Un avance necesario: respuesta al editorial ‘Un retroceso innecesario’
Los lectores escriben contra un editorial de EL PAÍS sobre las siglas LGTBQ+, sobre la sidra como Patrimonio Cultural Inmaterial y sobre la apología del franquismo
El editorial Un retroceso innecesario, publicado el 4 de diciembre, es tendencioso. Primero, porque pone en duda si lo aprobado mayoritariamente en el Congreso de Sevilla es la posición del PSOE. ¿Para qué entonces los órganos de Gobierno del partido eligen más de mil delegados y delegadas para que, en sus congresos federales, fijen el programa, las propuestas, resoluciones, reglamento y la ideología del partido? Fallo tremendo, pues, de un medio de la categoría de EL PAÍS, poner en duda lo que se vota democráticamente y por mayoría. ¿Pondría el editorial igualmente en entredicho las demás resoluciones del congreso de Sevilla, o solo esta? Parece más bien que estas dudas se suscitan porque tales decisiones van contra la corriente y posicionamiento queer de este medio. El periódico hace unas interpretaciones muy sui generis dando por hecho que nuestra posición es “transexcluyente”. Cuando es falso de toda falsedad. ¿Acaso no han visto la T, de transexuales, en la nomenclatura aprobada? LGTBI. ¿Acaso desconocen el largo historial de nuestro feminismo socialista, que ahora llaman “clásico”, en apoyo a los colectivos transexuales, las lesbianas, gais, bisexuales e intersexuales? Se podría decir, además, que la ley trans, aprobada en febrero de 2023, no incluye la Q+, de manera que no vengan a pedir al PSOE lo que no pidieron a los legisladores. Desde hace décadas, las feministas nos hemos dejado la piel en la defensa de todo el colectivo. Falta memoria para recordar que las leyes de protección al colectivo transexual y el resto de siglas, las han dictado y aprobado gobiernos socialistas. Por tanto, un poco de rigor. Lo que no incorporamos las socialistas es la coletilla Q+ que, por si los editorialistas de este medio no lo saben, ya en el anterior congreso del PSOE, en Valencia, las siglas se mantuvieron como LGTBI, igual que ahora. Sencillamente, porque la Q+ representa el llamado queerismo es decir, entre otras cosas, a los que están a favor de la prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler, etcétera. Por tanto, EL PAÍS debería saber distinguir en ese feminismo del que hablan, por un lado, lo aprobado en el 41 Congreso Federal del PSOE: feminismo abolicionista de la prostitución, anti vientres de alquiler, no antitransexual, porque siempre hemos defendido y seguimos defendiendo sus derechos, feminismo contra el borrado de las mujeres, contra la pornografía y a favor de la protección de la infancia. Y por el otro lado, el Q+, justo el movimiento (que de feminista no tiene mucho, o nada) que apoya todo esto que nos repugna y que nos trata a las mujeres como mercancía. Para ellos, todo lo que se compra les vale y, además, ignoran intencionadamente el sexo biológico. Vemos que los editorialistas tienen cierta confusión mental. Cuando quieran, puede ir un equipo de feministas letradas y documentadas a darles una charla.
Altamira Gonzalo, Sonia Lamas, Alicia Miyares, Rosa Peris, Yolanda de la Bandera, Concha Minguela y 75 feministas socialistas más de toda España.
Una forma de vida
La declaración de la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO reconoce una forma de vida, de cultura y de tradición. En Asturias, la sidra es sinónimo de identidad y de arraigo. Esta distinción pone en valor no solo los llagares, sino también las técnicas y los saberes transmitidos durante años. En Las Regueras, como en tantas otras zonas de Asturias, la sidra forma parte del latido cotidiano. Desde las pomaradas que salpican su paisaje, hasta las reuniones de vecinos, visitantes y amigos en que se comparten risas y culines. Es también un homenaje a todos esos pequeños productores, guardianes del equilibrio entre la innovación y la tradición. El reconocimiento no solo protege un patrimonio único, sino que proyecta a lo largo del mundo la riqueza cultural de Asturias. En cada rincón de nuestra tierra, la sidra seguirá siendo un puente entre el pasado y el fututo.
Daniel Álvarez Rodríguez. Las Regueras (Asturias)
¿Libertad o democracia?
¿Decir que deberíamos volver a la época franquista, argumentando que se vivía mejor, es libertad de expresión? Creo que justificar una dictadura o hacer apología de un régimen que violó los derechos humanos no entra dentro de los límites de la libertad de expresión, sino que atenta contra los valores democráticos. En Alemania es impensable que un diputado se ponga a defender a Hitler en el Parlamento. En cambio, en España se permite e, incluso, se tolera la defensa del franquismo, a pesar de que esto supone un ataque directo a la democracia y a la memoria de las víctimas de ese régimen.
Marta de Castro Martínez. Barcelona
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