Manual de narcisistas del KGB
Un buen espía sabe manipular a las personas, y no hay nadie en el mundo más susceptible de ser manipulado que un narcisista

Donald Trump es un estadista de altura que solo negocia con estadistas de su nivel. No son tantos. Benjamín Netanyahu, Narendra Modi, Xi Jinping, Mohamed Bin Salmán. Es corta la lista de hombres a los que puede llamar pares, todos generales del siglo XXI embarcados en un proyecto histórico de reordenación territorial. Pero solo uno de ellos ha puesto todos sus recursos para apoyar su campaña cuando nadie daba un céntimo por ella. Solo uno de ellos levantó una agencia de desinformación con cientos de trabajadores operando 24 horas al día para hundir a Hillary Clinton. Solo uno mandó a su agencia de inteligencia hackear los correos del jefe de campaña de Clinton y distribuirlos de la manera más inteligente posible para ayudarlo a ganar en 2016. Vladímir Putin es más que uno de sus pares. Es el único que le entiende y le respeta de verdad.
Zelenski, por otra parte, no es un hombre de Estado. No se viste como un hombre de Estado, no tiene jet privado, no convocó elecciones cuando le tocaba, el pasado marzo. Es más bien como una ONG que pide, pide, pide y no quiere dar nada a cambio. De hecho, ni siquiera tiene un Estado propiamente dicho, porque Ucrania solo existe desde 1991 y desde entonces ha tenido al menos dos gobiernos derrocados. Gran parte de su población sigue hablando ruso. Donetsk y Lugansk ni siquiera reconocen al Gobierno de Kiev. No es más que un cómico mediocre que ha disfrutado de la generosidad de EE UU durante tanto tiempo que ha olvidado su lugar.
Trump no puede rebajarse a discutir con personas que no están a su altura, menos cuando se muestran desagradecidos y están dispuestos a provocar la Tercera Guerra Mundial. Sería irresponsable. De hecho, Trump no necesita negociar con Zelenski. La mayor parte de las reservas de litio y tierras raras de Ucrania están bajo la ocupación rusa, en la región del Donbás y la península del mar Negro que Rusia recuperó en 2014. Qué sentido tiene negociar con un hombre así cuando el objeto de deseo ya no está en su poder. Si ha sido capaz de resolver con Netanyahu el problema de Gaza y juntos están a punto de convertir ese estercolero en la nueva Riviera, ¿qué le impide resolver el problema de Ucrania con Putin y transformarla en un nuevo manantial de recursos para EE UU? Putin solo pide quedarse con las regiones que ya tiene, lo que parece completamente razonable dado que son prorrusas y que, si hubiera elecciones, votarían por él. Y que no haya soldados estadounidenses en territorio ucranio. Putin sí que quiere acabar con la guerra y empezar una nueva era de respeto mutuo y cooperación.
De hecho, esa nueva era ya ha empezado. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha ordenado a su comando cibernético que detenga las operaciones ofensivas contra Rusia durante las negociaciones. Cosas como deshabilitar malware ruso en servidores de este país antes de que pueda ser utilizado contra infraestructuras estadounidenses y bloquear webs que distribuyen propaganda antiestadounidense o a gente como LockBit, el grupo de ransomware más prolífico del mundo, antes de que ataque a empresas como Boeing o secuestre los servidores del servicio postal. Los analistas de la Agencia de Ciberseguridad ya no deberán trabajar o informar sobre amenazas que provengan de Rusia, y nadie monitorizará las injerencias del Kremlin en ningún proceso electoral. Rusia ya no es una amenaza para EE UU. Donald tiene la palabra de Vladímir.
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