Enfadados
Cualquier cosa sirve ya para seguir alimentando el caldo de cultivo del enojo y la frustración en que se ha convertido internet


El ejercicio no resulta demasiado alentador para empezar la semana. Se basa en repasar los primeros mensajes recibidos (y enviados) un lunes, de buena mañana, casi siempre por WhatsApp. Quejas, tristeza y personas que arrancan con un lexatin para lograr llegar al viernes. En una de esas conversaciones, me llega un diálogo, dividido en dos secuencias, de una pareja abrazados en la cama. Ella comenta: “Cariño, dime esas tres palabras mágicas”. “Es mi culpa”, responde él. La mujer le replica: “No, esas no. Las importantes”. “Tienes la razón”, contesta el muchacho. Nada como un poco de humor heterobásico para arrancar el día con una sonrisa y plantar cara al enfado que gobierna el mundo.
Porque, por lo demás, no vamos sobrados de buen rollo. Solo hay que repasar las redes sociales, donde, ya sea por el algoritmo endiablado o por la propia tendencia al pesimismo que la inteligencia artificial detecta a la primera, se exuda mal humor a raudales. Uno de los últimos ejemplos son los comentarios sobre la entrevista de Jordi Évole el domingo a la cantante Mala Rodríguez en La Sexta, en la que repasa su trayectoria. Habla de OnlyFans, de machismo, de prostitución, de bulimia… A la vez, en X, la etiqueta #Lodelamala se iba llenando de crueldad: boba, mermada, le falta un hervor, más corta que las mangas de un chaleco…
Este corte habla de bulimia y Onlyfans. Pero en realidad va de dominación masculina #LoDeLaMala pic.twitter.com/QMc9DIYLOW
— Lo de Évole (@LoDeEvole) March 9, 2025
Las redes se han convertido desde hace tiempo en un vomitorio en el que se escupen cosas que jamás se repetirían en el mundo real. Personas que insultan a otras a las que, si se las cruzasen por la calle, las saludarían educadamente o, como mucho, las ignorarían. Ya lo admitió hace años (tantos como siete) Antonio, un hombre que amenazó en distintas redes a Paula Vázquez, tras un tuit de la presentadora sobre la gestión de los incendios que azotaron Galicia en 2017: “¿Qué tal si te echamos gasolina en el coño y te metemos fuego, HP?”. El hombre se excusó entonces a través de Jordi Évole, y alegó que solo lo escribió para llamar la atención del resto de usuarios: “Más suave no lo habría leído nadie”. Y añadió que jamás le habría dicho nada a Vázquez cara a cara: “Una cosa es un tuit, la otra es una persona física”.
Antonio fue (mucho) más allá del insulto, pero le movió el mismo sentimiento que a decenas de miles de personas: el enfado. Hasta el punto de que el linchamiento difícilmente se convierte hoy en noticia. El Salvados que Jordi Évole emitió en 2018 carece de sentido en 2025, cuando el exabrupto se ha normalizado, y las redes sociales han dado la espalda a la moderación de contenidos. Ahora, como mucho, se podría pensar en un programa sobre los miembros del PP que pensaron, ejecutaron y luego tuvieron que borrar el vídeo de La isla de las corrupciones. Elaborado con inteligencia artificial, despertó la queja de República Dominicana por incluir su mapa y su bandera, y encima dejó una duda sin resolver: ¿el torso del presidente Sánchez era real?
La otra cara del enfado, su caldo de cultivo, se puede ver estos días en las Cartas a la Directora de nuestros lectores. “Sé que ya no disfruto, ni me ilusiono, ¿pero quién lo hace?”, escribe María José Guillermo Pintado. “Me encanta ser joven, pero hoy significa precariedad, ansiedad, incertidumbre y soledad”, lamenta Sara García Martínez. “No sé qué es peor, la falta de sueño o la sensación de que mi vida no me pertenece”, se queja Mateo Basanta Martínez. “Las ayudas son insuficientes, la oferta de vivienda asequible escasea, y la precariedad laboral se extiende. ¿Hasta cuándo tendremos que retrasar nuestra vida adulta?”, se pregunta Nacho Caparrós Ayllón. “El tiempo que se va no vuelve. Y cada día, sin darnos cuenta, dejamos que nos lo roben”, sentencia Rocío García Vijande.
Son la tristeza, la falta de esperanza, las pocas opciones de progresar. Feliz lunes, martes ya para ustedes.
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