Ir al contenido
_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Secretos de las cumbres europeas

Medio siglo después de su formalización, la intendencia y la frecuencia de las citas han cambiado en pro de la eficacia

Las cumbres europeas se formalizaron en 1974. Entonces se inauguró el Consejo Europeo de jefes de Estado o de Gobierno, que se reuniría anualmente y llegaría a ser la institución decisiva del continente.

Lo idearon los líderes de la “locomotora franco-alemana”: el presidente francés, Valéry Giscard, y el canciller alemán, Helmut Schmidt. Ambos habían sido ministros de Economía, eran federalistas, hablaban inglés. Algo que después se perdió durante tiempo: ni Helmut Kohl, ni Angela Merkel, ni François Mitterrand, ni Jacques Chirac lo dominaban.

Las Comunidades Europeas eran un miniclub de nueve miembros, lo que facilitaba la proximidad, que se cultivaba en resopones informales au coin du feu, junto a la chimenea. Las sesiones formales congregaban una parafernalia de embajadores, ayudantes, altos cargos de la Comisión y el Consejo, intérpretes. Y los antici, así bautizados por Paolo Antici, el primer diplomático que tomó nota de lo hablado y nunca grabado. En sesiones restringidas, algún embajador se agachaba bajo la mesa, susurrando a su primer ministro parco en idiomas la traducción de las intervenciones, y le descifraba su jeroglífico técnico.

Medio siglo después, con 27 Estados miembros, la intendencia y la frecuencia han cambiado en pro de la eficacia. Las sesiones reúnen solo a los 27 mandatarios, junto a las presidencias del Consejo Europeo y de la Comisión, la alta representante y el secretario del Consejo. Todos intervienen en inglés, quien lo ignore está perdido. Gran paradoja, pues el país que oficializó esa lengua, el Reino Unido, se fugó del club. Van al grano, cómodos, sin apenas testigos. Solo acuden a los intérpretes en debates muy técnicos, y/o para justificarles el sueldo.

Lo hace bastante el francés Emmanuel Macron. Aunque destaca en inglés. Es el orador más brillante. También es de expresión eficaz el canciller Friedrich Merz, aunque en inglés gasoil. Y es que ambos fueron banqueros de negocios, al por mayor. Merz es sobrio, lo que todos agradecen.

Su antecesor, Olaf Scholz, lanzaba rollos de hasta 40 minutos monocordes, nadie se atrevía a interrumpirle. Otro que suscita atención es el español Pedro Sánchez, por concreto —deja las peroratas para los periodistas—, porque interviene en todos los temas clave, y porque es el más significado contrapunto socialdemócrata. Y claro, representa a uno de los países mayores, en tamaño, economía y relevancia geoestratégica.

Tras ellos y el polaco Donald Tusk, con inglés más torpón pero bastante humanidad, asciende en protagonismo la exfascista italiana Giorgia Meloni, ahora volcada al pragmatismo. Capta al vuelo las líneas de fuga, de convergencia y de fisura, se encarama a ellas y, ambigua o determinada, lo aprovecha todo, como se hace con el cerdo, para sus fines. Y en este foro, ay, no alardea de ideologismo.

Así, pero ya sin chimenea, cada trimestre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_