Vuelve el debate sobre reservas alimentarias
En un contexto donde diferentes crisis afectan a la economía global, ¿podrían los almacenes de alimentos ser una alternativa para la estabilización de precios?
Durante las dos crisis de precios alimentarios entre 2008 y 2012 hubo un debate académico y político intenso sobre la conveniencia o no de crear reservas alimentarias. En cuanto al diagnóstico del problema, se habló mucho sobre la producción de biocombustibles, que había contribuido a la escasez de reservas de grano, que en parte se dedicaba a producir alcohol. Pero no había consenso en el grado de importancia. Sí lo hubo en que el bajo nivel de reservas comerciales (la llamada relación entre reservas y su utilización) fue un factor desencadenante.
Uno de los debates más intensos fue sobre los efectos en la crisis de los instrumentos financieros, como los mercados de futuros, algunos diciendo que eran perniciosos y otros que eran necesarios. Una conclusión bastante compartida recordaba una famosa expresión gallega: no se podía demostrar que los mercados de futuros aumentaran en exceso los precios, pero subirlos, los subieron.
Sobre las soluciones, también hubo posturas variadas. Se discutió sobre la posibilidad o no de mantener una reserva internacional, pero con alguna desconfianza en su eficacia. Se propusieron reservas regionales y nacionales, y detener la producción de biocombustibles en tiempos de escasez (esto funcionaría, pero necesita coordinación). Este libro de libre acceso resume muchas de las propuestas.
La estabilización de precios a través de reservas alimentarias beneficiaría a la macroeconomía y al desarrollo en países dependientes tanto de exportaciones de alimentos básicos como de importaciones
Como suele ocurrir, terminada la crisis se acabó el debate, y ya no se volvió a hablar mucho más del asunto. Después llegó la covid-19 y el pico de precios a raíz de la guerra en Ucrania, pero el tema seguía sin salir. Hasta ahora.
Las economistas Isabella Weber y Merle Schulken han elaborado en un artículo académico uno de los análisis más completos hasta ahora sobre la necesidad de establecer reservas alimentarias. No solo va más atrás en el tiempo, revisando la opinión de economistas clásicos, sino que actualiza las causas de crisis de precios alimentarios y añade conceptos como la inflación del vendedor (sellers inflation), concepto que la doctora. Weber ha desarrollado. En pocas palabras, que las empresas con poder en el mercado tienen la capacidad de subir precios cuando quieren, algo que nos puede parecer evidente a la mayoría, pero que era difícil de demostrar con cifras.
La volatilidad de los precios puede causar inflación y bajo crecimiento y envía señales equivocadas al mercado, que no es siempre capaz de recuperar el equilibrio
Su planteamiento con respecto a las reservas alimentarias es que el enfoque neoliberal ha dejado a las economías globales mal preparadas para enfrentar la influencia de choques derivados de la guerra, el cambio climático y las pandemias sobre los precios de los alimentos básicos. Las emergencias actuales revalidan el argumento clásico de la necesidad de reservas globales, debido a que la incertidumbre y el comportamiento procíclico pueden hacer que los mercados de materias primas sean ineficientes. La volatilidad de los precios puede causar inflación y bajo crecimiento y envía señales equivocadas al mercado, que no es siempre capaz de recuperar el equilibrio.
La estabilización de precios a través de reservas alimentarias beneficiaría a la macroeconomía y al desarrollo en países dependientes tanto de exportaciones de alimentos básicos como de importaciones. Weber y Schulken proponen la creación de instituciones específicas para la estabilización de precios de emergencia adaptadas a cada sector. La idea sería salir del mundo de la competencia perfecta en el mercado, inexistente, y cambiarlo por instituciones encargadas de estabilizar precios.
Este documento es bienvenido sobre todo por la reapertura de un debate sobre cómo nos preparamos para las crisis que vienen, y de entre ellas, en especial el cambio climático. La existencia de buenas propuestas, inteligentes y necesarias, no garantiza sin embargo su adopción, en un mundo en el que predominan los intereses de las grandes multinacionales como las famosas ABCD (Archer-Daniels-Midland Company, Bunge, Cargill and Louis Dreyfus), que ganan miles de millones de dólares en cada pico de precios.
La existencia de buenas propuestas, inteligentes y necesarias, no garantiza sin embargo su adopción, en un mundo en el que predominan los intereses de las grandes multinacionales
Aparte de darle visibilidad al tema de las reservas y tratar de influir en qué se gastará el dinero para la adaptación al cambio climático, ¿en qué convendría avanzar, según mi punto de vista, para contar con una propuesta más detallada?
Primero habría que definir el tamaño necesario de la reserva. Una propuesta de 2016 hablaba de 500.000 toneladas métricas. Su objetivo era atender emergencias y no estabilizar precios, lo que requeriría un tamaño mucho mayor —cuál sería este está por discutir—.
El segundo punto sería la ubicación. El artículo habla de que la ubicación tendría que ser “global”, pero habrá que concretar en qué países sería eficiente y logísticamente aceptable para importadores y exportadores. El nuevo desorden mundial en el que nos encontramos parece llevarnos a menos cooperación entre países, no a más. No es una situación esperanzadora.
Otro punto a resolver es la modalidad de intervención. ¿Dar prioridad al acceso para los países con alta dependencia de las importaciones? ¿A aquellos que tienen problemas con el acceso a divisas para pagar importaciones? ¿Cómo prevenir los efectos adversos en los mercados, que son inevitables, cuando haya que vender grano para renovar las reservas? Varias opciones iban encaminadas a convertir los excedentes en alcohol, para evitar inundar los países vecinos con grano demasiado barato. Esta propuesta tiene mucho sentido.
La estabilización tiene que proteger no solo de los precios altos, sino también de los bajos, que son un problema tanto o más frecuente que perjudica a los agricultores
Y finalmente, hay que tener en cuenta que la estabilización tiene que proteger no solo de los precios altos, sino también de los bajos, que son un problema tanto o más frecuente que perjudica a los agricultores. Las compras públicas de grano a las cooperativas agrícolas son una manera de favorecer a los pequeños productores, ya ensayadas con éxito en la Reserva Regional de Seguridad Alimentaria de África del Oeste. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) ha apoyado este proyecto sin interrupción desde 2013, y tiene muchos aprendizajes que mostrar sobre cómo se pueden relacionar las reservas regionales, las nacionales y las cooperativas locales.
Las ideas están ahí, solo faltan las decisiones. Sea cual sea la solución aplicada, queda clara la necesidad de que haya una relación clara entre el tamaño del problema en caso de una nueva crisis alimentaria, y los recursos dedicados para mitigarla. Como dice un sabio, aunque antiecológico refrán centroamericano: así como es el sapo tiene que ser la pedrada.
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