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Los civiles atrapados en el fuego cruzado del conflicto congoleño: “Tenemos miedo de todo y de todos”

Miles de habitantes de Goma están bloqueados en sus casas, sin electricidad y apenas víveres, mientras la violencia toma las calles. La situación es aún más preocupante en los campos de desplazados de la periferia de la ciudad, totalmente dependientes de la ayuda humanitaria

Una familia observa los uniformes militares abandonados en las calles de Goma, en el este de la República Democrática del Congo, escenario de fuertes combates entre la guerrilla del M23 y el ejército, el 29 de enero de 2025
Una familia observa los uniformes militares abandonados en las calles de Goma, en el este de la República Democrática del Congo, escenario de fuertes combates entre la guerrilla del M23 y el ejército, el 29 de enero de 2025Arlette Bashizi (REUTERS)

Atrincherados en casa, asustados por los continuos intercambios de disparos, sin agua corriente, electricidad e internet y sin posibilidad de salir a la calle a comprar víveres. Así están viviendo desde hace cuatro días miles de civiles en la ciudad congoleña de Goma, en el este del país, donde los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23), apoyados por Ruanda, aseguran haberse hecho con el control de los puntos claves de la localidad frente a un ejército que capitula y retrocede paulatinamente.

“No puedo decir que estamos bien. Tenemos miedo de todo, no sabemos qué puede pasar mañana o pasado mañana. Vivimos en una incertidumbre absoluta desde hace varios días”, explica a este periódico Karine K. (nombre ficticio), periodista de la ciudad de Goma. La comunicación telefónica, breve para ahorrar batería, se entrecorta y de fondo se escuchan los gritos de sus hijos.

“El cuartel general del M23 está justo abajo de casa. Oímos disparos y detonaciones todo el tiempo. No podemos movernos de casa, mis hijos están traumatizados y muy asustados”, explica, mientras asegura que a la primera oportunidad que se presente saldrá de la ciudad.

Según fuentes de los hospitales y medios locales, los combates de esta semana entre el M23 y el ejército congoleño y sus respectivos apoyos habrían causado al menos un centenar de muertos. La entrada de la guerrilla en Goma es el último episodio de un conflicto de casi tres décadas donde varias decenas de grupos armados combaten entre sí o contra el Ejército congoleño. La violencia está impulsada en gran parte por el control de la explotación y venta de minerales esenciales para la industria tecnológica, como el coltán, el cobre, el cobalto, el tungsteno o el estaño.

Habitantes, ONG en la zona y trabajadores humanitarios que están en contacto con personas en Goma describen una situación crítica en las calles y en el interior de las casas, donde muchas familias se han quedado sin agua y sin víveres, en una zona donde muchas personas viven día a día y sin posibilidad de hacer reservas de comida.

“Los grupos armados y los soldados ocupan barrios y la gente no sabe con quién te puedes encontrar. Hay una gran confusión. Nuestros colegas en Goma nos hablan de cadáveres en las calles y de muchos saqueos a tiendas y a almacenes de organismos internacionales”, explica Amélie M. abogada y activista congoleña, desde Bukavu, al sur del Lago Kivu, a unos 200 km por carretera desde Goma.

Esta trabajadora humanitaria explica que la hermana de un colega de trabajo murió en su casa, alcanzada por una bala perdida, y que otra compañera les contó que tenían tres heridos en su edificio, pero no podían ni evacuarlos ni hacer llegar la asistencia médica por los intensos combates. “Solo quien tiene paneles solares puede cargar sus móviles y comunicarse. Nosotros llevamos días sin noticias de muchas personas”, explica.

Escenas de saqueos en las calles de la ciudad congoleña de Goma, en este caso en un almacén de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el 29 de enero de 2025.
Escenas de saqueos en las calles de la ciudad congoleña de Goma, en este caso en un almacén de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el 29 de enero de 2025.MOISE NIYONZIMA (EFE)

Por su parte, Karine K. explica que los guerrilleros del M23 han enviado mensajes para tranquilizar a la población de Goma. El jueves, comenzaron a ser retirados algunos cadáveres de las calles y hubo personas que se aventuraron a salir para buscar comida y agua. Algunas casas volvieron a tener agua corriente de manera intermitente.

Cientos de miles de desplazados

Los acontecimientos de esta semana “complican aún más una situación humanitaria que ya era más que desesperada”, ha lamentado Jean Francois Basse, representante interino de Unicef en el país. “La gente está hambrienta, sedienta y agotada. Las familias se refugian en sus casas para evitar verse atrapadas en medio de la violencia. Es difícil explicar el profundo sufrimiento de los niños, las niñas y sus familias”, agrega, en un comunicado difundido por esta agencia de la ONU.

“Por ejemplo, los enfermos de los hospitales, que reciben alimentos de sus casas porque aquí los centros médicos no la suministran, llevan varios días sin comer; las pequeñas comerciantes con las que nosotras trabajamos no han vendido nada, así que tampoco han podido comprar nada. Y en los campos de desplazados de la ciudad, donde las personas sobreviven a duras penas y gracias a la ayuda humanitaria, están aislados y sin recibir ningún tipo de asistencia”, corrobora Amélie M.

Según la ONU, unas 700.000 personas vivían ya en campos de desplazados en la periferia de Goma. La ministra congoleña de Asuntos Exteriores, Thérèse Kayikwamba Wagner, dijo el martes en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que desde principios de enero, los combates en el este del país han provocado más de medio millón de desplazados adicionales.

“Hemos recibido informes devastadores de los campos de desplazados a los que nuestros equipos ya no pueden ir”, explica Stephan Goetghebuer, responsable de programas de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la región de Kivu Norte, donde se encuentra Goma. “En el campo de desplazados de Kanyaruchinya, el centro de salud que apoyamos sigue funcionando, pero el equipo ha visto cómo dos niños morían esta semana porque no fue posible derivarlos a un hospital”, cita.

El miércoles, una cumbre de jefes de Estado de la Comunidad de África del Este (CAE) celebrada telemáticamente exigió un alto el fuego “inmediato e incondicional” a las partes en conflicto en el este de la República Democrática del Congo (RDC) y que “se facilite el acceso humanitario” a la población.

Una escalada regional

El presidente congoleño, Félix Tshisekedi, se dirigió a los ciudadanos el miércoles por la noche y reconoció que la situación en materia de seguridad vive “una agravación sin precedentes”, pero no admitió la caída de Goma. “Está en marcha una respuesta vigorosa y coordinada contra estos terroristas y quienes les apoyan”, dijo.

El mandatario condenó la inacción internacional y advirtió de que existe el riesgo de una “escalada con consecuencias imprevisibles” en la región de los Grandes Lagos.

En Bukavu, Amélie M. explica que se siente desde hace días la llegada de desplazados y una abundante presencia militar. También el miedo porque los rumores dicen que los rebeldes seguirán avanzando y hasta ahora han visto que el ejército congoleño no es capaz de detenerlos.

“No estamos tranquilos. El M23 ya controla todo Goma, sabemos que están avanzando, que van a tomar más localidades y vemos la tensión de los militares que están aquí”, describe. “Hay algunos civiles que huyeron antes de que tomaran el puerto de Goma y pudieron llegar a Bukavu. Por ejemplo, hoy un colega periodista con el que trabajamos en Goma y que había recibido amenazas, logró huir y llegó a nuestra oficina”, detalla.

Esta activista afirma que la frontera con Ruanda está funcionando y podría ser una puerta de salida, pero explica que la gente duda y prefiere quedarse y prepararse. “En nuestra organización, por ejemplo, hemos adelantado el salario del mes para que la gente pueda comprar agua, azúcar, linternas, cerillas... por lo que pueda ocurrir”, explica.

Mientras tanto, todos aumentan las precauciones. “No salimos después de las cuatro de la tarde, llevamos siempre los documentos con nosotros y tenemos cuidado de con quién hablamos de estos temas”.


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