Míriam Nogueras: Junts ya tiene a su Isabel Díaz Ayuso
Puede dar igual si lo que dice es verdad o no, la diputada catalana tiene el magnetismo de una política de los tiempos trumpistas


En tiempos de brutalización, el que no atemoriza, pierde. Es el signo de los tiempos. Así se explica que el martes en el Congreso, la portavoz de Junts aprovechase su intervención para exhibir la radicalización de su diagnóstico sobre la inmigración en Cataluña. Colapsada, saturada, desbordada. Como sabía que iba a perder la votación y las encuestas están mostrando la fuga de miles de votantes, Míriam Nogueras usó la tribuna como un atril para pronunciar un mitin y taponar una urgencia. Se dirigió directamente a las vísceras del antiguo electorado convergente y a sus hijos, los que están saltando de su barco embriagados por los cantos de sirena de la extrema derecha independentista, para decirles que no se vayan porque pueden estar tranquilos: ellos también saben que la supervivencia de la identidad y del Estado de bienestar en Cataluña está en riesgo porque España nos roba y los inmigrantes nos están invadiendo.
En teoría Nogueras defendía la proposición de ley orgánica de delegación a la Generalitat de las competencias del Estado en materia de inmigración. La habían pactado con el PSOE después de la enésima crisis entre los dos partidos durante esta calamitosa legislatura. El texto se registró en marzo. Aunque la oposición entonces también vio en esa ley la enésima demostración que España se sigue rompiendo, y dura y dura, básicamente se trataba de una razonable delegación de competencias en la lógica del desarrollo del Estado autonómico que nos dimos entre todos. Pero entre el texto de dicha ley y el discurso de Nogueras se produjo un salto revelador en el tono y el contenido: las palabras de la portavoz pretendían conectarse con la exitosa deriva ideológica que está desembocando en el populismo xenófobo. Funciona.
Nadie en Junts tiene tanto potencial electoral como esta mujer cuyo perfil inicial fue el de una emprendedora y activista caracterizada por expresarse con descaro y sin cortarse. Politizada en los círculos de empresarios que se crearon durante el procés (“diría que más de una empresa puede llegar a trasladar la sede de Madrid a Barcelona”, afirmaba en 2015 pensando en el día después de la independencia), su proyección le vino por la participación en tertulias televisivas y por su pugnacidad en redes sociales.
Ya entonces diagnosticó la distancia creciente entre política y ciudadanía, y apostó por el lenguaje efectivo y simplificador que conecta en la sociedad digital que se informa a través de Instagram. Lo que cuenta es la actitud. Lo principal es que alimente los prejuicios. Puede dar igual si lo que dice es cierto o no, Nogueras, cuya retórica es la versión catalana de la castiza Isabel Díaz Ayuso, tiene el magnetismo de una política de los tiempos trumpistas.
El martes en el Congreso, sin que tuviese nada que ver con la proposición de ley que se iba a votar, Nogueras dedicó parte de su intervención a denunciar que los inmigrantes reciben una parte excesiva de las ayudas de un Estado de bienestar que construyeron nuestros padres de clase media con su esfuerzo. Lo ejemplificó con el caso de las becas comedor. Afirmó que la mitad de las que se conceden en una comarca del área metropolitana barcelonesa ―en el Vallès Occidental― las recibían niños extranjeros. Pero Albert Acín del Diari de Sabadell le respondió con datos: son 5.215 de las 20.330. Lo más interesante de esta pieza ejemplar de periodismo local, y que evidencia como la demagogia oculta la realidad de nuestra sociedad, era otro dato: la demanda y concesión de estas becas crece año tras año, prueba de las dificultades económicas que cada vez sufren más familias sin importar el color de su piel.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
