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“Solo dame energía”: cómo aprovechar el sol en el país más poblado de África

La energía solar puede ser la llave del suministro para las zonas rurales de países en desarrollo. Con una cobertura eléctrica muy deficiente, Nigeria apuesta por ello

Una mujer llamada Recent Kodjo descansa en su habitación iluminada con una bombilla alimentada por la energía solar en la comunidad de Sagbo-Kodji, en Lagos, Nigeria 25 de abril de 2020.
Una mujer llamada Recent Kodjo descansa en su habitación iluminada con una bombilla alimentada por la energía solar en la comunidad de Sagbo-Kodji, en Lagos, Nigeria 25 de abril de 2020.TEMILADE ADELAJA (Reuters)
Nicholas Dale Leal

En Nigeria el silencio nunca es absoluto. En cualquier rincón del país el ronroneo incesante de un generador de electricidad de diésel o gasolina está al alcance del oído, día y noche. Prácticamente, cada casa o negocio tiene uno de estos cubos con tapas de colores que iluminan precariamente las ciudades, pueblos y aldeas del país más poblado de África. Son un mal necesario para los nigerianos, explica Olasimbo Sinjrin, directora nacional de la ONG Solar Sister, cuyo objetivo es empoderar mujeres apoyándolas en la venta de pequeños electrodomésticos solares. “Estamos hablando de personas que tienen, con suerte, una hora de electricidad al mes; hogares de clase media sin acceso a la red… ‘Solo dame energía’, le dicen al Gobierno”.

Este ha sido el caso durante décadas. De los 206 millones de nigerianos, un 43% está fuera del alcance de la red eléctrica, según el Banco Mundial, y los que sí tienen acceso deben enfrentarse a apagones constantes; una de las peores coberturas del continente. Por ello, considerando la alta exposición al sol que tiene el país, desde hace algunos años el Gobierno ha puesto las miras en la fotovoltaica para suplir el vacío de la red, y ahora los paneles que funcionan con este recurso limpio son relativamente comunes en el país. Sin embargo, una demanda energética que se multiplica y los precios que todavía son comparativamente altos hacen que siga estando lejos de ser la solución definitiva, a pesar del optimismo gubernamental.

Una mini-red cerrada puesta en marcha por la REA en Shimankar, una comunidad aislada en el centro de Nigeria.
Una mini-red cerrada puesta en marcha por la REA en Shimankar, una comunidad aislada en el centro de Nigeria.Cedida por la Agencia de Electrificación Rural de Nigeria

El compromiso oficial es llegar a proporcionar el 30% de la energía del país con fuentes renovables para 2030. Sin embargo, las estimaciones del Banco Mundial señalan un incremento en la demanda de 16,8 veces la actual de la mano de una población que se proyecta llegará a 400 millones para 2050. Considerando que, incluso actualmente, la oferta de electricidad de la red apenas cubre una fracción de la demanda, el desafío es doble: no solo debe elevarse la cuota de renovables, debe crecer también enormemente la producción general de electricidad.

Teniendo esto en cuenta, el Gobierno ha invertido en plantas hidroeléctricas, que ya surten el 18% de la energía, pero también está construyendo macroplantas solares; como la de Ashama, que cuando se termine de construir, previsiblemente en 2023, será la más grande de África Occidental con una capacidad de 200 megavatios por hora. No obstante, dado que la red es incapaz de alcanzar a una enorme porción de los habitantes, el impacto de estos proyectos se limita principalmente a zonas urbanas. Por lo tanto, la propuesta principal del Programa de Electrificación de Nigeria (NEP por sus siglas en inglés), la mayor iniciativa de este tipo en el continente, consiste en instalar paneles unifamiliares y pequeñas redes cerradas capaces de abastecer a las comunidades más aisladas.

De los 206 millones de nigerianos, un 43% está fuera del alcance de la red eléctrica, según el Banco Mundial

Por ahora, según los datos oficiales, se han implementado alrededor de 19.000 sistemas domésticos y 12 mini-redes que abastecen a más de 5.000 hogares. También se han puesto en marcha plantas híbridas para proporcionar suministro exclusivamente a media docena de universidades y hospitales universitarios; entre ellas está la mayor del continente. No obstante, esto es solo el comienzo de un programa que el Gobierno estima beneficiará a unas 25 millones de personas en los próximos años.

Para lograrlo, el ente encargado de proveer electricidad asequible y estable a la Nigeria que todavía vive a oscuras, la Agencia de Electrificación Rural (REA por sus siglas en inglés), ha asegurado 550 millones de dólares (485 millones de euros) en préstamos del Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Africano. Sin embargo, admite la agencia, esto es una parte ínfima de la inversión necesaria para cumplir con los objetivos. Ante esto, el Ejecutivo espera que el sector privado sea quien lleve a cabo la mayor parte de la misión, impulsada por beneficios fiscales y otros mecanismos financieros que las instituciones públicas se han comprometido a facilitar.

Una familia de la zona rural del norte de Nigeria con una lámpara solar en su hogar.
Una familia de la zona rural del norte de Nigeria con una lámpara solar en su hogar.Solar Sister

Es el caso de Ayo Ademilua, fundador de A4&T Power Solutions, empresa que se dedica a instalar sistemas domésticos y redes cerradas desde 2014. Desde entonces ha distribuido más de 6.000 sistemas unifamiliares y nueve mini-redes, alcanzando a decenas de miles de beneficiarios. Actualmente, el negocio está creciendo y tiene numerosos nuevos proyectos en desarrollo, incluyendo una red autónoma que se puede conectar a la red nacional, el primero en su tipo en el país.

Ademilua define su empresa como un negocio social: sí, busca generar ganancias, pero también está comprometido con proveer energía limpia y asequible a sus compatriotas. De hecho, gran parte de su trabajo consiste en convencer a la gente de que, aunque instalar un sistema de este tipo cuesta hasta diez veces más inicialmente, a la larga es más económico. “Hemos hecho un estudio que concluye que, para operar un generador de gasolina o diésel durante una hora, se necesitan 0.53 euros, y eso es sin agregar gastos derivados de los riesgos asociados a la salud, de incendio, de mantenimiento y de emisiones, que elevarían el precio a cerca de un euro. En cambio, usando uno de nuestros paneles o mini-redes, sale a 0,32 céntimos por hora”. No obstante, en un país en el que más del 40% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, estas cifras siguen suponiendo una fantasía para millones.

El Gobierno espera que el sector privado sea quien lleve a cabo la mayor parte de la electrificación

Pensando en estas personas trabaja la ONG de Olasimbo Sinjrin, Solar Sister. Llevan presentes en Nigeria siete años, proporcionando talleres de emprendimiento a mujeres de comunidades rurales o desfavorecidas, y ayudándolas a montar sus propios negocios de venta de pequeños electrodomésticos solares. Con linternas y baterías para móviles hasta estufas limpias y sistemas fotovoltaicos unifamiliares, la organización ataja la pobreza energética y la desigualdad de género.

“Nosotras defendemos que, a pesar del tamaño de nuestros productos, son muy significativos para una gran porción de la población: una lámpara solar en un hogar que nunca ha tenido electricidad permite que la gente pueda producir o estudiar hasta más tarde y también reduce la exposición a humos de estufas o linternas de queroseno, que son la causa de muchas muertes en el país”, explica Sinjrin. Con su modelo, hasta ahora han construido una red de más de dos mil mujeres y, gracias a ellas, han alcanzado a más de 800.000 con sus productos; pero a medida que llegan a más personas, los desafíos son más difíciles, porque la demanda de electricidad también crece.

Lo mismo le ha sucedido a Ayo Ademilua en numerosas ocasiones. “Cuando montamos un sistema con una capacidad determinada por el consumo y la demanda de una comunidad, nos hemos dado cuenta de que en seguida la gente adquiere más electrodomésticos y, por lo tanto, la energía proporcionada se queda corta”. Para Sinjrin esta dinámica evidencia que, desafortunadamente, para la población lo que verdaderamente importa es tener acceso a electricidad de manera constante; y que, sin una inversión pública mucho más potente o sistemas de financiación con mayor alcance, será inevitable que los ruidosos generadores se vuelvan a encender. “La gente los odia, pero los seguirá usando mientras consideren que no tienen otra opción”.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.

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