo, sus músculos estaban consumidos. No estábamos seguros de que pudiera recuperarse.
Los pacientes de VIH que siguen estrictamente las recomendaciones médicas pueden vivir vidas largas y sanas
Empezamos a aplicarle el tratamiento médico inmediatamente, pero necesitaba más que eso. El equipo de nutrición y el de salud mental se incorporaron también al proceso y, durante el siguiente mes, fuimos ayudándole poco a poco, con paciencia, buena alimentación y asesorándole constantemente.
Los pacientes de VIH que siguen estrictamente las recomendaciones médicas pueden vivir vidas largas y sanas. Pero, sin medicación, sus sistemas inmunes se debilitan y son incapaces de luchar contra las infecciones. Por esto, el asesoramiento es uno de los servicios fundamentales que ofrece Médicos Sin Fronteras (MSF), sobre todo en comunidades como la de Abdo.
Nos hemos dado cuenta de que al diagnosticar, generalmente es más probable que sea la mujer la que mejore más, ya que normalmente acepta su diagnóstico con mayor predisposición y se ajusta mejor a su tratamiento. Por eso mismo, intentamos hablar con los hombres siempre que podemos, y aunque vemos cambios reales en su actitud, para conseguirlo tenemos que ser pacientes.
A medida que sus cuerpos responden al tratamiento, empiezan a confiar en nosotros. Escuchan nuestros consejos y mejoran.
Unas semanas después de que Abdo llegara al hospital, tuve un mes de vacaciones para ir a ver a mi familia. Cuando volví, fui a la clínica de pacientes de VIH. Un hombre al que no reconocía me estaba llamando por mi nombre. Cuando le saludé, se le dibujó una enorme sonrisa en la cara. En ese momento me di cuenta de que era Abdo.
—“¡Estás muy cambiado!”, le dije. Había ganado peso y su piel había vuelto a su color normal. Me alegré de verle mucho mejor.
Como equipo, a menudo nos encontramos con pacientes que vienen a nosotros extremadamente enfermos. Esa puede ser nuestra oportunidad para cambiar su perspectiva y creencias sobre el virus. A medida que sus cuerpos responden al tratamiento, empiezan a confiar en nosotros. Escuchan nuestros consejos y mejoran.
Abdo estaba dispuesto a escuchar cualquier cosa que el equipo le aconsejara y se adhirió a su tratamiento. Poco a poco, fue recuperando las fuerzas hasta que estuvo lo suficientemente bien como para dejar el hospital y volver con sus familiares, a pesar de que todavía necesitaría un poco más de tiempo para ser capaz de realizar el camino de tres días de regreso a su pueblo.
En esta comunidad en la que la gente se enfrenta a tantas dificultades —conflictos, pobreza, enfermedades…—, nos aseguramos de que al menos tengan acceso a servicios médicos y de que puedan recibir tanto tratamiento para las enfermedades crónicas, como atención médica en casos de emergencia.
Sin embargo, para tener un impacto real en aspectos como el VIH, no podemos enfocarnos solo en el tratamiento físico de la enfermedad. Para pacientes como Abdo, el asesoramiento también les salva la vida, ya que garantiza que se entiende el diagnóstico y el tratamiento y que sus familias comprenden el apoyo que necesitan. Nuestro objetivo con este enfoque holístico es empoderar a las personas que viven con esta enfermedad a cuidar de su salud también después de haber salido del hospital.
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