La teoría del déjalos
Decidir que no está bajo tu responsabilidad algo que sí lo está puede suponer una negligencia criminal de consecuencias desastrosas
En estos momentos, a días de la segunda investidura de Donald Trump, el libro más vendido en Estados Unidos es The let them theory, de la conferenciante, escritora y podcaster Mel Robbins, famosa por su habilidad para resumir en cuatro palabras principios más complejos. En español la expresión se traduciría como la teoría del déjalos o del allá ellos y el objetivo de la obra es, según su material publicitario, “enseñarte a dejar de desperdiciar energía en lo que no puedes controlar y empezar a enfocarte en aquello que importa de verdad: tú. Tu felicidad. Tus metas. Tu vida”. Robbins cuenta que empezó a dejar de intentar manejar la vida de los otros el día de la graduación de su hijo. Agobiada porque iba a caer una gran tormenta y ni él ni sus amigos tenían un plan para cenar o refugiarse de la lluvia, intentó inmiscuirse hasta que su otra hija le dijo que lo dejara en paz, que era su vida, que no pasaba nada si se mojaba.
En realidad el libro reformula la vieja premisa del pensamiento estoico de la dicotomía del control, que diferencia entre aquello que está a nuestro alcance cambiar y aquello que no. Los demás, claro, son incontrolables. Como explicó el periodista Jaime Rubio en un reportaje en EL PAÍS sobre el éxito moderno de esta filosofía, la dicotomía es “especialmente útil en este contexto en el que podemos tener la impresión de que nuestras acciones no sirven para nada: ni mi tuit frenará el avance de la derecha populista ni reciclar este envase resolverá la crisis climática”. Expresada por Epicteto o por Robbins, la idea es magnífica: para mantener bajo control el caos de este mundo loco, aceptemos que es incontrolable.
Me imagino a Mark Zuckerberg sintiéndose libre como un estoico tras decidir que los contenidos de Meta no son cosa suya y, en consecuencia, anunciando el fin de su política de comprobación de datos o la reducción de sus ya mínimos esfuerzos de moderación. El periodista Ryan Broderick cree que hace tiempo que las grandes tecnológicas se rindieron y que él solo ha sido el último en confesarlo, y es verdad. Desde 2021, dice, no han parado de desinvertir en ello para centrar sus esfuerzos en la inteligencia artificial. Google cada vez funciona peor; Twitter acabó en manos de Musk, degradado. Nos hemos ido acostumbrando. Es el proceso que Cory Doctorow llamó enshitification.
Ahora que los vientos sociales, económicos y políticos van en otra dirección, Zuckerberg quiere convencernos de que moderar internet es una fantasía de gobiernos autoritarios, comisarios europeos y medios de izquierda. No hay que ser un genio para verle las costuras a la teoría del déjalos, profundamente egoísta cuando es mal aplicada. Además, como dice el primer comentario de uno de los muchos vídeos virales generados por el libro de Robbins, “es un consejo peligroso, hay ciertas cosas por las que hay que pelear”. Probablemente la comentarista se refería a las cosas importantes de la vida personal, pero podemos aplicarlo a Meta. Decidir que no está bajo su responsabilidad algo que sí lo está ―como una criatura monstruosa que al principio es alimentada pero que, cuando crece demasiado, se abandona― puede suponer una negligencia criminal de consecuencias desastrosas. ¿Son las redes el campo de batalla de una nueva guerra fría donde se manipulan elecciones, el escenario de un acoso nunca visto a menores, mujeres o minorías, la selva donde abundan la extorsión, las estafas y la violencia en todas sus manifestaciones? Sí. Déjalos.
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